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El arzobispo Pagazzi celebra la Misa del Maratonista El arzobispo Pagazzi celebra la Misa del Maratonista 

El arzobispo Giovanni Pagazzi celebra la Misa del Maratonista

El secretario del Dicasterio para la Cultura y la Educación presidió la liturgia en la basílica del Ara Coeli, en el Campidoglio, en vísperas de la “Run Rome the Marathon”, la Carrera de Roma, que contó con la participación de unos cuarenta mil atletas y recibió el aliento del Papa Francisco. Entregó la “Copa de los Últimos” a Julia, una maratoniana estadounidense de origen ucraniano curada de un tumor cerebral

Vatican News

“Si queremos correr bien el maratón de la vida, no dejemos pasar ningún refrigerio de esperanza, sabiendo aprovechar la oportunidad 'sobre la marcha' e incluso en el día más normal”

Precisamente en el lenguaje de los corredores, el arzobispo Giovanni Cesare Pagazzi, secretario del Dicasterio para la Cultura y la Educación, propuso la concreción de la experiencia deportiva como metáfora de una existencia plena: la ocasión fue la "Misa del Maratoniano y del Deportista" promovida por Athletica Vaticana el sábado 16 de marzo por la tarde, en la abarrotada basílica del Ara Coeli del Campidoglio, en vísperas de la Carrera de Roma, el acontecimiento deportivo más concurrido de la historia de Italia, que el domingo por la mañana vio a cuarenta mil personas en las calles de la ciudad.

Y el Papa Francisco, a la hora del Ángelus, alentó los aspectos solidarios del evento, diciendo: "Saludo con placer a los participantes en el Maratón de Roma, tradicional fiesta del deporte y de la fraternidad. También este año, por iniciativa de Athletica Vaticana, numerosos atletas participan en los 'relevos solidarios', convirtiéndose en testigos del compartir".

“Refrigerio” físico y espiritual

La alimentación y la hidratación son cruciales para los maratonianos, señaló en la celebración monseñor Pagazzi, que también es un apasionado del deporte. “Para llegar a la meta, hay que encontrar un equilibrio para no comer en exceso ni hidratarse poco". En particular, advirtió contra la tentación de no darse cuenta de que hay provisiones a lo largo del recorrido del maratón y del maratón de la vida. Y, tal vez, añadió, uno acaba saltándose un punto de provisión por presunción, confiando en sus propias fuerzas y con la intención de recuperar unos segundos, para después verse obligado a interrumpir la carrera por falta de energía.

No es fácil, reconoció el arzobispo, alimentarse e hidratarse mientras se corre: “En el maratón no se está en una boda o en una comida de Navidad donde nos sentamos a comer, sin prisas, platos deliciosos”. Pero “para alimentar nuestra esperanza y nuestro coraje, no es necesario esperar el banquete de Navidad y, como no es algo de todos los días, corremos el riesgo de dejar la puerta abierta al aburrimiento y a la desesperación”.

Es sabio, sugirió, "aprovechar los refrigerios que nos dan esperanza incluso en el día más ordinario". En realidad, dijo, el "refrigerio de la esperanza" puede ser simplemente la sonrisa de un desconocido con el que nos cruzamos en el metro o el gesto amable de un compañero "antipático" del trabajo o la esposa que decide apostar de nuevo por su marido, dándole otra oportunidad. Para concluir, el arzobispo invitó a los maratonianos a un estilo de aliento mutuo, "animándose unos a otros".

 

Que el deporte encuentre caminos de paz

Durante la misa – concelebrada por numerosos sacerdotes, algunos de los cuales también eran maratonianos – las lecturas y las intenciones de oración – especialmente que el deporte encuentre caminos de paz – fueron seguidas por atletas profesionales, aficionados y entrenadores. Al final, se rezó la "Oración del maratoniano" y el arzobispo los bendijo a todos ellos quienes, a su vez, escribieron en una tarjeta las "razones del corazón" para correr los 42 km.

La “Copa de los Últimos” para Julia

El arzobispo Pagazzi bendijo también la “Copa de los Últimos” que Athletica Vaticana entregó el domingo – en el escenario de entrega de premios de la Carrera de Roma en el Coliseo – a Julia Khvasechko, con su historia de recuperación de la enfermedad a través del deporte.

Esta corredora estadounidense de 50 años corrió como "pacer", es decir, ayudando a los maratonianos a alcanzar su meta. Julia da testimonio de la voluntad de renacimiento y la esperanza tenaz que expresa la “Copa de los Últimos”: fue una enfermedad muy grave la que desencadenó la pasión de Julia por correr. El 2 de abril de 1998, Julia fue operada para extirparle un tumor cerebral. Tenía 24 años y un 30% de posibilidades de sobrevivir, y mucho menos de volver a caminar.

"El 7 de noviembre de 1999 – cuenta – ingresé en el Memorial Sloan Kettering Cancer Care, un hospital situado justo en el recorrido del maratón de Nueva York, en la milla 16. Me habían operado hacía poco y estaba sentada en mi silla de ruedas recuperándome, cuando vi pasar el 'río' del maratón. Ni siquiera sabía lo que era, pero de repente me inspiró".

"Tardé casi dos años en volver a aprender a ponerme de pie, a andar y, por último, a correr de nuevo hasta que pude recorrer el recorrido de seis millas del Central Park", confiesa. "Pero nunca, nunca perdí la esperanza, nunca pensé que mi situación fuera definitiva, seguí pidiendo ahí arriba que me dieran fuerzas viviendo en el estilo de la gratitud cada día".

La “Copa de los Últimos” entregada a Julia
La “Copa de los Últimos” entregada a Julia

De Ucrania a Nueva York y Roma

Fue en Nueva York, en el 2007, donde corrió su primer maratón, recaudando fondos para el hospital donde había estado ingresada. En Roma corrió la número 305. "Me gusta ser una 'pacer', un apoyo para ayudar a los atletas novatos", dice. Y añade:

"También estoy feliz de devolver algo a este deporte que tanto amo, ¡pero nunca olvidaré a esa joven sentada en su silla de ruedas en el hospital viendo pasar el maratón y rezando para que algún día tuviera fuerzas para hacerlo!  El 2 de abril del 2024 celebraré 26 años de buena salud, pura garra, perseverancia, determinación, fortaleza y dedicación para no rendirme".

Roma, pues, es una ciudad que forma parte de la vida de Julia. Nacida en 1974 en Ucrania, en la entonces Unión Soviética, emigró a Nueva York en 1981 – tenía 7 años – pasando precisamente por Roma. Aquí vivió con su familia durante seis meses, en espera de los documentos para poder entrar en Estados Unidos. "Roma es una ciudad especialmente querida para mí", confiesa emocionada. "Me gustaría volver a aquellos días de 1981 para sentir la alegría de estrechar la mano de mi madre mientras paseábamos juntas por los sampietrini".

La “Copa de los Últimos 2024” – creada por la artista romana Barbara Salvucci – tiene referencias a la historia y la memoria, expresa la resistencia y la esperanza con la capacidad de renacer y recomenzar siempre. Con una forma inspirada en el barroco romano, el ala que se lanza hacia arriba habla de libertad, de la capacidad de superar límites y dificultades en un movimiento de ascensión espiritual que da vida a los sueños, la creatividad y la inspiración. El ala supera simbólicamente toda barrera, sobrevuela distancias que parecen insalvables para alcanzar, en la vida y en la experiencia deportiva que es su metáfora, las metas más inesperadas. Como le ocurrió a Julia.

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18 marzo 2024, 14:18