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María Constanza Panas, clarisa capuchina es beata María Constanza Panas, clarisa capuchina es beata 

La beata María Costanza Panas hizo de su vida una Eucaristía

Tras la concelebración en el Vaticano de la canonización de Scalabrini y Zatti, el cardenal Marcello Semeraro, prefecto del Dicasterio para las Causas de los Santos presidió en Fabriano el rito de beatificación de la clarisa capuchina María Costanza Panas quien se entregó a Dios y por Él a todos, creyendo siempre en su amor

Vatican News

Ochenta monjas, treinta frailes, sesenta sacerdotes, nueve obispos y dos cardenales, muchos fieles de la zona de Fabriano, en la región italiana de las Marcas. Ayer por la tarde, el cardenal Marcello Semeraro, prefecto del Dicasterio para las Causas de los Santos, junto con el obispo de la diócesis de Fabriano-Matelica, monseñor Francesco Massara, celebró la beatificación de María Costanza Panas, clarisa capuchina. La ceremonia tuvo lugar en la basílica catedral de San Venanzio. El purpurado recordó a esta religiosa a la luz del Evangelio del domingo, que narraba la historia de la curación de diez leprosos, entre los cuales sólo el samaritano regresó a Jesús con espíritu agradecido y deseoso de conocer a Aquel que lo había rehabilitado de una enfermedad no sólo física, sino también social.

 

El don de la escritura y la ascesis espiritual

La mujer, cuyo nombre de bautismo era Agnese Pacifica Panas, nació en la zona de Belluno en 1896 y fue educada por las hermanas Canosianas. Su deseo era vivir con las Clarisas capuchinas de Fabriano, la famosa ciudad del papel fino, con las que había establecido una correspondencia. Vistió el hábito religioso el 18 de abril de 1918 y tomó el nombre de sor María Costanza. Sus escritos incluyen tratados ascéticos, varios libros pequeños de meditación y muchos poemas.

Paralizada y en cama desde 1960, ofreció sus sufrimientos especialmente por el Papa Juan XXIII y por el éxito del Concilio Vaticano II. Murió el 28 de mayo de 1963. Su causa de beatificación se inició el 10 de octubre de 1983, veinte años después de su muerte. Sus restos mortales se conservan en el monasterio de las Clarisas capuchinas de Fabriano. El Papa Francisco la declaró Venerable el 10 de octubre de 2016.

El samaritano curado que agradece a Jesús

El cardenal Semeraro recordó que "en la concepción judía de la época de Jesús, ser samaritano no era sólo una indicación de una filiación étnica, sino más bien la designación de un cismático, un enemigo e incluso un idólatra”. De ahí que teniendo en cuenta este significado, es aún más valiosa – dijo – la actitud del samaritano hacia quien se había manifestado la compasión de Jesús.

Por tanto, es precisamente sobre este término, "samaritano", sobre el que se centró el cardenal  Semeraro, en el que se encuentran admirablemente el movimiento de Dios y el de la alabanza por parte del hombre. "Nos preguntamos entonces: ¿qué tipo de acción de gracias quiere el Señor de nosotros?", preguntó el purpurado, señalando que se ignora lo que hicieron los otros nueve leprosos. Sin embargo, lo que se sabe es que el samaritano había comprendido que el "lugar" del culto verdadero y aceptable a Dios son los pies de Jesús, y por eso anunció a todos que la verdadera expresión del culto se llama, acción de gracias, Eucaristía.

 

Entregarse y creer fue el programa de su vida

La vida terrenal de la beata María Constanza Panas, abadesa hasta su muerte, su respuesta a la vocación monástica y su espiritualidad se enmarcan, pues, en este contexto. Aquí citó algunas frases que dejó la religiosa: "El altar es la escuela de todas las virtudes, el lugar donde, junto a Jesús, se encuentra María, la Madre, y la otra Madre, la Iglesia", recordó el cardenal. Y añadió: "El honor de la Iglesia es la santidad de sus hijos [...].

“Sean santas para ser verdaderas hijas de la Iglesia, para honrar y amar a la Iglesia, que es el gran amor, la exquisita ternura del Corazón de nuestro Jesús' (Ibid., p. 751-752)”. “Entregarse y creer fue el programa de la vida de María Costanza. Un ejemplo que nos dice – concluyó el cardenal Semeraro – que sólo la gratitud da plenitud a nuestra vida".

El decreto de la Congregación para las Causas de los Santos se firmó tras el reconocimiento de un milagro: se trata de la curación de una recién nacida de San Severino Marche, que padecía "anemia fetal grave y hemorragia cerebral; fallo multiorgánico". Los hechos se remontan a 1985 y fueron los abuelos de la niña quienes pidieron su intercesión. La niña curada, ya adulta, estuvo presente ayer en la Catedral.

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10 octubre 2022, 09:42