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Monseñor Fisichella: La mano tendida, un genuino testimonio del amor cristiano

Fue presentado la mañana de este sábado, 13 de junio, en rueda de prensa “virtual”, el Mensaje del Papa Francisco para la IV Jornada Mundial de los Pobres, a celebrarse el próximo 15 de noviembre de 2020.

Renato Martinez – Ciudad del Vaticano

"Tiende tu mano al pobre", es el título del Mensaje del Santo Padre Francisco para la IV Jornada Mundial de los Pobres, que se inspira en el pasaje bíblico de Sir 7,32, que se celebra este año el 15 de noviembre, XXXIII Domingo del Tiempo Ordinario y que fue presentado la mañana de este sábado, 13 de junio, en directo streaming desde el Aula "Juan Pablo II" de la Oficina de Prensa de la Santa Sede.

¿Dónde reside la sabiduría?

En la presentación intervino Monseñor Rino Fisichella, Presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva Evangelización quien subrayó que el Mensaje del Papa Francisco, es un mensaje que irrumpe directamente en el dramático momento que el mundo entero está viviendo a causa del Covid-19, y en el cual, muchos países continúan combatiendo en el esfuerzo por llevar alivio a cuantos son víctimas inocentes del mismo. La reflexión del Papa, afirma el Prelado, se desarrolla a la luz de la imagen bíblica que ve un hombre sabio, que vivió unos doscientos años antes del nacimiento de Cristo, que se planteaba la pregunta en torno al tema de dónde residía la sabiduría y qué respuesta de sentido podría ofrecer a los acontecimientos de la vida. “El Papa señala que son las mismas preguntas que han marcado la vida de millones de personas en estos meses de coronavirus: la enfermedad, el luto, la incertidumbre de la ciencia, el dolor, la falta de las libertades a las que se está acostumbrado, la tristeza de no poder despedirse de las personas a quienes se quiere...”.

La oración a Dios y la solidaridad con los pobres

En este contexto, señala Monseñor Fisichella, la oración se hace más insistente y el pensamiento de Dios tocó la mente de muchas personas a menudo indiferentes. Por ello, el Papa Francisco enfatiza que el autor sagrado: “insiste en el hecho de que en la angustia hay que confiar en Dios”. “Mantente firme y no te angusties en tiempo de adversidad. Pégate a él y no te separes, para que al final seas enaltecido. Todo lo que te sobrevenga, acéptalo, y sé paciente en la adversidad y en la humillación. Porque en el fuego se prueba el oro, y los que agradan a Dios en el horno de la humillación. En las enfermedades y en la pobreza pon tu confianza en él. Confía en él y él te ayudará, endereza tus caminos y espera en él”. Para que la oración sea digna y eficaz, es necesaria la atención a cuantos están en la pobreza. Lo afirma sin atenuantes el Papa Francisco cuando escribe:

“La oración a Dios y la solidaridad con los pobres y los que sufren son inseparables. Para celebrar un culto que sea agradable al Señor, es necesario reconocer que toda persona, incluso la más indigente y despreciada, lleva impresa en sí la imagen de Dios. De tal atención deriva el don de la bendición divina, atraída por la generosidad que se practica hacia el pobre”

La “imagen de Dios” impresa en el rostro del pobre

Asimismo, el Presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva Evangelización dijo que, el tema de la “imagen de Dios” impresa en el rostro del pobre es extremadamente significativo porque obliga a no poder dirigir la mirada a otro lugar cuando se desea vivir una existencia plenamente cristiana. En este sentido, la metáfora de “extender la mano” adquiere su valor más profundo porque obliga a volver a las palabras del Señor que quiso identificarse con aquellos que carecen de lo necesario y viven en condiciones de marginación social y existencial. El Mensaje ejemplifica diversas situaciones que en estos meses de pandemia han visto una mano extendida y que están impresas en la mente de todos:

“La mano tendida del médico que se preocupa por cada paciente tratando de encontrar el remedio adecuado. La mano tendida de la enfermera y el enfermero que, mucho más allá de sus horas de trabajo, permanecen para cuidar a los enfermos. La mano tendida de los que trabajan en la administración y proporcionan los medios para salvar el mayor número posible de vidas. La mano tendida del farmacéutico expuesta a tantas exigencias en un contacto arriesgado con la gente. La mano tendida del sacerdote que bendice con el corazón roto. La mano tendida del voluntario que socorre a los que viven en la calle y a los que, a pesar de tener un techo, no tienen comida. La mano tendida de hombres y mujeres que trabajan para proporcionar servicios esenciales y seguridad. Y otras manos tendidas que podríamos describir hasta componer una letanía de buenas obras. Todas estas manos han desafiado el contagio y el miedo para dar apoyo y consuelo”

Los que no se dejan conmover por la pobreza

Frente a este signo de gran humanidad y responsabilidad, el Papa Francisco contrasta la imagen de aquellos que continúan teniendo las “manos en los bolsillos y no se dejan conmover por la pobreza, de la que a menudo son también cómplices”. El elenco, afortunadamente más corto, da testimonio de que el bien es siempre mucho más grande que la codicia de unos pocos y describe escenas de la vida cotidiana:

“Hay manos tendidas para rozar rápidamente el teclado de una computadora y mover sumas de dinero de una parte del mundo a otra, decretando la riqueza de estrechas oligarquías y la miseria de multitudes o el fracaso de naciones enteras. Hay manos tendidas para acumular dinero con la venta de armas que otras manos, incluso de niños, usarán para sembrar muerte y pobreza. Hay manos tendidas que en las sombras intercambian dosis de muerte para enriquecerse y vivir en el lujo y el desenfreno efímero. Hay manos tendidas que por debajo intercambian favores ilegales por ganancias fáciles y corruptas. Y también hay manos tendidas que, en el puritanismo hipócrita, establecen leyes que ellos mismos no observan”

La mano tendida, es una invitación a dar la propia contribución

La mano tendida, por lo tanto, es una invitación a asumir la responsabilidad de dar la propia contribución que se evidencia en los gestos de la vida cotidiana para aliviar la suerte de los que viven en la desgracia y carecen de la dignidad de los hijos de Dios. El Papa Francisco no teme identificar a estas personas como verdaderos santos, “aquellos de la puerta de al lado” que, con sencillez, sin ruido y sin publicidad ofrecen el genuino testimonio del amor cristiano. La masiva presencia de tantos rostros de pobres requiere que los cristianos estén siempre en primera línea, y que sientan la necesidad de saber que les falta algo esencial en el momento en que un pobre se presenta delante.

Bajo la protección del Patrono de los pobres

La presentación de este Mensaje, concluyó Monseñor Fisichella, en la fiesta litúrgica de san Antonio de Padua, Patrono de los pobres, manifiesta que cuanto podemos realizar es siempre bajo la gracia de Dios que acompaña la vida de los creyentes y la historia de los hombres. Son palabras que pretenden ayudar a la preparación y realización de la próxima Jornada Mundial, conscientes de las restricciones que las leyes de los distintos Países imponen. En efecto, en los próximos meses se seguirá exigiendo la debida atención a las normas de seguridad, pero es probable que se incrementen aún más las solicitudes de ayuda. Por lo tanto, será nuestra tarea hacer que no falten a los cada vez más numerosos pobres que encontramos, los signos cotidianos que acompañan nuestra acción pastoral, y aquellos extraordinarios que la Jornada Mundial de los Pobres prevé y que desde hace varios años realiza.

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13 junio 2020, 14:44