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Card. Becciu sobre los mártires de La Rioja: ejemplo de fidelidad al Evangelio

Ante la inminente beatificación de los mártires de La Rioja en Argentina, nuestra colega Roberta Barbi, entrevistó al Card. Becciu, Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos quien presidirá la Santa Misa el sábado 27 de abril, en representación del Papa Francisco.

Ciudad del Vaticano

El sábado 27 de abril se celebra en La Rioja, Argentina, la beatificación de Mons. Enrico Angelo Angelelli, Obispo, los sacerdotes Gabriel Longueville y Carlos de Dios Murias, y el laico, Wenceslao Pedernera, asesinados "in odium fidei" durante la dictadura militar del año 1976 en el país sudamericano.

La ceremonia de Beatificación tendrá lugar a las 10:00 horas en el Parque de la Ciudad, en La Rioja, y será presidida por Mons. Giovanni Angelo Becciu, Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, en representación del Santo Padre Francisco.

Sobre la figura de estos mártires y el ejemplo que han dejado para todos los fieles católicos, nuestra colega Roberta Barbi, entrevistó al Card. Becciu, quien describe cuál fue el impulso que llevó a estos hombres santos a morir mártires en su tierra, en un escenario particular en la historia Argentina.

- Su Eminencia, en este nuevo grupo de mártires, primus inter pares es el obispo de La Rioja, Mons. Enrico Angelo Angelilli Carletti, quien en Argentina, en tiempos de la dictadura militar, dirigió su diócesis "con un oído al Evangelio y otro al pueblo"...

- Es una figura singular. Vivió en un período muy delicado de la historia argentina. Esto que decía, de mantener "un oído al Evangelio y uno al pueblo", al final, ¿qué resume? El amor a Dios y amor al hermano, lo que el Evangelio nos pide. Y vivió esta frase en plenitud, este oído al Evangelio, lo que el Evangelio me pide, lo que Dios me pide, cómo amo a Dios, y después cómo amo a mi pueblo: un pueblo que en aquel tiempo era un pueblo oprimido.

- Los otros tres nuevos beatos son dos religiosos, el sacerdote de fidei donum Gabriel Longueville, el franciscano conventual Carlos de Dios Murias, y un laico, Wenceslao Pedernera, organizador del Movimiento Rural Católico. ¿Qué tienen en común entre ellos y con su obispo, aparte de la muerte en odium fidei?

 

- Tienen en común el entusiasmo por el compromiso totalitario del obispo con el pueblo. Me parece que lo que tienen en común es el deseo de servir a la gente y el deseo de traducir el Evangelio en acciones concretas hacia su gente.

- Con el advenimiento de la dictadura militar en 1976 la situación se volvió muy peligrosa para los cuatro nuevos beatos, pero ellos continuaron viviendo y actuando como antes. ¿Qué los motivaba?

- Están impulsados por el amor al pueblo, al pueblo, a su pueblo. Porque el verdadero pastor es el que da su vida por su rebaño, como dijo Jesús. Nuestros mártires de La Rioja compartieron la alegría y el dolor de sus fieles y, a pesar de las amenazas, no quisieron huir. El amor a Dios, por lo tanto, motivaba el amor hacia nuestros hermanos y hermanas. Los veían oprimidos, víctimas de abusos e intimidaciones. Y ellos habían levantado la voz para protestar contra las evidentes injusticias que se cometían contra los pobres, contra ellos. El compromiso de estos mártires nuestros tendía a combatir el pecado que se había convertido en un "sistema", en una estructura de injusticia.

- Tres años después del asesinato de los cuatro nuevos beatos, la Iglesia latinoamericana, en la conferencia de Puebla, denunció el carácter anticristiano de las ideologías que en aquellos años se desataban en los países de América del Sur y que habían cobrado muchas víctimas. ¿Qué era lo que molestaba tanto de la misión Iglesia a la gente en el poder?

 

- Ciertamente fueron precursores de Puebla y, como fieles y discípulos de Jesús, concebían el poder como un servicio, no como un instrumento -del cual a menudo muchos se hacen intérpretes- de dominación, destinado a defender los privilegios de unos pocos afortunados.Desafortunadamente, las dictaduras de aquella época en América del Sur nacieron para establecer el orden, pero fue un orden que aseguró el bienestar de unos pocos, de los ricos y los pobres fueron olvidados.

La conferencia de Puebla, y antes de ella nuestros mártires, en cambio, quisieron enseñarnos que para honrar a Dios no basta con ser vistos en la iglesia o dar a la Iglesia ofrendas generosas. Se trata, en cambio, de traducir en la práctica las enseñanzas de Jesús que nos recuerdan que el amor a Dios no puede ser auténtico sin el amor al hermano, especialmente al hermano pobre. Especialmente el Papa Francisco nos enseña que el poder no debe ser una oportunidad para fortalecer las posiciones adquiridas, sino un compromiso de servir a todos, de servir a todos los ciudadanos. El poder es servicio.

- Los cuatro nuevos beatos también representan una advertencia para estar en guardia contra las ideologías no cristianas o, en todo caso, contra aquellas ideologías que quieren construir una sociedad sin Dios. ¿Existe este peligro hoy en día, según usted?

- El peligro de construir sin Dios ha existido siempre. Y hoy el riesgo es aún mayor porque estamos quitando a Dios de las funciones públicas, lo estamos quitando de nuestras estructuras. El riesgo es grande porque si Dios no está, el hombre se pone como punto de referencia y nacen ideologías, nacen ideologías enfermizas que esclavizan a otros hombres.

- En conclusión, ¿cuál es el mensaje que los nuevos beatos mártires dejan al hombre de hoy?

- Pienso en primer lugar en el coraje de las propias ideas. Para nosotros, sin embargo, no son ideas, sino el coraje de la fidelidad al Evangelio. Un valor por el que se paga incluso con la vida. Los mártires, en cualquier momento, en cualquier lugar, bajo cualquier cielo, nos recuerdan esto: hombres valientes, hombres fieles, hombres que han puesto el amor a Dios y el amor a la Iglesia en primer lugar, el amor al Evangelio.

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27 abril 2019, 14:00