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Jornada en memoria del Card. Pironio, compañero de viaje de los más débiles

La Jornada se celebró en ocasión del XX aniversario de la muerte del purpurado argentino, en la Embajada Argentina ante la Santa Sede. Las palabras del Secretario de Estado vaticano, Pietro Parolin

María Cecilia Mutual – Ciudad del Vaticano

Este 30 de mayo se celebró una “Jornada en memoria del Siervo de Dios Eduardo Francisco Pironio” en ocasión del vigésimo aniversario de su muerte. La Jornada dedicada al purpurado argentino, fue organizada por la Embajada de la República Argentina ante la Santa Sede y contó, entre las intervenciones, con la del cardenal Pietro Parolin, Secretario de Estado Vaticano.

Creatura en las manos del Padre

Iniciando su discurso el Cardenal Secretario de Estado Vaticano cita una frase del fallecido cardenal argentino “que sintetiza el sentir profundo del siervo de Dios y su apego a la vida y, sobre todo, su sentirse creatura en las manos del Padre”:

“Te doy gracias, Padre, por el don de la vida. ¡Qué bello es vivir! Nos has creado, Señor, para la Vida. La amo, la ofrezco, la espero, Tú eres la Vida, como has sido siempre mi Verdad y mi Vida”

Cristo, la razón de su vida

“De él se entreveía aquella serenidad que sólo la amistad con Dios puede alimentar”, afirma el Card. Parolin, destacando su rostro lleno de premura y de atenciones con quienes encontraba. “Se entreveía otra dimensión, aquella de la unión con Cristo”, que era “todo para él y el conjunto de todas las cosas” – prosigue el Secretario de Estado Vaticano – “era la razón de su vida”.  Esta unión con Cristo, aun en los momentos difíciles, hizo que jamás perdiera “aquella serenidad interior que alimentaba en él la esperanza”.

Gratitud y confianza incondicional en la Providencia

Una larga y dolorosa enfermedad marcó la existencia de Cardenal Pironio, pero supo alabar al Señor también en aquella circunstancia – afirma el Secretario de Estado Vaticano – “consciente de que la Cruz es fuente de vida y no de muerte.  En sus palabras se transparentan además de la confianza incondicional en la Providencia, el sentido de gratitud a Dios, como Aquél que dona y quita en vista de un bien mayor”.

“Agradezco al Señor por el privilegio de la cruz. Me siento feliz por haber sufrido mucho, siento solamente el no haber sufrido bien y no haber gustado siempre en silencio mi cruz”

Compañero de viaje de los más débiles

“La Cruz, prosigue el Card. Parolin, se transformó para él en felicidad, como instrumento de salvación”. Y como estaba unido a Cristo Crucificado, “estuvo siempre junto a quienes estaban necesitados y vivían en el sufrimiento. Fue el compañero de viaje de tantos pobres, de tantos desesperados, de las clases más desfavorecidas” y desarrolló una importante actividad pastoral y caritativa entre los campesinos de Mercedes en Argentina. “Quería llevar el Evangelio entre quienes se encontraban en las situaciones más difíciles. La suya era la presencia de Cristo en medio del mundo. Era como la caricia de Dios para tantas personas que se dirigían a él y que sabían que encontrarían un padre y un hermano”.

Su impulso al Pontificio Consejo para los Laicos

El Card. Pironio fue Presidente del Pontificio Consejo para los Laicos y dio un fuerte impulso para que todos los bautizados fueran protagonistas y no figurantes. Importante y fundamental fue también su contribución a las celebraciones para las Jornadas Mundiales de la Juventud.

Hombre de las beatitudes

Hijo de inmigrantes friulanos en Argentina, tuvo que superar las críticas a su obra, juicios a menudo expresados incluso por personas de alta jerarquía en la Iglesia. “Él respondió siempre a quien lo criticaba con el ofrecimiento de paz, con el perdón, con la caridad fraterna”, recuerda el card. Parolin. Y evidencia que aun cuando las palabras se transformaron en calumnias, “no cambió actitud con sus acusadores: oración y perdón caracterizaron su comportamiento”.

Hombre del diálogo y de la fraternidad

En su rostro se podían ver “los tratos de la sonrisa de quien sabe que está en esta tierra solo de paso, explica el Card. Parolin, de quien conoce el corazón del hombre, de quien tiene experiencia de la amistad con Dios”. Con un único modelo: “Cristo muerto y resucitado por nuestra salvación.”

María, su modelo

Hoy, descansa en la Basílica de Nuestra Señora de Luján, “ha coronado su sueño de querer estar siempre junto a la Virgen María en el corazón del santuario más querido por los argentinos”. “A Ella debo todo”, escribe en su testamento. “La fecundidad de mi palabra la debo a Ella”. Y miraba a la Virgen también cuando cumplió su servicio a la Iglesia en la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, recuerda el Secretario de Estado Vaticano. “Siempre fue un verdadero padre y amigo para tantos consagrados y consagradas que en él encontraron un insustituible apoyo”.

“Quería que todos conocieran y amaran a Jesús”

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30 mayo 2018, 18:44