Buscar

b. María Teresa Ledóchowska, fundadora de las Hermanas Misioneras de s. Pedro Claver

"Debemos usar medios humanos, pero poner toda nuestra confianza en Dios. Mientras seamos pobres, Dios no nos hará faltar lo necesario; mientras observemos la pobreza, también tendremos las bendiciones del cielo".

Cuando se nace en familias santas, se puede pensar que se tiene el "camino allanado". La historia de María Teresa, sin embargo, desde este punto de vista es particular: nacida en 1863 en el sur de Austria, es una de los siete hijos que tuvo el conde de origen polaco Antonio Ledóchowski con una condesa suiza casada en segundas nupcias. Entre ellos, su hermano Vladimir será Superior General de los Jesuitas; su hermana Julia - María Úrsula después de los votos - fue canonizada por Juan Pablo II en 2003.

Una semilla que brota en el dolor

María Teresa creció tranquilamente en su numerosa y rica familia. Con un fuerte talento para la música y la pintura, participó en las clases del preceptor benedictino de sus hermanos mayores y luego se inscribió en la congregación mariana de las Damas Inglesas. La semilla fue sembrada, pero fue el dolor la que la hizo germinar. Contrajo viruela, y también sufrió una agresión en la calle. Es entonces cuando escucha la voz del Señor que resuena dentro de ella. Apenas se repone, se consagra con el voto de castidad, luego se convierte en terciaria franciscana, profundizando en particular la devoción a la Pasión del Señor. Pero no es suficiente para ella. Un día conoce a dos monjas misioneras franciscanas de María que buscan fondos para financiar sus misiones en la India.

La "madre de las misiones africanas"

La lectura de una conferencia del Cardenal Carlo Lavigerie, fundador de los Padres Blancos para la evangelización de África, será iluminadora para María Teresa. Poner su vida al servicio de la abolición de la esclavitud que aún existe en el continente será su misión. Inmediatamente comenzó a fundar cuatro comités contra la esclavitud en cuatro ciudades; luego compuso un drama, Zaida, para difundir la cultura de las terribles consecuencias que la esclavitud tiene sobre todo en la condición de la mujer, y luego fundó dos revistas: “El eco de África” para los adultos y “El muchacho negro” para los jóvenes, siempre con el objetivo de la sensibilización. Se dedica tan ardientemente a su vocación que es apodada "la loca de las misiones" y también se gana alguna antipatía.

La "vocación especial" necesita un nuevo instituto 

El trabajo de María Teresa fue creciendo cada vez más y comenzó a cultivar en su corazón la idea de transformar todo lo que había hecho hasta entonces en un instituto religioso, también para dar mayor estabilidad a la obra. Va a Roma para exponer su idea a León XIII. Regresa a Salzburgo, donde alquila una casa y comienza a reunir a jóvenes bajo el auspicio de Pedro Claver; en 1897, el obispo aprueba el instituto. La congregación finalmente tiene una definición: apoyar económica y espiritualmente a los misioneros en África, a través de la oración y la adoración eucarística. En 1910 obtiene la aprobación de la Santa Sede. María Teresa continúa incansablemente sus viajes, continúa fundando nuevas casas y se ocupa de la educación de las novicias. En 1921 es golpeada por la malaria que la llevará a la muerte. De ella quedan más de ocho mil cartas en polaco, italiano, francés, inglés y alemán. Fue beatificada por Pablo VI en 1975.