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El proceso de reforma de la Curia Romana es un camino que ha acompañado al pontificado del Papa Francisco desde su inicio. El proceso de reforma de la Curia Romana es un camino que ha acompañado al pontificado del Papa Francisco desde su inicio.  Editorial

"Praedicate Evangelium": Punto de llegada y de reinicio

Entra en vigor la nueva Constitución Apostólica sobre la Curia Romana, que institucionaliza los cambios, en gran medida, ya realizados en este organismo que ayuda al Papa en su servicio a la Iglesia universal.

Andrea Tornielli

Es un punto de llegada y de inicio. O más bien, de reinicio. Con la entrada en vigor hoy, 5 de junio y fiesta de Pentecostés, de la nueva Constitución Apostólica Praedicate Evangelium se completa un camino de reformas de casi una década. Un camino que ha acompañado al pontificado del Papa Francisco hasta hoy y que comenzó durante las discusiones de las congregaciones generales previas al cónclave de 2013.

La reforma se produce después de aquella establecida por Juan Pablo II (Pastor Bonus, 1988), que a su vez modificó la promulgada por Pablo VI (Universi regimini Ecclesiae, 1967). La prioridad de la evangelización y el papel de los laicos son las principales ideas que vinculan la nueva Constitución Apostólica del Papa Francisco con el Concilio Ecuménico Vaticano II.

En primer lugar, miremos el camino ya recorrido. Las reformas -más por necesidad judicial que por elección deliberada- comenzaron por las instituciones económico-financieras de la Santa Sede. En 2014, Francisco instituyó el Consejo para la Economía, que tiene la tarea de supervisar la gestión económica y vigilar las estructuras y actividades administrativas y financieras de los Dicasterios de la Curia Romana. Al mismo tiempo, Francisco creó la Secretaría para la Economía, que es el Dicasterio de control y dirección de la Curia Romana, encargado de coordinar los asuntos económicos y administrativos de la Santa Sede y del Estado de la Ciudad del Vaticano. A la Secretaría para la Economía se le transfieren ahora también las competencias en materia de personal, que hasta ahora correspondían a la Secretaría de Estado. También en 2014, el Papa encomendó al Auditor General la tarea de fiscalizar los Dicasterios de la Curia Romana, las instituciones vinculadas o referentes a la Santa Sede y las Administraciones de la Gobernación del Estado de la Ciudad del Vaticano.

Un segundo paso tuvo lugar en 2015, con la creación de la Secretaría para la Comunicación, que más tarde se convertiría en el Dicasterio para la Comunicación, que fusionó nueve entidades diferentes (desde el Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales hasta los distintos medios periodísticos de la Santa Sede, desde la imprenta hasta la Librería Editorial Vaticana). A partir de 2018, el nuevo Dicasterio se confió a la dirección de un prefecto laico. 

En 2016 se creó el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, que unificó las competencias y funciones que habían pertenecido al Pontificio Consejo para los Laicos y al Pontificio Consejo para la Familia. El Dicasterio es competente en cuestiones relacionadas con la promoción de la vida y el apostolado de los fieles laicos, la pastoral juvenil, la familia y su misión, y la protección y el apoyo a la vida humana.

Siempre en 2016, el Papa creó el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral. En él confluyen las competencias del Pontificio Consejo Justicia y Paz, el Pontificio Consejo Cor Unum, el Pontificio Consejo para la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes y el Pontificio Consejo para los Agentes Sanitarios (para la Pastoral de la Salud). El Dicasterio también es responsable de Caritas Internationalis.

En noviembre de 2017, el Papa también introdujo cambios en la Secretaría de Estado, que hasta entonces constaba con dos secciones, la de Asuntos Generales (dirigida por el Sustituto) y la de Relaciones con los Estados (dirigida por el Secretario de Relaciones con los Estados). De hecho, Francisco creó una tercera sección, denominada Sección para el Personal Diplomático de la Santa Sede, reforzando la actual oficina del Delegado para las Representaciones Pontificias. La Sección, que depende de la Secretaría de Estado, con su propio Secretario, busca expresar la atención y cercanía del Papa al personal diplomático. Se ocupa exclusivamente de los asuntos relacionados con las personas que trabajan o se preparan para el servicio diplomático de la Santa Sede.

En febrero de 2022 se dio un paso más. Con un Motu proprio, el Papa Francisco cambió la estructura interna de la Congregación para la Doctrina de la Fe, separando claramente las competencias doctrinales y disciplinarias con la creación de dos secciones distintas, y asignando un secretario a cada una. El Cardenal Prefecto del Dicasterio pasó a tener desde entonces dos secretarios adjuntos. El objetivo de dicha reforma fue dar la debida importancia también a la sección doctrinal y a su papel fundamental en la promoción de la fe, sin dejar que la actividad disciplinaria pasara a un segundo plano, después de décadas en las que se han invertido muchos esfuerzos y recursos humanos para examinar los casos de abuso. Ninguno de los dos nuevos secretarios ha sido nombrado obispo. 

Así llegamos al 19 de marzo de 2022, con la publicación de la nueva Constitución, que engloba todo el camino descrito hasta ahora e introduce otras novedades que completan la reforma. La más importante: el primer dicasterio de la Curia es el Dicasterio de la Evangelización, que unifica la Congregación para la Evangelización de los Pueblos y el Pontificio Consejo para la Nueva Evangelización. Es una elección que indica la preocupación fundamental, dirigida al anuncio del Evangelio. La peculiaridad es que el prefecto de este dicasterio pasa a ser el propio Papa, que considera crucial el tema de la evangelización. Estará asistido por dos pro-prefectos (uno para la sección de cuestiones fundamentales de la evangelización en el mundo, y otro para la sección de la primera evangelización y las nuevas Iglesias particulares).

La segunda novedad se refiere a la unificación de la antigua Congregación para la Educación Católica y el antiguo Pontificio Consejo para la Cultura en el nuevo Dicasterio para la Cultura. Tendrá un solo prefecto. Una tercera novedad de la Constitución atañe a la Limosnería Apostólica, que era una simple oficina, y que ahora se convierte en el tercer Dicasterio de la Curia Romana llamado "Dicasterio para el Servicio de la Caridad". Una cuarta novedad es la definición utilizada para referirse a un organismo que no forma parte de la Curia Romana: lo que hasta ahora se llamaba "Secretaría General del Sínodo de los Obispos" pasa a ser simplemente "Secretaría General del Sínodo".

Otra novedad de la Constitución es que los jefes de dicasterio -ni siquiera los de las antiguas congregaciones- ya no tienen que ser necesariamente cardenales. Además del Cardenal Camarlengo, los únicos dos cardenales mencionados en Praedicate Evangelium son el Prefecto del Tribunal de la Signatura Apostólica y el coordinador del Consejo para la Economía. El Papa también estipuló que los nombramientos de cargos de clérigos y religiosos en la Curia fueran por cinco años, renovables por un segundo quinquenio, con mayor movilidad e intercambio entre Roma y las Iglesias locales.

Por último, hay un elemento significativo de la nueva Constitución destinado a condicionar, en sus desarrollos futuros, también la concreción de la vida de las Iglesias locales y sus estructuras. El Papa Francisco recuerda en el Preámbulo de la Constitución que "Todo cristiano, en virtud del Bautismo, es un discípulo misionero en la medida en que ha encontrado el amor de Dios en Cristo Jesús". De ahí la participación de laicos y laicas en funciones de gobierno y responsabilidad. Si "cualquier fiel" puede presidir un dicasterio o un órgano curial, "dada su particular competencia, su poder de gobierno y su función particular", es porque toda institución de la Curia actúa en virtud del poder que le ha confiado el Papa.

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05 junio 2022, 12:13