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Eparca Vasil': el amplio viaje espiritual del Papa a Eslovaquia

El arzobispo greco-católico se detiene especialmente en el carácter ecuménico del viaje apostólico del Papa Francisco. Desde Eslovaquia, de donde se despidió ayer el Pontífice, se congratula de gestos, palabras, encuentros y liturgias que mostraron el rostro universal de la Iglesia.

Michele Raviart - Ciudad del Vaticano

En Eslovaquia, en el corazón de Europa, el viaje apostólico del Papa Francisco ha dejado una fuerte huella ecuménica. El tema de la apertura -el Pontífice se despidió con una invitación a los cristianos a ser tejedores de diálogo en medio del egoísmo- ha marcado los encuentros en esta tierra, entre Oriente y Occidente, así como en Hungría. Unas horas después del final de la visita de Francisco, Monseñor Cyril Vasil', Eparca greco-católico de Kosiçe, vuelve a recorrer las etapas.

Entrevista con Monseñor Vasil'

¿Qué queda de la visita del Papa para el pueblo eslovaco y la Iglesia eslovaca?

Todo el mundo puede sacar algunas conclusiones de esta visita, encontrar algunos gestos o algunas expresiones en muchos niveles. A nivel social, por ejemplo, su encuentro con los representantes del Estado, con el Presidente de Eslovaquia y con otros representantes del gobierno también tuvo un impacto en la opinión pública, porque se vio que hay una posibilidad de diálogo también con el mundo secular, el mundo político y la fe católica. Ellos también representan el deseo de hacer el bien común. Por ello, el Santo Padre se dirigió tanto al mundo social y político como, durante el encuentro ecuménico, a los obispos y sacerdotes en la catedral de San Martín. Les recordó la forma evangélica de acercarse al mundo actual, con mayor humildad y disposición a aceptar los retos, no con un tono de desafío, sino con la oportunidad de dar testimonio de la fe, la verdad y el Evangelio.

¿Qué se ha llevado de este viaje? Especialmente en referencia al día en Kosiçe, que es su ciudad.

El Santo Padre llegó a Kosiçe y luego se trasladó a Prešov, donde se celebró la Divina Liturgia de San Crisóstomo, celebrada con una devoción que expresa la belleza del rito bizantino y oriental. Fue un hermoso testimonio de la universalidad de la Iglesia.

Por primera vez en la joven historia de Eslovaquia, durante las visitas papales -recordemos también las visitas anteriores de San Juan Pablo II- se celebró la liturgia oriental, la liturgia eucarística que es la máxima expresión de la unidad de la Iglesia.

Tener una liturgia presidida por el Santo Padre, por tantos obispos y arzobispos mayores, metropolitanos y hermanos latinos, fue para nosotros un hermoso testimonio de lo que significa respirar con dos pulmones en la Iglesia católica, porque también existe el "pulmón" oriental.

A continuación, la visita continuó en el barrio habitado principalmente por la comunidad gitana, considerada problemática desde muchos puntos de vista debido a sus características culturales y sociológicas.

El barrio está en la periferia de la ciudad, en el sentido real y material, pero también suele considerarse en la periferia del interés de la mayoría de la sociedad. La visita del Santo Padre fue, por tanto, un mensaje tanto para la comunidad de Eslovaquia como para toda la comunidad gitana, a la que quiso animar sobre todo en sus esfuerzos por lograr una mayor integración. El Santo Padre quiso decir que todos somos bienvenidos en la Iglesia, todos somos hermanos, y este es un mensaje muy importante.

La última celebración en Kosiçe fue un encuentro con los jóvenes en el estadio Lokomotiva, en el que el Santo Padre fue recibido en un ambiente realmente alegre. También allí se habló de testimonios de la vida real: de la preparación al matrimonio, de la castidad prematrimonial, de las dificultades para vivir el sacramento de la Reconciliación.

El Santo Padre se dirigió a los jóvenes, creando un diálogo con la multitud presente al recordarles precisamente esta valentía de seguir opciones difíciles, pero que se basan en la confianza en la Providencia de Dios. No tener miedo a las decisiones, no vivir en la provisionalidad y entonces también seguir un ideal, pero no los sueños e ilusiones que a menudo ofrece la forma mundana de vivir la vida.

El encuentro que tuvo lugar con los jóvenes, también con muchas personas que estaban fuera del estadio, tuvo realmente un ambiente muy alegre.

En lo que respecta a la Divina Liturgia, se prestó especial atención a la Iglesia greco-católica. ¿Hay alguna palabra, algún gesto que le haya llamado la atención a lo largo de todo el viaje apostólico?

Para mí, un recuerdo especialmente grato es que durante la liturgia se expuso el icono de la Madre de Dios del pueblo de Klococov, donde hace 351 años lloraba este icono, en un momento de gran confusión. El icono original ya no se encuentra, este que se exponía es una copia que también peregrinó recientemente desde nuestra diócesis a Roma en la Fiesta de los Santos Pedro y Pablo, cuando se expuso en el altar de la Basílica de San Pedro. Esta vez el Santo Padre vino a devolver la visita que el icono le hizo en Roma y lo coronó de nuevo con dos coronas de plata.

 El Santo Padre, después de terminar su oración, comenzó a moverse y de repente se detuvo y volvió a mirar el icono, como si hubiera una oración especial entre ellos o hubiera todavía algo que decirse, antes de irse. Al menos así es como percibí este pequeño gesto, este "matiz espiritual".

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16 septiembre 2021, 11:59