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Siete días con Francisco

La semana litúrgica inicia el domingo, la laboral convencionalmente el lunes, pero para el Papa es diverso. Para Francisco la semana, de alguna manera comienza el viernes, el día de la compasión hacia los "invisibles", el día de la misericordia, cuando sale fuera de los muros vaticanos, con destino a la periferia. Nuestro recorrido sigue desde el viernes, el ritmo diverso de una agenda donde los compromisos son organizados en base al criterio de la caridad.

Amedeo Lomonaco y Patricia Ynestroza – Ciudad del Vaticano

La Oración por la Unidad de los Cristianos fue el centro de la actividad del Papa Francisco en la semana comprendida del 17 al 22 de enero.

Comenzó el viernes con el encuentro del Santo Padre con la delegación ecuménica de la Iglesia Luterana de Finlandia… Entre los elementos fundamentales estuvo el diálogo entre los cristianos, y el Pontífice resaltó la experiencia de “estar juntos” y la hospitalidad.

“Como cristianos bautizados, creemos que Cristo quiere encontrarnos en esas mismas personas que han naufragado en la vida, tanto literalmente como en sentido figurado. Los que ofrecen hospitalidad no se hacen más pobres, sino más ricos. Quien da, recibe a su vez. De hecho, la humanidad que mostramos a los demás nos hace misteriosamente partícipes de la bondad de Dios que se hizo hombre”.

Antes de este encuentro, en la misa en la Casa Santa Marta, el Papa había reflexionado sobre las enfermedades del alma. Para defender la salud del corazón, Francisco observó que la medicina más importante es pedir perdón:

“Es algo sencillo que Jesús nos enseña cuando va a lo esencial. Lo esencial es la salud, total: la del cuerpo y la del alma. Guardemos bien la del cuerpo, pero también la del alma. Y vayamos al Doctor que puede curarnos, que puede perdonar nuestros pecados. Jesús vino para esto, dio su vida por esto”.

El sábado 18 de enero, el Papa Francisco se encontró con una delegación de pescadores de la región italiana de San Benedetto del Tronto. El Santo Padre pidió que el trabajo de la pesca, "a menudo arriesgado y duro", sea valorado salvaguardando los derechos y las aspiraciones legítimas.

En el rezo del Ángelus del domingo 19, Francisco oró por la crisis de Libia, un país afectado por un sangriento conflicto interno, y lanzó este llamamiento a los negociadores:

“Queridos hermanos y hermanas, hoy se celebra una conferencia en Berlín para discutir la crisis en Libia. Espero sinceramente que esta cumbre, que es tan importante, sea el inicio de un camino hacia el fin de la violencia y una solución negociada que lleve a la paz y a la tan deseada estabilidad del país.

El lunes 20 de enero, en su homilía en la casa de Santa Marta el Pontífice subrayó que cuando uno se rebela contra la "voluntad del Señor", convierte su Palabra en ideología y cede al orgullo y a la idolatría”.

Después de la misa, Francisco recibió a una delegación del "Centro Simón Wiesenthal". Con ellos recordó las tragedias ligadas a las ideologías totalitarias que marcaron la historia del siglo XX. Y les exhortó a sembrar la paz, a cultivar el suelo de la fraternidad, especialmente frente al "recrudecimiento bárbaro del antisemitismo":

“El consumismo de hoy también es verbal: cuántas palabras inútiles, cuánto tiempo perdido para impugnar y acusar, cuántas ofensas gritadas, independientemente de lo que se diga. El silencio, por otro lado, ayuda a preservar la memoria. Si perdemos la memoria, aniquilamos el futuro. El aniversario de la indecible crueldad que la humanidad descubrió hace setenta y cinco años es un llamado a detenerse, a permanecer en silencio y a recordar. Lo necesitamos para no quedar indiferentes”.

El martes 21 de enero, durante la misa en la Casa Santa Marta, el Papa nos recordó que ser cristiano, sacerdote u obispo, es un regalo gratuito del Señor, que no se puede comprar. Y al día siguiente, en la audiencia general del 22 de enero, centrada en la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, Francisco resaltó otro aspecto de la fe: mostrar el amor de Dios a las personas más desamparadas, como los migrantes, significa acogerlos.

“Pedimos por todos cuantos sufren en el mar tempestuoso del desarraigo y el abandono, y a comprometernos a trabajar juntos, pidiendo al Señor el don de la unidad, de modo que como cristianos testimoniemos el amor premuroso de Dios por cada persona”.

Una semana que concluye con la preparación para la histórica primera celebración del Domingo de la Palabra de Dios en la Iglesia Católica en todo el mundo.

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23 enero 2020, 19:00