Buscar

Bulgaria. Eucaristía Bulgaria. Eucaristía

Papa en Misa, Bulgaria: Llamados, sorprendidos y enviados por amor

El Papa Francisco celebra la eucaristía en la Plaza Knyaz Alexander I, situada en el centro de la capital búlgara. En la homilía recuerda la alegría de la resurrección y que marca la vida de todo discípulo: Dios llama, Dios sorprende, Dios ama

Manuel Cubías – Ciudad del Vaticano

El Papa afirma que Dios nos envía a contagiar, “recordándonos tres realidades estupendas que marcan nuestra vida de discípulos: Dios llama, Dios sorprende, Dios ama”.

Dios llama, denomina Francisco a la primera de las realidades. Desarrolla esta idea retomando la escena bíblica ubicada en los alrededores del lago de Galilea. A Pedro Jesús lo llama “a dejar su oficio de pescador para convertirse en pescador de hombres” (cf. Lc 5,4-11).

La psicología del sepulcro

Sin embargo, después de la experiencia de la muerte del maestro y a pesar del anuncio de la resurrección, dice el Papa, “Pedro vuelve a la vida de antes: «Me voy a pescar», dice. Los otros discípulos no se quedan atrás: «Vamos también nosotros contigo» (Jn 21,3). Parece que dan un paso atrás; Pedro vuelve a tomar las redes, a las que había renunciado por Jesús”. Pero, afirma el Papa, “El Señor sabe lo fuerte que es para nosotros la tentación de volver a las cosas de antes”.

Continúa el Papa, “En la Biblia, las redes de Pedro, como las cebollas de Egipto, son símbolo de la tentación de la nostalgia del pasado, de querer recuperar algo que se había querido dejar. A esto el Pontífice llama “la psicología del sepulcro que tiñe todo de resignación, haciendo que nos apeguemos a una tristeza dulzona que, como polilla, corroe toda esperanza”.

El Señor no se cansa de llamar

Pero precisamente allí, afirma el Papa, “En el fracaso de Pedro, llega Jesús, comienza de nuevo, con paciencia sale a su encuentro y le dice «Simón» (v. 15): era el nombre de la primera llamada”.  Esto es así porque Jesús “No espera encontrarse con personas sin problemas, sin desilusiones, pecados o limitaciones. Él mismo enfrentó el pecado y la desilusión para ir al encuentro de todo viviente e invitarlo a caminar”.

El Papa insiste en este aspecto y afirma: “Todas las mañanas, nos busca allí donde estamos y nos invita «a alzarnos, a levantarnos de nuevo con su Palabra, a mirar hacia arriba y a creer que estamos hechos para el Cielo, no para la tierra; para las alturas de la vida, no para las bajezas de la muerte». Por eso subraya: “Cuando la llamada de Jesús es la que orienta nuestra vida, el corazón se rejuvenece”.

Dios sorprende

Esta es la segunda realidad de la que habla el Papa Francisco: “Es el Señor de las sorpresas que no sólo invita a sorprenderse sino a realizar cosas sorprendentes” … “por ello les propone algo insólito, poniéndonos en movimiento y lanzándonos nuevamente a arriesgar”.

El Papa insiste en que Jesús es “el Señor de las sorpresas que rompe los encierros paralizantes, devolviendo la audacia capaz de superar la sospecha, la desconfianza y el temor que se esconden detrás del “siempre se hizo así”.

La sorpresa de Dios se muestra en la manera cómo él nos ve y en la manera en que nos llama a ver: “porque en el pecado, él ve hijos que hay que elevar de nuevo; en la muerte, hermanos para resucitar; en la desolación, corazones para consolar. No tengas miedo, por tanto: el Señor ama tu vida, incluso cuando tienes miedo de mirarla y vivirla”.

El lenguaje del Señor: el amor

La tercera certeza es que Dios ama. “Por eso pide a Pedro y nos pide a nosotros que sintonicemos con su mismo lenguaje: «¿Me amas?». Pedro acoge la invitación y, después de tanto tiempo pasado con Jesús, comprende que amar quiere decir dejar de estar en el centro”.

Pedro, descentrado “Se reconoce frágil, comprende que no puede seguir adelante sólo con sus fuerzas. Y se funda en el Señor, en la fuerza de su amor, hasta el extremo”. Y el Papa continua: “Ser cristiano es una invitación a confiar que el amor de Dios es más grande que toda limitación o pecado”.

Después, el Papa cuestiona al auditorio por las dificultades que tenemos para experimentar a Dios como amor, pues damos testimonio de un Dios lejano al amor. E insiste: “He aquí el milagro de Dios que, si nos dejamos guiar por su amor, hace de nuestras vidas obras de arte”.

El Papa francisco recuerda también, a los testigos de la Pascua que han realizado obras maestras magníficas, pues “Entregando la vida, fueron signos vivientes del Señor sabiendo superar la apatía con valentía y ofreciendo una respuesta cristiana a las inquietudes que se les presentaban”.

En esto consiste una Iglesia joven, en que es capaz de testimoniar el amor de Cristo, “un amor que apremia y que nos lleva a ser luchadores por el bien común, servidores de los pobres, protagonistas de la revolución de la caridad y del servicio, capaces de resistir las patologías del individualismo consumista y superficial”.

El Papa finalizó la homilía animando a los cristianos: “No tengan miedo de ser los santos que esta tierra necesita, una santidad que no les quitará fuerza, vida o alegría; sino más bien todo lo contrario, porque ustedes y los hijos de esta tierra llegarán a ser lo que el Padre soñó cuando los creó (cf. Exhort. apost. Gaudete et exsultate, 32). Llamados, sorprendidos y enviados por amor”.

Gracias por haber leído este artículo. Si desea mantenerse actualizado, suscríbase al boletín pulsando aquí

05 mayo 2019, 16:48