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El obispo Vasyl Tuchapets, del exarcado greco-católico de Kharkiv, durante la bendición de Pascua. El obispo Vasyl Tuchapets, del exarcado greco-católico de Kharkiv, durante la bendición de Pascua.

Exarca de Kharkiv, Ucrania: El corazón está vivo

El obispo greco-católico Vasyl Tuchapets ofrece una visión de la resistencia diaria de la gente a la guerra: mantenemos las iglesias siempre abiertas para que cualquiera pueda venir a rezar, hacer consultas y pedir comida. Damos las gracias al Papa, a Italia y a quienes siguen prestando ayuda: un pequeño gesto basta para subir el ánimo.

Svitlana Dukhovych - Ciudad del Vaticano

"A los representantes de la Iglesia nos resulta cada vez más difícil apoyar y animar a la gente, porque ya estamos en el tercer año de la guerra a gran escala. Y todo esto nos afecta también a nosotros: somos personas normales y sentimos esta carga como todo nuestro pueblo. Pero, al mismo tiempo, me doy cuenta de lo importante que es que la Iglesia esté presente aquí, que siga ayudando en la medida de lo posible", afirma el obispo greco-católico Vasyl Tuchapets, exarca de Kharkiv, en una entrevista concedida a Radio Vaticana - Vatican News.

Monseñor Vasyl Tuchapets, Exarca de Kharkiv.
Monseñor Vasyl Tuchapets, Exarca de Kharkiv.

La situación en Kharkiv

Mientras el obispo, junto con sus fieles, se prepara para celebrar la Pascua, la tercera en condiciones de guerra, los bombardeos en la ciudad y la región no cesan; es más, en los últimos meses se han hecho más frecuentes. "Los lugares habitados que están más cerca de la frontera con Rusia, más cerca de la línea del frente, son los que más están sufriendo", explica el exarca. Algunas personas han sido evacuadas de estos lugares, muchas se están trasladando a Kharkiv. Por ejemplo, el jueves pasado, día en que distribuimos ayuda humanitaria, hablé con un hombre que venía de Vovchansk [a 5 km de la frontera rusa - ed] y nos mostró fotos de lo que quedaba de su casa bombardeada, nada más que un montón de ladrillos. El hombre vino pidiendo ropa, sábanas, comida y zapatos porque no tiene prácticamente nada. En Kharkiv, se aloja en el apartamento de unos amigos que habían abandonado la ciudad. Muchas personas que se han trasladado aquí se ven obligadas a alquilar un piso y gastar el poco dinero que reciben del Estado. No les queda mucho para comprar alimentos y medicinas. Así que la situación humanitaria es muy difícil".

Los fieles asisten a la solemnidad de Pascua en Kharkiv.
Los fieles asisten a la solemnidad de Pascua en Kharkiv.

La constante necesidad de ayuda humanitaria

Cada jueves, el patio de la catedral greco-católica de Kharkiv sigue lleno de gente que viene a pedir ayuda. El obispo Tuchapets afirma que, por desgracia, el Exarcado recibe cada vez menos asistencia y, por tanto, no puede ofrecer a la gente tanto como antes. "Seguimos dándoles todo lo que tenemos. Prácticamente, sólo recibimos ayuda de Italia: de la parroquia ucraniana de Santa Sofía en Roma, del limosnero apostólico, el cardenal Krajewski, de la Cáritas del Exarcado para los católicos ucranianos de rito bizantino en Italia y también de la diócesis latina de Como. Y a todos ellos les estamos muy agradecidos por ello".

El clima de tensión

Los ataques rusos, precisa el prelado, se dirigen principalmente contra las infraestructuras. Últimamente, ha habido problemas con la electricidad en la ciudad, que se suministra por horas. Pero a menudo se atacan objetivos civiles, causando muertos y heridos. Por ejemplo, monseñor Tuchapets recuerda que hace unos días, dos cohetes cayeron cerca de un hospital. Afortunadamente, el edificio no fue alcanzado, sólo resultaron dañadas ventanas y puertas, y una persona resultó herida por un cristal. Ahora el clima es bastante tenso. Aunque nos estamos preparando para la celebración de la Pascua, sentimos la tensión, oímos sirenas y bombardeos todo el tiempo. Algunas personas se han marchado, sobre todo las que tienen niños, pero no es un fenómeno masivo. Al contrario, muchos han vuelto del extranjero porque dicen que en casa se está mejor".

Los pequeños actos de caridad ayudan

La gente, como apunta el exarca de Kharkiv, necesita apoyo. "Nuestros vecinos dicen que cuando hay un sacerdote se sienten más tranquilos. Aunque para nosotros -continúa- cada vez es más difícil apoyar y animar a la gente. Y esto también nos afecta a nosotros: somos personas como los demás y sentimos el peso de esta situación como toda nuestra gente. Pero la presencia de la Iglesia, de los sacerdotes, de los religiosos junto a la gente en estos momentos difíciles es muy importante. Intentamos hacer lo que podemos. Cada semana viene mucha gente a pedir ayuda humanitaria, y luego expresan mucha gratitud".

Hace poco, cuenta que distribuyeron los dulces típicos de Pascua que les enviaron desde Italia y todos se alegraron mucho de recibirlos.

"Hace falta muy poco para animarles. Lo más importante es mostrar compasión por los demás, porque aquí la población está muy estresada, a menudo nos preguntan cuándo acabará esto. Por eso, siempre mantenemos abiertas las puertas de nuestra iglesia, para que la gente pueda venir, hacer preguntas, pedir ayuda. Y la Iglesia debe estar preparada, tener algo que ofrecerles".

La luz que atraviesa la oscuridad

En Kharkiv, como en otras regiones de Ucrania (aparte de las occidentales), la transmisión de la fe de una generación a otra se interrumpió durante el régimen soviético. El acercamiento de la gente a la fe, iniciado tras el restablecimiento de la independencia, se produce gradualmente y aquí aún no hay muchos creyentes practicantes. Sin embargo, la Pascua es una de las pocas fiestas en las que la gente va a la iglesia, al menos para que le bendigan la "paska" [ndr: pan que se prepara en Ucrania para Pascua]. Monseñor Tuchapets asegura que, aunque no sea sólida, la fe también se manifiesta a través de esta tradición. "Lo importante, dice, es que la Iglesia continúe su misión, siga haciendo gestos de humanidad porque esto hace que la población se acerque a la Iglesia".

"En esta situación de guerra, sufrimiento y dolor tenemos la fiesta de la Resurrección de Cristo que nos da esperanza, nos da la luz que atraviesa esta oscuridad. Cristo sufrió, pero ha resucitado y nos da la alegría de la resurrección. Deseo que cada uno de nosotros, incluso en este tiempo difícil de guerra, experimente esta alegría del encuentro con Cristo vivo y resucitado y comparta esta alegría, este amor y esta misericordia con los demás, con aquellos que necesitan nuestro apoyo y nuestra ayuda".


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06 mayo 2024, 10:28