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Reliquias de los Beatos padre Giuseppe Bernardi y padre Mario Ghibaudo Reliquias de los Beatos padre Giuseppe Bernardi y padre Mario Ghibaudo 

Los frutos de paz del testimonio de los padres Bernardi y Ghibaudo

Beatificados el pasado 16 de octubre por el cardenal Marcello Semeraro, los dos sacerdotes fueron asesinados por los nazis en la masacre del 19 de septiembre de 1943. Hoy existen varias iniciativas para recordar su ejemplo de fe, entre las últimas la institución de un premio que se otorgará a quienes se comprometan por los caminos del perdón y el bien común. Don Mondino: nos enseñan a ser peregrinos de la esperanza, como nos invita el Papa Francisco para el Jubileo 2025.

Tiziana Campisi - Ciudad del Vaticano

Corría el año 1943. Con el telón de fondo de la Segunda Guerra Mundial, los alemanes habian tomado el control de varios territorios del centro y el norte de Italia y la ciudad de Boves, en la provincia de Cuneo, se habia convertido en un punto de concentracion de las fuerzas alemanas que intentaban bloquear la huida de los soldados italianos -muchos de los cuales estaban escondidos con los partisanos en las montañas- abandonados sin instrucciones del gobierno de Badoglio tras la firma del armisticio con los angloamericanos. Tras un tiroteo entre soldados alemanes y la resistencia italiana, que acabó con un muerto en ambos bandos y la captura de dos soldados de las SS, llegaron refuerzos alemanes, dirigidos por el mayor Joseph Peiper. Éste amenaza con destruir Boves si no consigue la liberación de los prisioneros y la devolución del cuerpo del soldado asesinado, y cita como intermediarios al párroco, el padre Giuseppe Bernardi, y a un vecino de la localidad, el comerciante Antonio Vassallo. Es el 19 de septiembre.

Tras una larga negociación con ambos, los partisanos entregan a los rehenes y el cadáver del alemán asesinado, pero, una vez cumplida la tarea, Don Giuseppe y Vassallo son introducidos en un furgón blindado, conducidos a un lugar aislado y asesinados. Incendian sus cuerpos y prenden fuego a Boves. Arden unas 350 casas y mueren otras 23 personas, entre ellas el joven vicario parroquial, el padre Mario Ghibaudo, de sólo 23 años, que es tiroteado mientras ayuda a escapar a ancianos y niños, en el intento de dar la absolución a un moribundo tiroteado por un alemán.

Mártires en el desempeño de su ministerio

El acontecimiento es conocido históricamente como la masacre de Boves. De aquel trágico 19 de septiembre de 1943, además de dolorosos recuerdos, han quedado los testimonios de los sacerdotes Giuseppe Bernardi y Mario Ghibaudo, quienes, a pesar de ser conscientes de los peligros a los que se enfrentaban, siguieron ejerciendo su ministerio, dando su vida en un intento de salvar a los ciudadanos de Boves. Los dos sacerdotes fueron reconocidos mártires y beatificados el 16 de octubre del año pasado por el cardenal Marcello Semeraro, prefecto del Dicasterio para las Causas de los Santos. El P. Giuseppe, humilde, bondadoso y reservado, era muy querido por la gente por su compromiso pastoral, su profundo sentido de paternidad y su gran sensibilidad hacia los pobres y los enfermos. El P. Mario había sido ordenado sacerdote tres meses antes. Aquel terrible día en que perdió la vida, no escatimó un solo instante: en la calle, donde reinaban la confusión y la violencia, dio la bendición a todo el mundo y preguntó si alguien quería la absolución de sus pecados, y justo cuando bendecía a un moribundo, fue alcanzado por los disparos de una ametralladora.

Los frutos del testimonio de los dos sacerdotes

En Boves, la memoria del padre Giuseppe y del padre Mario sigue viva. Sus restos mortales se encuentran en la parroquia de San Bartolomeo. Desde hace años se cultivan relaciones amistosas con la ciudad de Schondorf, centro de Baviera donde está enterrado Joachim Peiper, el comandante alemán que ordenó la masacre del 19 de septiembre de 1943. En mayo de este año, una delegación de la comunidad de Boves llevó a Alemania las reliquias de los dos beatos, que fueron colocadas en un altar de la iglesia de Santa Ana, dentro del cementerio donde se encuentra la tumba del comandante Peiper.

Hay varias iniciativas para recordar a los dos sacerdotes, explica a Vatican News el párroco de la parroquia de San Bartolomeo, el padre Bruno Mondino, postulador también de la fase diocesana de la causa de beatificación. La Asociación padre Bernardi y padre Ghibaudo ha instituido también un premio que lleva el nombre de los dos sacerdotes y de Antonio Vassallo y que se concederá en otoño. El premio pretende sensibilizar a las personas, grupos, comunidades u organizaciones que trabajan en los caminos de la paz, el perdón, la reconciliación y la reconstrucción bajo la bandera de la solidaridad, la fraternidad, la justicia y el bien común.

¿Qué nos enseñan hoy los padres Giuseppe Bernardi y Mario Ghibaudo?

Lo primero que nos enseñan es que es importante permanecer en nuestro sitio. Tuvieron el valor de no huir, de permanecer en su sitio cuando sabían que se avecinaba el drama. Del viaje que hemos hecho redescubriendo a estas figuras, han surgido algunas lecciones que son como pequeñas semillas que ellos han esparcido y que están floreciendo. La primera semilla es la de la reconciliación. Es una semilla que el padre Bernardi sembró cuando era rehén del comando alemán: fue a bendecir el cuerpo del joven soldado muerto en el tiroteo que tuvo lugar en la mañana del 19 de septiembre de 1943 entre partisanos y tropas alemanas. De ese gesto aprendimos que debemos tender puentes, ir más allá de lo ocurrido. Por eso buscamos el contacto con la comunidad alemana de Schondorf, donde está enterrado Peiper, el comandante que ordenó la destrucción de Boves, e intentamos tender un puente con esta comunidad.

¿Hasta qué punto sigue vivo el testimonio de estos dos sacerdotes?

Es un testimonio que está siempre más vivo. Nosotros, a lo largo del camino, hemos podido hacer porque había testigos que tenían en su corazón la imagen, el icono, de lo que sucedió aquel día, de la entrega de estos dos sacerdotes. Sus vidas hablan, hablan a los jóvenes, hablan a nuestras comunidades; el recuerdo implica a tanta gente. La beatificación fue también un momento en el que vimos a la comunidad reunirse en torno a estas dos figuras y también en torno a Antonio Vassallo. Para él no era posible pensar en la causa de beatificación por respeto a su laicidad; la familia siempre ha querido subrayar este aspecto y nosotros también estamos contentos de haberlo, de alguna manera, salvaguardado. Y ahí reside la belleza de la memoria, que no lo aplana todo, sino que también salva las diferencias y sabe integrarlas en una visión común.

Tras el martirio del padre Giuseppe y del padre Mario nacieron en Boves una serie de iniciativas, ¿podría hablarnos de ellas?

Boves pagó un alto precio en la guerra, porque después de la primera masacre hubo una segunda, y una tercera después de la liberación, cuando perdió a 100 jóvenes en Rusia. Así que fue realmente duro. Fueron meses terribles. Pero supo reaccionar con dignidad, reconstruirse, y en 1983 tuvo la intuición, gracias al alcalde de la época, de crear una escuela de la paz, la primera de Italia. Se hizo una gran obra de educación a la paz. El recuerdo de estos sacerdotes también nos ha llevado a tomar contacto con Schondorf, y es un contacto vivo y muy productivo.

80 años después de la muerte del padre Giuseppe y del padre Mario, ustedes han instituido un premio que lleva su nombre y el del empresario Antonio Vassallo, que fue asesinado junto con el padre Giuseppe, ¿qué señal quieren dar con este premio?

Es un premio que tiene este significado: ver, vislumbrar, las muchas iniciativas orientadas al bien común. Porque son muchas las que trabajan por el bien común. La idea es abrir los ojos a tanta gente que, quizá en silencio, trabaja -y trabaja bien- por el bien común. Y por eso queremos recompensar a esas personas.

En vísperas del Jubileo de 2025, ¿qué nos dicen los padres Giuseppe y Mario?

Me parece interesante el título que el Papa ha pensado para el Jubileo: "Peregrinos de la esperanza". Yo vería a estos dos sacerdotes así, como peregrinos de la esperanza. Tenían esperanza y confiaban ciegamente en el amor de Dios, en su misericordia. Y jugaron todas sus cartas y sus mejores cartas -el hecho de ser sacerdotes- en un contexto de violencia sin precedentes. Evidentemente lo hicieron porque se habían preparado toda la vida, no improvisaron. El párroco, cuando llegó a Boves, había escrito: "Vengo a 'verare' la gloria de Dios". Un verbo que hoy ya no utilizamos, pero que es muy bonito e interesante. Y el vicepárroco, a los 17 años, había escrito: "Ser sacerdote, vivir como sacerdote, morir como sacerdote: ésta es la esperanza de mi vida". Así que se habían preparado para ese paso no sólo intelectualmente, sino con una vida coherente, una vida de fe, y en ese momento actuaron con toda la fe, con toda la esperanza. Y también nos enseñan a nosotros. Muchas veces, aunque no veamos, tal vez sea más importante que seamos peregrinos de la esperanza.

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19 julio 2023, 14:56