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Cordileone: Las escuelas católicas marcan la diferencia en la sociedad de EEUU

“Las escuelas católicas son un don de la Iglesia y un don para la Iglesia", escribe el arzobispo de San Francisco, monseñor Salvatore J. Cordileone, en un editorial publicado en el diario católico de San Francisco. "Hoy, probablemente como nunca antes, son importantes para la misión de la Iglesia”.

Isabella Piro - Ciudad del Vaticano

“Aprender. Servir. Guiar. Tener éxito": sobre este tema se celebra en Estados Unidos la Semana de las Escuelas Católicas, promovida por la National Catholic Association for Education del 26 de enero al 1 de febrero. El hilo conductor de la iniciativa, explican los promotores, "tiene que ver con los valores fundamentales que se encuentran en las escuelas católicas de todo el país", es decir, aprender a ser futuros líderes, pero también a ponerse al servicio de los demás y del bien común.

Celebrada por primera vez en 1974, la Semana tiene un logo oficial que hace explícito el tema elegido para el año 2020: representa, de hecho, un libro abierto coronado por una cruz, símbolo de la fe, y compuesto por páginas multicolores para indicar la unidad de intención de todas las escuelas católicas, a pesar de su dinamismo y diferencia. “Las escuelas católicas son un don de la Iglesia y un don para la Iglesia", escribe el arzobispo de San Francisco, monseñor Salvatore J. Cordileone, en un editorial publicado en el diario católico de San Francisco, "y hoy, probablemente como nunca antes, son importantes para la misión de la Iglesia”. Tales centros educativos, de hecho, "han hecho la historia de la formación y el desarrollo de los católicos y del catolicismo americano" y por lo tanto representan "lugares que hacen la diferencia" para el progreso de la Iglesia local y de la sociedad estadounidense.

Pero hay un elemento más que Monseñor Cordileone quiere destacar: "En el mundo actual, tan frenético y fragmentado, las escuelas católicas son uno de los raros lugares donde se permite el lujo del tiempo" para dedicarse a la formación. Porque la educación de los jóvenes "a la fe, a la sabiduría y a la virtud requiere tiempo, no puede hacerse apresuradamente". No sólo eso: las escuelas católicas "tienen también una relación privilegiada con las familias" de los alumnos, forjando con ellas "una colaboración especial arraigada en la esperanza, con el objetivo específico de formar a las próximas generaciones".

De esta manera, los centros educativos católicos "han alimentado y nutrido a las familias en el amor de Cristo y su Iglesia, apoyándolas en su búsqueda de la verdad, la belleza y el bien". Indispensables para la Iglesia y para la sociedad, por lo tanto - concluye el Arzobispo de San Francisco - las escuelas católicas "merecen nuestra atención, nuestro compromiso, nuestro apoyo continuo y la más profunda gratitud por el trabajo que realizan".

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23 enero 2020, 15:20