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Mons. Guimarães denuncia delitos ambientales y contra la vida en Minas Gerais

El obispo auxiliar de Belo Horizonte hace referencia a la ruptura de la presa por los residuos de la mina Brumadinho, de la multinacional brasileña Vale, que tuvo lugar el 25 de enero. La tragedia causó 150 muertos y 182 personas siguen desaparecidas.

Sofía Lobos - Ciudad del Vaticano

“No hubo ningún incidente en Minas Gerais. Hubo un delito ambiental y un homicidio colectivo”. Es la declaración de monseñor Joaquim Mol Guimarães, obispo auxiliar de Belo Horizonte y rector de la Universidad Pontificia de Minas Gerais, al sur de Brasil, publicada en un artículo enviado a la Agencia Fides.

El prelado hace referencia a la ruptura de la presa por los residuos de la mina Brumadinho, de la multinacional brasileña Vale, que tuvo lugar el 25 de enero. La tragedia causó 150 muertos y 182 personas siguen desaparecidas. Por el momento, hay varios detenidos acusados de ser responsables de haber alterado los informes sobre el estado de los diques que colapsaron días atrás, causando este desastre de terribles consecuencias.

Riqueza del Creador convertida en perdición

Según monseñor Mol, la riqueza generosamente dada por el Creador al estado de Minas Gerais "se ha convertido en su perdición".

“Minas ve la aniquilación de sus ríos, lagos, tierras cultivables, comunidades y culturas. Los crímenes se cometen contra la vida, contra el medio ambiente y contra el derecho a vivir en comunidad y en familia”, asegura el obispo.

 

En su artículo titulado Compañías mineras culpables de injusticia humana, evoca el mensaje de la Laudato Si, y subraya: “lo que ha dejado al hombre para prosperar, tener una vida plena y transmitirlo a las generaciones futuras, puede ser destruido en poco tiempo por la acción, irrevocablemente especulativa y criminal de las empresas mineras”.

Multinacionales: pobreza y riesgo de vida

"En la búsqueda de un beneficio exorbitante, bajo el criterio único de sus acciones que comportan pocas ventajas para la sociedad; las empresas del sector optan conscientemente por modelos extractivos perjudiciales para el medio y para la vida humana que se concentran cada vez más en manos de muy pocas personas dejando a los trabajadores en la pobreza y exponiéndolos al riesgo de la vida", asegura Mons. Mol.

“Minas ve la aniquilación de sus ríos, lagos, tierras cultivables, comunidades y culturas. Los crímenes se cometen contra la vida, contra el medio ambiente y contra el derecho a vivir en comunidad y en familia”

Además, el mitrado escribe que la minería en Brasil se ha vuelto éticamente insostenible:

"Existe una débil regulación del sector por parte del poder legislativo y una justicia condicionada, lejos del pueblo brasileño. Lo fue tanto para Brumadinho como para la tragedia similar de Mariana (2015), aún en espera de justicia" - continúa explicando el obispo- para quien "no se trata de accidentes sino de delitos ambientales, de homicidios colectivos que, además de matar a la naturaleza, las personas y los animales, casi han matado la esperanza, la fe, la dignidad y el amor de los supervivientes”.

Los culpables deben pagar por los delitos

Por último, el obispo auxiliar de Belo Horizonte pide que todos los responsables paguen por el delito cometido:

“No podemos permitir que las cosas sigan así”, añade el prelado pidiendo el apoyo de personas, organizaciones e instituciones para levantarse contra este modelo de negocios inadmisibles y profundamente injusto que representan, como dice el Papa Francisco; "una economía que mata".

“Necesitamos más que nunca de un debate que una a todos en la búsqueda de respuestas al desafío ambiental, que exige respeto y tiene un impacto en todos nosotros”, concluye. 

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07 febrero 2019, 17:00