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Sagrada Familia de Nazaret
Sagrada Familia de Nazaret Sagrada Familia de Nazaret 

Sagrada Familia de Nazaret

La fiesta de la Sagrada Familia de Jesús, María y José se celebra el domingo después de Navidad. Es una fiesta que surgió a partir del siglo XIX en Canadá, y pasó luego a toda la Iglesia a partir de 1920. Al principio se celebraba el domingo después de la Epifanía. Es una fiesta que pretende señalar a la Sagrada Familia de Nazaret como "el verdadero modelo de vida" (Colecta) para que nuestras familias se inspiren en ella y puedan encontrar ayuda y consuelo.

Del Evangelio según san Mateo

Cuando se marcharon, un ángel del Señor se le apareció en sueños a José y le dijo:
- Levántate, toma al niño y a su madre, huye a Egipto y quédate allí hasta que yo te diga, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo.
Él se levantó, tomó al niño y a su madre y huyó a Egipto. Allí permaneció hasta la muerte de Herodes, para que se cumpliera lo que dijo el Señor por medio del profeta: “De Egipto llamé a mi hijo”.
Muerto Herodes, un ángel del Señor se le apareció en sueños a José en Egipto y le dijo:
- Levántate, toma al niño y a su madre y vete a la tierra de Israel; porque han muerto ya los que atentaban contra la vida del niño.
Se levantó, tomó al niño y a su madre y vino a la tierra de Israel. Pero al oír que Arquelao reinaba en Judea en lugar de su padre Herodes, temió ir allá; y avisado en sueños marchó a la región de Galilea. Y se fue a vivir a una ciudad llamada Nazaret, para que se cumpliera lo que se había dicho por medio de los profetas: «Será llamado nazareno».

Familia en movimiento

Si algo nos llama la atención en la lectura del texto del Evangelio, son los numerosos verbos de "movimiento": salir, levantarse, huir, refugiarse, vivir... El mapa no es menos impresionante: Belén, Egipto y luego Nazaret. Ciertamente, la clave de todo este "movimiento" se encuentra en la cita del profeta Oseas: "De Egipto llamé a mi hijo". Egipto, lugar de refugio para los perseguidos y punto de partida del Éxodo de Israel. La Familia de Nazaret traza así el camino de tantos perseguidos y refugiados en la historia, pero al mismo tiempo remite a la mano poderosa de Dios que sabe liberar a su pueblo.
La experiencia de la familia de Nazaret no puede dejar de hacernos pensar en las muchas familias de hoy que también están "en movimiento". Ciertamente, las familias obligadas a abandonar sus hogares y sus tierras en busca de paz, serenidad y trabajo. Pero también nos recuerda esa ansiedad de muchas de nuestras familias por no llegar a fin de mes, por la inestabilidad del afecto entre los cónyuges, por una enfermedad...
En la familia de Nazaret, nuestras familias, así como la familia humana, pueden aprender a dejarse guiar por la poderosa mano de Dios. Si bien es cierto, por un lado, que en muchas situaciones nos sentimos "refugiados", "extraños en nuestra propia casa" o en el corazón de la persona amada, es igualmente cierto que todo obstáculo, toda dificultad puede transformarse en una oportunidad de "éxodo", en una oportunidad de "camino de conversión" que es lo único que puede conducir a la serenidad, a la paz y a la estabilidad.

El Espíritu Santo habla a las familias de hoy

El Espíritu Santo sigue guiando hoy a todas las personas, a los matrimonios, a los padres. Pero debemos escuchar al Espíritu que habla en nosotros. El Hijo de Dios vino a nuestro encuentro en un Niño; sólo una mirada de fe sabe captar su presencia. Por eso, es importante recordar que las cosas cotidianas nunca son de poca importancia; que los encuentros cotidianos nunca son inútiles o puras casualidades: hace falta una mirada de fe para captar la realidad más allá de las apariencias. Porque todo es un "lugar" en el que encontramos (o rechazamos) la presencia de Dios. Todo es una señal para los que creen.

Evangelio de la familia

Vivir el evangelio de la familia no es fácil hoy en día, más aún en estos tiempos. Se nos critica o ataca simplemente porque queremos defender la vida desde el vientre materno. Sin embargo, en el Evangelio encontramos el camino para vivir una vida hermosa a nivel personal y familiar, un camino ciertamente exigente, pero fascinante. Es un camino que podemos recorrer siguiendo el ejemplo de la Sagrada Familia de Nazaret y gracias a su intercesión. En toda familia hay momentos felices y tristes, pacíficos y difíciles. Es la vida. Vivir el "evangelio de la familia" no nos exime de experimentar dificultades y tensiones, de encontrar momentos de feliz fortaleza y momentos de triste fragilidad. Las familias heridas y marcadas por la fragilidad, por los fracasos, por las dificultades, pueden resurgir acudiendo al Evangelio, pueden encontrar nuevas posibilidades para un nuevo comienzo. 

Oración

La vida oculta de Nazaret
permite a todo hombre
estar en comunión con Jesús
en lo más cotidiano de la vida:
Nazaret es la escuela
donde uno se inicia en la comprensión
de la vida de Jesús,
es decir, la escuela del Evangelio...
En primer lugar, nos enseña el silencio.
Oh, si renaciera en nosotros
la estima del silencio,
una admirable e indispensable atmósfera del espíritu...
Nos enseña la forma de vivir en familia.
Nazaret nos recuerda lo que es la familia,
lo que es la comunión de amor,
su belleza austera y sencilla,
su carácter sagrado e inviolable...
Finalmente, aprendemos una lección de trabajo.
¡Oh! Hogar de Nazaret,
¡hogar del "Hijo del carpintero"!
Aquí sobre todo queremos entender
y celebrar la ley, severa por supuesto,
pero redentora, del cansancio humano...
Por último, queremos saludar a los trabajadores del mundo...
y mostrarles el gran modelo,su hermano divino.

(San Pablo VI, discurso del 5 de enero de 1964 en Nazaret)

29 diciembre

Del Evangelio según san Lucas

Cuando llegó el día fijado por la Ley de Moisés para la purificación, llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor, como está escrito en la Ley: "Todo varón primogénito será consagrado al Señor".  (…) Después de cumplir todo lo que ordenaba la Ley del Señor, volvieron a su ciudad de Nazaret, en Galilea. El niño iba creciendo y se fortalecía, lleno de sabiduría, y la gracia de Dios estaba con Él. (Lc, 2 22-40)

La custodia de los hijos

En la fiesta de la Sagrada Familia, resulta natural pensar en todas las familias y en el papel de los padres, llamados a "cuidar y alimentar" (cfr. Gn 2,15) la vida de sus hijos, desde el vientre materno (cf. Is 49,1; Sal 139,13), ayudándoles a crecer y a madurar.

La misión de Jesús

La presentación de Jesús en el Templo y las palabras de Simeón y Ana revelan la misión de Jesús, abren el horizonte. Simeón y Ana son ancianos y han vivido esperando este día. Simeón es profundamente religioso, atento a la voz del Espíritu, hasta el punto de que el evangelista lo subraya tres veces (Lc 2, 25, 26, 27): Simeón fue inspirado por Dios (v. 25); el Espíritu Santo le predijo...(v 26); movido por el Espíritu Santo fue al templo (v 27). De Ana, sin embargo, el texto dice que "nunca se alejó del templo" (v. 37).
Son rasgos importantes, porque indican la familiaridad de estos dos ancianos con el Señor, muestran hasta qué punto vivían en la espera del Mesías anunciado por los profetas. Es esta familiaridad la que les hace capaces de reconocer al Señor cuando se presenta: saben leer todo a la luz de la Palabra meditada día y noche, y saben ir más allá de las apariencias. Es precisamente el Espíritu el que guía a Simeón y Ana para acoger y reconocer a Jesús. En este mundo se han saciado, no tienen más expectativas: "Ahora puedes dejar, Señor, que tu siervo vaya en paz según tu palabra..." (v. 29ss).

El Espíritu Santo habla a las familias de hoy

El Espíritu Santo sigue guiando hoy a todas las personas, a los matrimonios, a los padres. Pero debemos escuchar al Espíritu que habla en nosotros. El Hijo de Dios vino a nuestro encuentro en un Niño; sólo una mirada de fe sabe captar su presencia. Por eso, es importante recordar que las cosas cotidianas nunca son de poca importancia; que los encuentros cotidianos nunca son inútiles o puras casualidades: hace falta una mirada de fe para captar la realidad más allá de las apariencias. Porque todo es un "lugar" en el que encontramos (o rechazamos) la presencia de Dios. Todo es una señal para los que creen.

Evangelio de la familia

Vivir el evangelio de la familia no es fácil hoy en día, más aún en estos tiempos. Se nos critica o ataca simplemente porque queremos defender la vida desde el vientre materno. Sin embargo, en el Evangelio encontramos el camino para vivir una vida hermosa a nivel personal y familiar, un camino ciertamente exigente, pero fascinante. Es un camino que podemos recorrer siguiendo el ejemplo de la Sagrada Familia de Nazaret y gracias a su intercesión. En toda familia hay momentos felices y tristes, pacíficos y difíciles. Es la vida. Vivir el "evangelio de la familia" no nos exime de experimentar dificultades y tensiones, de encontrar momentos de feliz fortaleza y momentos de triste fragilidad. Las familias heridas y marcadas por la fragilidad, por los fracasos, por las dificultades, pueden resurgir acudiendo al Evangelio, pueden encontrar nuevas posibilidades para un nuevo comienzo. 

Oración

Jesús, María y José,
Sagrada Familia de Nazaret,
hoy dirigimos a vosotros nuestra mirada
con admiración y confianza;
en vosotros contemplamos
la belleza de la comunión en el amor verdadero;
os encomendamos a todas nuestras familias,
para que se renueven en ellas las maravillas de la gracia.
Sagrada Familia de Nazaret,
atractiva escuela del santo Evangelio,
enséñanos a imitar tus virtudes
con una sabia disciplina espiritual,
concédenos la mirada clara
que sabe reconocer la Providencia
en las realidades cotidianas de la vida.
Sagrada Familia de Nazaret,
custodia fiel del misterio de la salvación
reaviva en nosotros la estima del silencio,
haz de nuestras familias cenáculos de oración
y transfórmalos en pequeñas iglesias domésticas,
renueva el deseo de santidad,
sostén la noble labor del trabajo, de la educación,
de la escucha, de la comprensión mutua y del perdón.
Sagrada Familia de Nazaret,
devuelve a nuestra sociedad la conciencia
del carácter sagrado e inviolable de la familia,
un bien inestimable e insustituible.
Que cada familia sea un hogar acogedor de bondad y de paz
para los niños y los ancianos
para los que están enfermos y solos
para los pobres y necesitados.
Jesús, María y José
con confianza os rogamos,
con alegría nos encomendamos a vosotros.

(Papa Francisco, Oración recitada ante el icono de la Sagrada Familia

con motivo del Día de la Familia, el 27 de octubre de 2013)

Del Evangelio según san Lucas

Cuando el niño cumplió doce años, subieron como de costumbre, y acabada la fiesta, María y José regresaron, pero Jesús permaneció en Jerusalén sin que ellos se dieran cuenta.
Creyendo que estaba en la caravana, caminaron todo un día y después comenzaron a buscarlo entre los parientes y conocidos. Como no lo encontraron, volvieron a Jerusalén en busca de Él.
Al tercer día, lo hallaron en el Templo en medio de los doctores de la Ley, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Y todos los que los oían estaban asombrados de su inteligencia y sus respuestas.
Al verlo, sus padres quedaron maravillados y su madre le dijo: «Hijo mío, ¿por qué nos has hecho esto? Piensa que tu padre y yo te buscábamos angustiados».
Jesús les respondió: «¿Por qué me buscaban? ¿No sabían que yo debo ocuparme de los asuntos de mi Padre?».
Ellos no entendieron lo que les decía. Él regresó con sus padres a Nazaret y vivía sujeto a ellos. Su madre conservaba estas cosas en su corazón.
Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia, delante de Dios y de los hombres. (Lc 2,42-52)

El regalo

El primer dato que se desprende de los textos bíblicos de esta fiesta es que un hijo es un don de Dios. Se capta en la primera lectura, que narra el nacimiento del profeta Samuel, y se capta en la respuesta que Jesús da a sus padres en el Templo.

La incomprensión

Cuando María dice:  "Tu padre y yo te buscábamos angustiados", se refiere a San José; en la respuesta, Jesús se refiere a su Padre, Dios: “¿No sabían que yo debo ocuparme de los asuntos de mi Padre?». María y José "no entendieron lo que les decía”, aunque sí que sabían que el Niño era un don de Dios. Al final, sólo la Cruz revelará en toda su plenitud quién es Jesús, el Hijo de Dios.

El camino de fe de María

La respuesta de Jesús no será fácil para la Virgen María, hasta el punto de que el evangelista señala que "conservaba estas cosas en su corazón". No las descarta de su memoria y de su corazón porque es consciente de que debe esperar para comprender. Este es el camino de la fe, donde la duda no detiene la esperanza, sino que se abre a la expectativa.

José y María, padres

Como a los padres de hoy, también a José y a María les costó entender las palabras y las elecciones de su Hijo Jesús. De ellos, los padres de hoy pueden aprender a tomar conciencia de que, por encima de todo, hay un hijo que debe crecer: ciertamente, está llamado a corresponder a las muchas expectativas puestas en él -las de los padres, los amigos, los compañeros...-; pero hay una expectativa aún más importante, fundamental y fundante, la de Dios, Padre y Creador. Ante esta expectativa, que se convierte en una "llamada" en el corazón de cada persona, la actitud más adecuada es la de la oración, la de "guardar las cosas en el corazón" para que todo se revele en el momento y el modo adecuados.

El Espíritu Santo habla a las familias de hoy

El Espíritu Santo sigue guiando hoy a todas las personas, a los matrimonios, a los padres. Pero debemos escuchar al Espíritu que habla en nosotros. El Hijo de Dios vino a nuestro encuentro en un Niño; sólo una mirada de fe sabe captar su presencia. Por eso, es importante recordar que las cosas cotidianas nunca son de poca importancia; que los encuentros cotidianos nunca son inútiles o puras casualidades: hace falta una mirada de fe para captar la realidad más allá de las apariencias. Porque todo es un "lugar" en el que encontramos (o rechazamos) la presencia de Dios. Todo es una señal para los que creen.

Evangelio de la familia

Vivir el evangelio de la familia no es fácil hoy en día, más aún en estos tiempos. Se nos critica o ataca simplemente porque queremos defender la vida desde el vientre materno. Sin embargo, en el Evangelio encontramos el camino para vivir una vida hermosa a nivel personal y familiar, un camino ciertamente exigente, pero fascinante. Es un camino que podemos recorrer siguiendo el ejemplo de la Sagrada Familia de Nazaret y gracias a su intercesión. En toda familia hay momentos felices y tristes, pacíficos y difíciles. Es la vida. Vivir el "evangelio de la familia" no nos exime de experimentar dificultades y tensiones, de encontrar momentos de feliz fortaleza y momentos de triste fragilidad. Las familias heridas y marcadas por la fragilidad, por los fracasos, por las dificultades, pueden resurgir acudiendo al Evangelio, pueden encontrar nuevas posibilidades para un nuevo comienzo. 

Oración

Jesús, María y José,
Sagrada Familia de Nazaret,
hoy dirigimos a vosotros nuestra mirada
con admiración y confianza;
en vosotros contemplamos
la belleza de la comunión en el amor verdadero;
os encomendamos a todas nuestras familias,
para que se renueven en ellas las maravillas de la gracia.
Sagrada Familia de Nazaret,
atractiva escuela del santo Evangelio,
enséñanos a imitar tus virtudes
con una sabia disciplina espiritual,
concédenos la mirada clara
que sabe reconocer la Providencia
en las realidades cotidianas de la vida.
Sagrada Familia de Nazaret,
custodia fiel del misterio de la salvación
reaviva en nosotros la estima del silencio,
haz de nuestras familias cenáculos de oración
y transfórmalos en pequeñas iglesias domésticas,
renueva el deseo de santidad,
sostén la noble labor del trabajo, de la educación,
de la escucha, de la comprensión mutua y del perdón.
Sagrada Familia de Nazaret,
devuelve a nuestra sociedad la conciencia
del carácter sagrado e inviolable de la familia,
un bien inestimable e insustituible.
Que cada familia sea un hogar acogedor de bondad y de paz
para los niños y los ancianos
para los que están enfermos y solos
para los pobres y necesitados.
Jesús, María y José
con confianza os rogamos,
con alegría nos encomendamos a vosotros.

(Papa Francisco, Oración recitada ante el icono de la Sagrada Familia
con motivo del Día de la Familia, el 27 de octubre de 2013)

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