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Palabra del día

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Fecha07/11/2023
Martes de la XXXI semana del Tiempo ordinario

Lectura del Día

Flp 2, 5-11

Hermanos:
Tengan los mismos sentimientos
que tuvo Cristo Jesús,
el cual, siendo Dios,
no consideró que debía aferrarse
a las prerrogativas de su condición divina,
sino que, por el contrario, se anonadó a sí mismo
tomando la condición de siervo,
y se hizo semejante a los hombres.
Así, hecho uno de ellos, se humilló a sí mismo
y por obediencia aceptó incluso la muerte,
y una muerte de cruz.

Por eso Dios lo exaltó sobre todas las cosas
y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre,
para que al nombre de Jesús, todos doblen la rodilla
en el cielo, en la tierra y en los abismos,
y todos reconozcan públicamente que Jesucristo es el Señor,
para gloria de Dios Padre.

Evangelio del Día

Lectura del santo evangelio según san Lucas

Lc 14, 15-24

En aquel tiempo, uno de los que estaban sentados a la mesa con Jesús le dijo: "Dichoso aquel que participe en el banquete del Reino de Dios".

Entonces Jesús le dijo: "Un hombre preparó un gran banquete y convidó a muchas personas. Cuando llegó la hora del banquete, mandó un criado suyo a avisarles a los invitados que vinieran, porque ya todo estaba listo. Pero todos, sin excepción, comenzaron a disculparse. Uno le dijo: 'Compré un terreno y necesito ir a verlo; te ruego que me disculpes'. Otro le dijo: 'Compré cinco yuntas de bueyes y voy a probarlas; te ruego que me disculpes'. Y otro más le dijo: 'Acabo de casarme y por eso no puedo ir'.

Volvió el criado y le contó todo al amo. Entonces el señor se enojó y le dijo al criado: 'Sal corriendo a las plazas y a las calles de la ciudad y trae a mi casa a los pobres, a los lisiados, a los ciegos y a los cojos'.

Cuando regresó el criado, le dijo: 'Señor, hice lo que me ordenaste, y todavía hay lugar'. Entonces el amo respondió: 'Sal a los caminos y a las veredas; insísteles a todos para que vengan y se llene mi casa. Yo les aseguro que ninguno de los primeros invitados participará de mi banquete' ".

Palabras del Santo Padre

«Si la invitación hubiese sido, por ejemplo: “Venid, que tengo dos o tres amigos de negocios de otro país, podemos hacer algo juntos”, seguramente ninguno se hubiese disculpado». En efecto, «les asustaba la gratuidad», el hecho de «ser uno como los demás». Es «el egoísmo», el querer «estar en el centro de todo». (…)  Entonces es «difícil escuchar la voz de Jesús, la voz de Dios». Y, añadió el Papa, «detrás de esta actitud» hay otra cosa, aún «más profunda»: es el «miedo a la gratuidad». La gratuidad de Dios, en relación con las experiencias de la vida que nos han hecho sufrir, «es tan grande que nos da miedo». (…)  Estamos «más seguros en nuestros pecados, en nuestros límites», porque, de este modo, «estamos en nuestra casa». Salir, en cambio, «de nuestra casa para ir hacia la invitación de Dios, a la casa de Dios, con los demás» nos da «miedo». Y «todos nosotros cristianos tenemos este miedo escondido dentro», pero tampoco es mucho.  «católicos, pero no demasiado, confiados en el Señor, pero no demasiado». Y este «pero no demasiado» al final nos «empequeñece» … (Santa Marta, 4 noviembre 2014)