Buscar

Palabra del día

banner parola.jpg
Fecha10/08/2023
Fiesta de san Lorenzo, diácono y mártir

Lectura del Día

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios

2 Co 9, 6-10

Hermanos: Recuerden que el que poco siembra, cosecha poco, y el que mucho siembra cosecha mucho. Cada cual dé lo que su corazón le diga y no de mala gana ni por compromiso, pues Dios ama al que da con alegría. Y poderoso es Dios para colmarlos de toda clase de favores, a fin de que, teniendo siempre todo lo necesario, puedan participar generosamente en toda obra buena. Como dice la Escritura: Repartió a manos llenas a los pobres; su justicia permanece eternamente.

Dios, que proporciona la semilla al sembrador y le da pan para comer, les proporcionará a ustedes una cosecha abundante y multiplicará los frutos de su justicia.

Evangelio del Día

Lectura del santo evangelio según san Juan

Jn 12, 24-26

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Yo les aseguro que si el grano de trigo sembrado en la tierra no muere, queda infecundo; pero si muere, producirá mucho fruto. El que se ama a sí mismo, se pierde; el que se aborrece a sí mismo en este mundo, se asegura para la vida eterna.

El que quiera servirme que me siga, para que donde yo esté, también esté mi servidor. El que me sirve será honrado por mi Padre''.

Palabras del Santo Padre

«Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere, da mucho fruto» (Juan 12, 24). Intentemos pensar en un grano o en una pequeña semilla, que cae en el terreno. Si permanece cerrado en sí mismo, no sucede nada; si en cambio se rompe, se abre, entonces da vida a una espiga, a un brote, después a una planta y la planta dará fruto. Jesús ha llevado al mundo una esperanza nueva y lo ha hecho como la semilla: se ha hecho pequeño, como un grano de trigo; ha dejado su gloria celeste para venir entre nosotros: ha “caído en la tierra”. Pero todavía no era suficiente. Para dar fruto Jesús ha vivido el amor hasta el fondo, dejándose romper por la muerte como una semilla se deja romper bajo tierra. Precisamente allí, en el punto extremo de su abajamiento —que es también el punto más alto del amor— ha germinado la esperanza. Si alguno de vosotros pregunta: “¿Cómo nace la esperanza?”. “De la cruz. Mira la cruz, mira al Cristo Crucificado y de allí te llegará la esperanza que ya no desaparece, esa que dura hasta la vida eterna”. Y esta esperanza ha germinado precisamente por la fuerza del amor: porque es el amor que «todo lo espera. Todo lo soporta» (1 Corintios 13, 7), el amor que es la vida de Dios ha renovado todo lo que ha alcanzado. Así, en Pascua, Jesús ha transformado, tomándolo sobre sí, nuestro pecado en perdón. Pero escuchad bien cómo es la transformación que hace la Pascua: Jesús ha transformado nuestro pecado en perdón, nuestra muerte en resurrección, nuestro miedo en confianza. (Audiencia general, 12 abril 2017)