s. Leonardo de Puerto Mauricio, sacerdote franciscano

. Leonardo de Puerto Mauricio . Leonardo de Puerto Mauricio 

Como joven franciscano, Leonardo había pedido ser enviado como misionero en China. El cardenal Colloredo le había respondido: "Tu China será Italia", pues a finales del siglo XVII, el pueblo cristiano italiano sufría por tantas miserias materiales y por distintos errores doctrinales, que desde ese entonces ya era considerado como un país necesitado de muchos santos misioneros. Aparte del analfabetismo y la pobreza generalizada, uno de los errores doctrinales que azotaban aquellos tiempos era la herejía del frío jansenismo, que afirmaba que Dios había predestinado la salvación sólo para unos pocos elegidos. Los dañosos efectos de la doctrina herética jansenista se reflejaban también en un fuerte moralismo que presentaba a Dios como un juez muy severo, y no como un Padre misericordioso. Fue en este contexto social, cultural y religioso que Leonardo, como sacerdote franciscano vivió en primera persona una íntima y muy afectuosa unión con Dios.

Su método de evangelización por medio del Vía Crucis

El niño bautizado con el nombre de Pablo Jerónimo Casanova, nació en Puerto Mauricio, la actual Imperia, Italia, el 20 de diciembre de 1676. De joven estudió en Roma en el Colegio Romano, antes de ingresar en el Retiro de San Buenaventura en el Palatino, donde vistió el hábito franciscano tomando el nombre de Leonardo. Para preparar sus predicaciones, Fray Leonardo oraba y contemplaba constantemente, como hacía su Padre san Francisco, el infinito amor de Cristo que lo llevó a aceptar por nuestra salvación el tormento de la Cruz. Junto con la devoción al Nombre de Jesús y a la Virgen María, el tema de la amorosa Pasión de Cristo estuvo siempre presente en sus predicaciones, una devoción típicamente franciscana, a la que dio gran popularidad con las meditaciones del Via Crucis. Grandes multitudes acudían a escuchar su ardiente predicación, quedando impresionadas y conmovidas. "Es el mayor misionero de nuestro siglo", llegó a decir el mismo san Alfonso María de Ligorio. Las misiones populares lo llevaron a viajar por toda Italia, especialmente en la Toscana. Enviado también a Córcega para restablecer la concordia entre los ciudadanos, consiguió un inesperado abrazo de paz, a pesar de las graves divisiones entre los habitantes.

Predicador incansable

Leonardo fue un predicador infatigable pero sus incontables labores misioneras lo fueron agotando. Al final de sus días regresó a Roma pasando primero por Liguria. En el Año Santo de 1750, convocado por el Papa Benedicto XIV, tuvo la feliz idea de hacer eregir 14 edículos en el Coliseo que representaran los pasajes bíblicos de las Estaciones del Vía Crucis y una gran Cruz en la zona del anfiteatro. Este fue su último esfuerzo evangelizador. Murió en Roma el 26 de noviembre de 1751 en el convento de San Buenaventura del Palatino. Fue venerado como santo inmediatamente en toda Italia, sobre todo por los romanos. El 19 de marzo de 1796 fue beatificado, pero la ceremonia de canonización tuvo lugar el 29 de junio de 1867, durante el pontificado del Papa Pío IX, que era especialmente devoto de san Leonardo. En 1923, Pío XI lo nombró Patrón de los misioneros en los países católicos; desde mediados de los años noventa, el santo franciscano se convirtió en el Patrón de la ciudad de Imperia.