s. Julia, virgen y mártir en Córsega

s. Julia, mártir s. Julia, mártir   (© Musei Vaticani)

Virgen y mártir

En Córcega, Santa Julia Virgen, por medio del suplicio de la cruz, obtiene la corona de la gloria. Cristiana de origen cartaginés, vendida como esclava, la nave que la transportaba se detiene en Nonza, en el Cabo Corso. Es allí que por odio a la fe, fue torturada y crucificada en torno al 303. Desde entonces, siempre se la venera con fervor.

Vendida como esclava

En la época en que Cartago fue tomada al asalto, Santa Julia fue comprada por un hombre de nombre Eusebio. Su patrón, a pesar de ser pagano, admiraba el coraje con el que la mujer cumplía con su servicio.  Cuando, después de terminar su trabajo, se le permitía reposar, se dedicaba a la lectura o se recogía en la oración. Movida por el amor a Dios, ayunaba frecuentemente y su patrón no consiguió nunca hacer que interrumpiera su ayuno ni un solo día, excepto el domingo de Resurrección.

 

Torturada y crucificada

Cuando la nave de su patrón se encontraba en el puerto del Cabo Corso, donde Eusebio asiste a una fiesta pagana; unos paganos lo duermen y aprovechan para raptar a Julia que se había quedado en la embarcación. Esta rechazó renegar de Cristo: “mi libertad es servir a Cristo, al que adoro cada día con toda la pureza de mi alma”. Julia fue torturada, y después flagelada. Y mientras sufría estos tormentos, la santa continuaba confesando su fe con todo ardor: ”confieso –gritaba- a quien por amor a mí, ha soportado el suplicio de la flagelación. Y si el Señor ha sido coronado de espinas por mí, ha sido clavado en el árbol de la cruz, ¿porqué debería zafarme de que me arranquen los cabellos, como precio por la confesión de mi fe, a fin de merecer la palma del martirio?”. La santa murió crucificada.