Cardenal Pietro Parolin, Secretario de Estado Vaticano Cardenal Pietro Parolin, Secretario de Estado Vaticano

Parolin: La misión de Zuppi fue muy importante, gestos humanitarios llevan a la paz

El cardenal Secretario de Estado habla con el vaticanista del programa televisivo italiano Tg1 Ignazio Ingrao y reitera que no podemos resignarnos a la deriva de la guerra. Sobre la posible repatriación de los niños ucranianos deportados a Rusia, afirma que "estamos tratando de encontrar los distintos mecanismos" para poder llevarla a cabo. También insta a la reforma de la ONU y, en relación con la violencia en Oriente Medio, pide que se recupere la confianza mutua.

Ignazio Ingrao*

En una entrevista emitida en el programa Tg1 Rai, de la televisión italiana, la tarde de este 6 de junio, el Secretario de Estado Vaticano, el cardenal Pietro Parolin hace balance de la misión de paz del cardenal Matteo Zuppi, enviado del Papa primero a Kiev y después a Moscú. También retoma el tema de los migrantes y refugiados, esperando soluciones inspiradas en la solidaridad y, 75 años después de la declaración universal de los derechos humanos, pide la protección de la libertad religiosa allí donde persisten fenómenos de persecución.

Eminencia, ¿el mundo corre el riesgo de volver a estar dividido en bloques como en los tiempos de la "guerra fría"?

Desgraciadamente, hemos pasado de la Guerra Fría a la Tercera Guerra Mundial a pedazos, como le gusta repetir al Papa Francisco, pero evidentemente la guerra, de una forma u otra, es siempre oposición entre personas, entre grupos, entre Estados, entre continentes, y por eso hoy asistimos a un resurgimiento de grupos opuestos. Creo que no es una novedad: desde hace tiempo conocemos estas divisiones, estos contrastes, estas tensiones en el seno de la comunidad internacional, que luego desembocan también en estos fenómenos trágicos como son los conflictos y las guerras. Creo que no podemos resignarnos en absoluto a esta deriva. Debemos recuperar el espíritu que animó a la comunidad internacional inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial, que luego desembocó en el proceso de Helsinki y en las declaraciones de Helsinki, y redescubrir esas esperanzas y esos ideales que allí estaban presentes de manera muy fuerte, entre otras cosas como consecuencia de la experiencia de la guerra, y que permitieron reconstruir el tejido de las relaciones internacionales.

¿Cómo evitar el riesgo de "escalada nuclear"?

La escalada nuclear es un gran problema. Hoy en día hay nueve Estados que poseen armas nucleares. Me parece que la tendencia no es a reducir los arsenales nucleares, sino a aumentarlos. Y la tendencia es que otros estados que actualmente no poseen armas nucleares pasen a poseerlas con fines de defensa, la famosa disuasión nuclear. La posición de la Iglesia es clara, la posición del Papa es clara: la posesión y el uso de armas nucleares es inmoral porque significa la destrucción de la humanidad y la destrucción del mundo. ¿Cómo evitarlo? Creo que la única manera es iniciar un programa serio de desmantelamiento de estos arsenales. No hay nada más que hacer. Hay que eliminar las armas nucleares para que dejen de representar este peligro para toda la humanidad.

¿Cómo fue la misión del cardenal Zuppi en Kiev - Moscú y cuáles son los próximos pasos?

Fue una misión muy importante. La misión a Moscú formaba parte de la iniciativa global propuesta por el Papa Francisco. Que incluía una primera parada en Kiev y luego este segundo momento en Moscú. Por parte de Zuppi, se centró sobre todo en el aspecto humanitario: el intercambio de prisioneros y la repatriación de niños, y esto requería una interlocución con Moscú. Yo diría que en este punto las cosas fueron bastante bien, en el sentido de que el cardenal pudo ver a Ushakov, al representante del presidente y también a la señora Belova. De hecho, hubo dos reuniones con Ushakov, lo que significa que esta atención, esta voluntad y este interés de la Santa Sede han sido recibidos por parte rusa. Ahora habrá que encontrar mecanismos para incrementar, para aplicar estas conclusiones a las que se ha llegado, probablemente con la ayuda de alguna organización internacional que permita poner en práctica estos resultados.

Entonces, ¿habrá posibilidad de ver regresar a estos niños?

Aún no lo sé porque todavía no hemos llegado a esta fase. Ahora estamos tratando de encontrar los distintos mecanismos. Si esto funciona, y esperamos sinceramente que así sea, también veremos repatriaciones. No sé ahora en qué cantidad y en qué medida. Para nosotros, esto es importante porque estos gestos humanitarios también pueden ser vías y caminos que conduzcan a la paz. Por eso se hace tanto hincapié en esta dimensión humanitaria también como ayuda para poner fin a la guerra.

Hace sesenta años se publicó la encíclica "Pacem in Terris" de San Juan XXIII, en la que se señalaban la verdad, la justicia, la libertad y la caridad como los pilares sobre los que debía asentarse la paz. ¿Cómo debe ser la paz en Ucrania?

La paz en Ucrania tendrá que ser una paz justa. Lo hemos repetido varias veces. Y por eso esta paz tendrá que tener en cuenta estos principios fundamentales que son como los pilares que sostienen la casa. Sin estos pilares, toda construcción corre el riesgo de ser efímera y de caerse a la primera sacudida, a las primeras dificultades. Creo que la verdad significa reconocer los derechos mutuos y también los deberes mutuos. Significa, sobre todo, tener en cuenta la dignidad de las personas. Y luego salvaguardar el derecho internacional, que es fundamental. Lo que la Santa Sede ha pedido siempre es que se aplique el derecho internacional. Que todos los Estados y las naciones acepten someterse al derecho internacional como forma de preservar la paz y resolver los conflictos. Entonces el tema del diálogo, la negociación, el camino de la justicia y el reconocimiento de las fronteras, la autodeterminación de los pueblos, el respeto a las minorías: toda esta serie de principios que están dentro del tema del derecho internacional.

¿Necesita la ONU una reforma? ¿Y cómo imagina la ONU del futuro?

Sí, es necesaria una reforma de las Naciones Unidas. Nosotros, como Santa Sede, siempre hemos apoyado a la ONU, los Papas siempre han mostrado su apoyo incluso haciendo una visita concreta a la sede de la ONU en Nueva York. Lo que podemos imaginar, lo que podemos soñar, lo que podemos desear. Se trata realmente de un fortalecimiento de la ONU y de las organizaciones internacionales. Un fortalecimiento en el sentido de que todos los Estados miembros sepan actuar con un espíritu orientado hacia el bien común de la humanidad. Es el concepto de la familia de naciones. Por lo tanto, una ONU en la que no prevalezcan los intereses específicos y particulares, en la que no prevalezcan las ideologías. Una ONU donde se respete la dignidad de cada Estado sin que prevalezcan los Estados más fuertes. Una ONU que tenga la capacidad de prevenir y resolver conflictos, a través de los mecanismos adecuados para ello. Y en este sentido, creo que es necesaria una reforma para que la ONU vuelva a ser lo que es en su fundación. Se han dado algunos pasos, no es fácil...

El Papa pide a Europa que ponga de su parte. Pero en materia de migración la UE sigue dividida. ¿Necesitamos una Europa más unida en materia de migración?

Es una realidad muy triste, porque estamos convencidos de que este tema de los migrantes es muy, muy serio, sabemos que el problema de los migrantes hoy es uno de los grandes problemas globales y no va a tener una solución fácil e inmediata. Nos parece que el camino de la solución es precisamente la solidaridad y la comprensión común de este problema y también de las formas de darle una respuesta. Creo que las divisiones no sirven y aumentan las dificultades para gestionar este fenómeno de forma humana y ordenada.

La paz también parece lejana en Oriente Medio. Nuevas tensiones tras el ataque armado israelí en Yenín. ¿Qué hacer?

Desgraciadamente, la situación sufre de vez en cuando estas aceleraciones y empeoramientos. La solución definitiva, el horizonte en el que hay que moverse es el del reconocimiento de dos Estados, ésta es la solución al problema en las relaciones entre israelíes y palestinos. Para llegar a la solución de los dos Estados necesitamos un diálogo directo entre los dos Estados, que hoy, que yo sepa, no existe. Entre otras cosas porque hay una falta de confianza mutua, porque un diálogo sólo puede seguir adelante si hay un mínimo de confianza mutua. Ahora esa confianza está destruida. Pero es un poco como el gato que se muerde la cola, porque si no se hacen algunos pequeños gestos, algunos gestos recíprocos, la confianza no se recuperará. El primer llamamiento es evitar el uso de la violencia. No utilizar nunca la violencia para resolver los problemas porque mientras tanto la violencia aumenta los problemas de hoy y de mañana. Después, volver a hablar con un mínimo de confianza y buscar juntos una solución compartida que sin duda traerá paz y prosperidad a toda la región, basada también en las resoluciones de la ONU".

Hace 75 años, la Declaración Universal de los Derechos Humanos. ¿La libertad religiosa, especialmente en Occidente, está hoy también amenazada por la "cancel culture" y la colonización ideológica?

La libertad religiosa es uno de los pilares de los derechos humanos. La Iglesia siempre lo ha afirmado porque toca a la conciencia y a lo más íntimo del hombre, y esto vale para todos, incluso para los no creyentes. Y hoy me parece que se está intentando reducir cada vez más los espacios de libertad religiosa. Vemos, por una parte, los continuos ataques a los lugares de culto y los continuos gestos que atentan contra la libertad religiosa, las persecuciones que hay en el mundo. Y por otro lado el intento de impedir que la fe y la moral tengan voz pública. Creo que en este aniversario hay que recuperar todos los derechos humanos fundamentales tal y como están en la Carta que se aprobó hace 75 años, y prestar especial atención también al tema de la libertad religiosa que, como decía San Juan Pablo II, es la prueba de fuego para el respeto de todos los demás derechos.

¿Está también en juego la concepción del hombre y la mujer?

Desde luego. Pedimos poder expresar nuestra visión del hombre y de la mujer también públicamente. Y estoy convencido de que esta visión es la visión que nace del Evangelio y que está enraizada en la tradición de la Iglesia. Una visión que puede verdaderamente salvaguardar, defender y promover al hombre y a la humanidad en su conjunto y a cada hombre y mujer en particular. La propuesta de la Iglesia nace de ahí, no es una imposición de una visión particular. Creemos que podemos ayudar verdaderamente al hombre y a la mujer a ser tales y a ser felices mediante la adhesión a estos valores inspirados en el Evangelio.

¿Incluso a través de la protección de la familia?

"La familia es otro punto especialmente en crisis hoy en día que merece mayor atención, mayor defensa, mayor promoción por parte de todos. Porque si hay buenas familias hay también buenas sociedades. Creemos de verdad que la familia es la célula de la sociedad: si las células están sanas, el cuerpo también lo está. De esta visión positiva nace siempre nuestro compromiso, que a veces no se comprende. Comprendo que también es difícil entrar en esta perspectiva: nuestro compromiso es ofrecer la visión cristiana al mundo de hoy".

 

*Vaticanista del Tg1

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06 julio 2023, 20:00