Teresa de Lisieux, Parolin: la humildad frente al orgullo moderno
Antonella Palermo – Ciudad del Vaticano
"Una de las figuras más originales y entrañables del cristianismo". Así definió el cardenal secretario de Estado, Pietro Parolin, a Santa Teresa del Niño Jesús y del Santo Rostro —conocida como Teresa de Lisieux— durante la homilía de la Misa que presidió esta mañana, 17 de mayo, en la iglesia de Sainte-Trinité-des-Monts, en Roma, dedicada a la santa carmelita. La celebración tuvo lugar con motivo del centenario de su canonización, y en ese mismo templo se conservan sus reliquias.
El “caminito”: una radicalidad evangélica, no infantilismo
Teresa de Lisieux, proclamada Patrona de las Misiones junto a San Francisco Javier, vivió una vida muy distinta a la del jesuita. Nunca salió del convento: toda su existencia transcurrió en la oración y en la clausura. El cardenal Parolin recordó el célebre “caminito” que ella eligió: un estilo de vida evangélico que no debe confundirse con un infantilismo superficial, sino que representa —precisó— “un retorno radical al Evangelio”.
Este camino consiste en realizar con amor las pequeñas cosas de la vida cotidiana, con humildad, confianza, sencillez y un abandono total en las manos de Dios. Un estilo espiritual que ha inspirado a generaciones enteras y que sigue teniendo fuerza en el mundo actual.
Un mensaje actual ante la autosuficiencia moderna
El cardenal subrayó también cómo Teresa supo reconocer en Dios a un Padre que ama gratuitamente, sin fijarse en los méritos personales, y que considera a cada persona en su unicidad. Este mensaje —dijo— es profundamente actual, especialmente en un tiempo en el que el ser humano, igual que en otras épocas, “rechaza de múltiples maneras la dependencia natural y recíproca con los demás y con el ecosistema, intentando ser como Dios”.
Parolin advirtió que esta “desenfrenada y ansiosa búsqueda de autonomía, autosuficiencia e independencia de todos y de todo” no logra ofrecer respuestas a los grandes interrogantes de la condición humana: desde el sentido de la vida hasta la noción del bien y del pecado, desde el origen del sufrimiento hasta el camino hacia la verdadera felicidad.
Gracias por haber leído este artículo. Si desea mantenerse actualizado, suscríbase al boletín pulsando aquí