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Estudio 9: Scholas y el Pacto Educativo

Este viernes, 23 de octubre, en nuestro programa de Estudio 9 dialogamos con José María del Corral, Director Mundial de Scholas Occurrentes sobre los efectos de la pandemia en la educación de los niños y jóvenes, los compromisos para relanzar el Pacto Educativo y sobre la invitación del Papa Francisco para hacer una educación inclusiva con armonía y creatividad, promoviendo la cultura del encuentro.

Scholas y Covid-19: La intuición educativa que la pandemia reveló

Según datos obtenidos al indagar a más de 2600  jóvenes de 137 ciudades del mundo, en más de 30 encuentros virtuales realizados por Scholas, se evidencia  que reportaban valores altos en emociones negativos como la sensación de soledad, nerviosismo y tristeza.

Wezum, el observatorio de la Juventud de Scholas, arrojó interesantes hallazgos en tiempos de pandemia, al medir el impacto en la salud emocional de los adolescentes, y que despertó la alarma de organismos internacionales y de especialistas en el campo de la salud.

Con más del 69% de la población estudiantil mundial afectada por la pandemia del COVID-19, y tras la implementación generalizada de cuarentenas, la salud física y mental de los jóvenes se ha visto seriamente alterada, lo que ha puesto en primera línea de acción a organismos y asociaciones educativas u orientadas a la población juvenil.

Según un estudio de la Universidad Complutense de Madrid, en España, los jóvenes de entre 18 y 24 años son el grupo de edad que presenta más síntomas relacionados con ansiedad (34,6%) y depresión (42,9%) durante el confinamiento; otra indagación sobre indicadores de salud mental de un grupo de científicos de la facultad de Psicología de la Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales de San Francisco, de Argentina, también encontró que .jóvenes (18 a 39 años) están experimentando mayor ansiedad, depresión y estrés que los adultos mayores.

En este sentido Scholas, organización internacional de derecho pontificio que integra una red de medio millón de instituciones y redes educativas de 190 países, no dudó en responder al llamado de los jóvenes para continuar sus experiencias, y en un tiempo récord gestionó el Ciberencuentro Mundial de Jóvenes por el Coronavirus, que se ha convertido en un espacio global permanente en el que semana a semana están siendo convocados miles de jóvenes de todo el mundo; además, se han celebrando más ediciones nacionales e internacionales, y continúan celebrándose varias dedicadas a investigadores, docentes y padres de familia.

Tristeza disminuyó un 69% entre los jóvenes participantes

En este marco se realizó un estudio sobre la valoración de los estados de ánimo de los propios estudiantes tanto antes como después de cada encuentro semanal, investigación realizada por el Comité Científico del Observatorio Wezum, y que ya ha despertado el interés del entorno académico y científico. Liderado por la investigadora Ana Victoria Poenitz, PhD en Psicología con Orientación en Neurociencias Cognitivas Aplicadas, se trata de un estudio “exploratorio y descriptivo, de tipo longitudinal”, explica.

Se partió de un reporte con valores más altos de la media esperada en intensidad de emociones negativas como la sensación de soledad, nerviosismo y tristeza. En los resultados se reflejó una disminución del 44,60 % de la sensación de soledad, un 46,07% en la de inquietud, nerviosismo o intranquilidad, y un 69,09% en la intensidad de la tristeza”. Asimismo, se evaluó un incremento del 43,04% en la autopercepción de la intensidad de la esperanza, del 53,35% en actitud pro social, es decir, las ganas de hacer cosas por los demás, y del 68,46% en la sensación de  alegría.

Como lo destaca David Bueno, Doctor en biología y profesor de genética en la Universidad de Barcelona: “el hecho de mantener encuentros periódicos es una de las muchas formas que hay de mantener la rutina, ayuda a que la capacidad plástica del cerebro no disminuya tanto durante este tiempo, y a que la capacidad organizativa se mantenga tan óptima como sea posible”.

“Los datos son relevantes”, afirma Poenitz, "teniendo en cuenta el consenso mundial que existe respecto del impacto de las emociones de valencia positiva en el organismo, así como la disminución de las emociones de valencia negativa para la evitación de los factores perjudiciales del estrés en el sistema neuroendocrino”.

“El aprendizaje de las capacidades para experimentar emociones positivas, a partir del encuentro y el intercambio con otros jóvenes, funciona como un recurso necesario para el desarrollo del proceso resiliente en este particular período de crisis global”, continúa la investigadora. “El aislamiento social puede ser un factor de riesgo para la morbimortalidad. Las consecuencias negativas del aislamiento para la salud son particularmente fuertes en los sectores más vulnerables, fundamentalmente, en niños y jóvenes”, concluye.

La educación de calidad es salud

En esta misma línea, David Bueno, apunta además que: “Los jóvenes necesitan, imperativamente, vida social con sus iguales; en la adolescencia y la juventud una de las  funciones del cerebro es encontrar el sitio de cada uno dentro de su entorno, y eso incluye a sus iguales, otros jóvenes, porque será con ellos con los que van a construir la sociedad”.

Bueno, quien es además reconocido experto en neurociencia, destaca: “Las emociones positivas se relacionan con una serie de neurotransmisores como la dopamina y la serotonina. Ambos activan redes neuronales y hormonas dentro del cerebro -pero que circulan por todo el cuerpo- que generan respuestas del sistema inmunitario; se ha visto que estas emociones positivas, si bien no curan, sí permiten que el sistema inmunitario esté más activo, con lo que sea algo más difícil que enfermemos. Y si ya estamos enfermos, que sea aún más rápida la recuperación”. Por este motivo, el equipo pedagógico de Scholas comprobó que educar en la cultura del encuentro que propone el Papa Francisco desde el año 2001 genera armonía interior y salud.

El impacto de las creencias en la salud de los jóvenes

Además de lo anterior, se analizaron cuatro factores relevantes para la conformación de una estructura de personalidad resiliente, según la literatura científica. Los jóvenes autorreportaron una mejora del 18,52% en su autoestima, del 20,76% en su optimismo respecto del futuro, de un 37,68% en la posibilidad de hablar de sus propias emociones, y de un 8,52% en la seguridad en sus propias creencias”, (medias estadísticas de los ciberencuentros locales de países como España, Italia, México, Colombia y del Encuentro Virtual Mundial de Jóvenes Scholas y ORT).

También se registró un incremento del 44,6% en la autopercepción de la capacidad reflexiva e introspectiva”,  otro de los factores de personalidad relevante de cara a la resiliencia.

Las nuevas tecnologías, ¿buenas o malas? Una falsa paradoja

“En pre-cuarentena, uno siempre trataba de promover el contacto directo entre las personas sin tecnología y pantallas de por medio”, explica Claudio Waisburg,  neurólogo y director del Instituto Neuropediátrico SOMA, de Argentina, quien ha sido crítico de los efectos nocivos del mal uso de las redes sociales para niños y adolescentes; “desde que se nace, se necesita estar con otras personas, en vivo y en el ahora”, afirma... “no obstante uno se tiene que reconvertir, tiene que poder replantearse a uno mismo en cada  situación; adultos, chicos y adolescentes tenemos que re armarnos, pensar en cómo transformar el miedo en acción. Todo lo que la tecnología hoy nos provee es ayuda a poder seguir en contacto con lo que nuestro cerebro necesita para estar bien y para promover emociones positivas”. Es por esto que este investigador aplaude la iniciativa de Scholas al utilizar la tecnología para seguir promoviendo la educación del encuentro.

“Fomentar la cognición social en tiempo de distanciamiento social. Creo que es el desafío global más grande que tenemos ahora”, asegura Waisburg, “Estos encuentros exponencian emociones positivas en los chicos; ese sentir que hay muchos en diferentes situaciones, pero que pasan por lo mismo, y que es posible apoyarse en eso, me parece que solo aporta a lo positivo y al bienestar”, concluye.

En cada nueva edición de los ciberencuentros de jóvenes se plantean temas que tienen que ver con la situación actual, tales como el papel de la educación, el manejo del tiempo, la mirada con la que se está enfrentando esta nueva realidad, el ocio, entre otros… No obstante, comenta José María del Corral, director mundial de Scholas, “otras cosas empezaron a emerger”.

“Enseñar en la fragilidad del encuentro con el otro, con lo otro, y por consiguiente, con uno mismo,  con todo aquello que por ser distinto nos devuelve la capacidad de asombro”, ha sido una de las intuiciones de Scholas respecto al valor de las emociones en los procesos educativos, una mirada que hoy, en tiempos de una pandemia que ha desnudado la fragilidad de muchos de los sistemas que se creían seguros, se hace más que necesaria.

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23 octubre 2020, 15:15