Guzman Carriquiry, Secretario Pontificia Comisión para América Latina Guzman Carriquiry, Secretario Pontificia Comisión para América Latina 

Guzmán Carriquiry: ¿Qué es lo que está pasando en América Latina?

El 18 de enero del presente año, el doctor Guzmán Carriquiry dictó una conferencia a un numeroso grupo de alumnos de la Academia Latinoamericana de Líderes Católicos. Comenzó su presentación preguntándose: “¿Qué es lo que está pasando en América Latina? Esta es una pregunta acuciante que no pueden dejar de planteársela quienes quieren el bien de nuestros pueblos”.

Ciudad del Vaticano

¿Qué es lo que está pasando en América Latina? es el título de la Conferencia dictada por el doctor Guzmán Carriquiry que ha sido publicada en el sitio web de la Pontificia Comisión para América Latina.

En su ponencia, el profesor Carriquiry afirma que preguntarse por lo que está pasando en América Latina es una pregunta necesaria: “Lo que se impone a simple vista es que América Latina está entrando en una fase de fuerte efervescencia social, como de estallido social, con protestas populares espontáneas que ocupan las calles como en Haití, Puerto Rico, Nicaragua, Colombia, Ecuador, Venezuela, Bolivia y Chile, en un clima que es, a veces, de violencias desatadas. América Latina es un hervidero de protestas”. Y afirma que las élites financieras, políticas e intelectuales “no han sido capaces de entender y monitorear lo que estaba pasando”. Igual llama a la Iglesia a escuchar la realidad y a discernir “los signos de los tiempos”.

Dentro de un cambio de época

Carriquiry afirma que “no han madurado nuevos paradigmas para afrontar la realidad del impresionante “cambio de época” que estamos viviendo”. Los modelos explicativos de la realidad con que hemos contado hasta hoy resultan insuficientes, lo que produce “incertidumbre y confusión”. Hay una nueva complejidad que se ha ido construyendo en las últimas décadas. Sin embargo, dentro de esa novedad hay elementos que no podemos dejar a un lado, por ejemplo, “el horizonte de Patria Grande” y dice con los obispos en Aparecida que “ninguna región en el mundo cuenta con tan arraigados factores objetivos y subjetivos de unidad como América Latina”.

Persistencia de la pobreza y la indigencia

En la conferencia, Carriquiry afirma que de 2007 a 2014, América Latina vivió un período de “vacas gordas”, porque “nuestros productos energéticos, minerales, agrícolas y ganaderos” obtuvieron buenos precios en el mercado mundial. Estas exportaciones, si bien aportaron mucha riqueza a los países, no incidieron en cambios en el modelo agroexportador. Los países no propiciaron reformas estructurales que permitieran reducir las desigualdades sociales, un aumento en la capacidad de los servicios públicos de calidad y accesibles para todos.

A partir de 2015, el precio de los commodities en el mercado mundial decae y “hoy la región tiene una dependencia de las exportaciones de materias primas mayor que a fines del siglo XX”. La pobreza y la pobreza extrema ha aumentado desde entonces. Carriquiry añade: “hay que tener en cuenta como causas profundas de los actuales estallidos populares no sólo las condiciones de pobreza que subsisten por doquier sino también las inicuas desigualdades sociales que se dan en América Latina, que no son sólo económicas sino también asociadas a la condición étnica, a las que se dan entre varones y mujeres y entre las distintas etapas de la vida”.

Enormes e inicuas desigualdades sociales

Carriquiry afirma que “América Latina sigue siendo la región con las mayores desigualdades del mundo entero, en la que enormes concentraciones de riquezas de oligarquías, que las ostentan en un estilo de vida opulento y que tienden a proteger en recintos cada vez más protegidos por todos los medios, conviven con las “villas miserias” (“pueblos jóvenes”, “favelas”, etc.) y con las grandes mayorías humanas que luchan por mantener día a día sus condiciones de vida y de trabajo”.

El estallido de la olla a presión

Es cierto que los estallidos sociales han tenido expresiones diversas en los países latinoamericanos, sin embargo “estas espontáneas protestas callejeras son respuesta a la carga de muchos sufrimientos y sacrificios soportados, de muchas humillaciones sufridas y de horizontes de esperanza que parecen bloqueados. Es como la explosión de una “olla a presión”. En esa olla se ven reunidos jóvenes con baja escolarización, excluidos, procedentes de las periferias pobres de las grandes ciudades. A esto, hay que añadirle las marcadas desigualdades sociales, el impacto de la corrupción y cómo los beneficios obtenidos por los que participan de ella se traducen en carencias para las mayorías.

Quiebra institucional

El profesor conceptualiza el término de quiebra institucional, refiriéndose “A los grandes bolsones de pobreza y la profunda brecha social – que es como un abismo – se agrega, además, la quiebra institucional. Con esto quiero decir que las grandes instituciones públicas de los países latinoamericanos han ido perdiendo credibilidad” e insiste: “Cuando hablo de quiebra institucional no sólo me refiero a la credibilidad de las autoridades de gobierno, sino también de las élites tecnocráticas, de las Fuerzas Armadas, de las Corporaciones de Empresarios”.

El desfonde de la estructura tradicional de partidos

Refiriéndose a los partidos políticos, Carriquiry afirma: “La quiebra institucional más notoria se sufre en democracias cada vez menos representativas. Se ha desfondado, por lo general, la estructura tradicional de los partidos políticos en América Latina” e insiste: “Partidos políticos conservadores y liberales siguen apostando a políticas económicas neo-liberales, sin haber aprendido de las profundas crisis económicas, financieras y sociales”. También añade que hay una crisis de agotamiento en los partidos de izquierda, de quienes dice: “las izquierdas tradicionales no han sabido imaginar nuevos caminos, utopías y místicas para esa transformación en las condiciones económicas, tecnológicas y sociales de nuestro tiempo”(…) “Es grave que las izquierdas se demuestren bastante incapaces de mirar la realidad con los ojos de los excluidos, “desechados y sobrantes”, y, a la vez, de proponer un proyecto nacional para el bien común de todos”.

Carriquiry enfatiza: “La gente está cansada y con mucha rabia ante el espectáculo de corporaciones autorreferenciales de políticos profesionales enfrascados en sus pujas de poder, con descalificaciones e insultos, más interesados en sus intereses que en el bien común, sin pasión por el propio pueblo y menos por los humildes y desamparados, sin grandes proyectos nacionales y populares, incapaces de suscitar esperanzas fundadas”.

La explosión de la violencia

Para Carriquiry la violencia tiene varios orígenes: una es la violencia reactiva, otra es la generada por grupos de ideología anarquista. A estas expresiones se suma la generada por el narcotráfico. “El narco-negocio quiere dominar o neutralizar al Estado a través de diversas formas de complicidad”, y añade: “Las operaciones de la DEA no pueden pretender ocultar que la más grande demanda de drogas proviene de los Estados Unidos” (…) “Lo que es evidente es que se ha incrementado en grado sumo la inseguridad y violencia en los países latinoamericanos. ¡Y cuidado con los aprendices de brujo, porque cuando la violencia domina las calles es la hora de las Fuerzas Armadas, resucitando un pasado muy sufrido que creíamos, gracias a Dios, ya bastante lejano! ¡Atención!, que en río revuelto se mezclan también los provocadores de diversa calaña”.

“El quiebre institucional es la manifestación más notoria de la crisis de la democracia representativa que se da en América Latina” afirma Carriquiry, quien subraya: “Esta crisis está ciertamente causada por ese quiebre institucional y las inequidades sociales, impactada también por el sobredimensionamiento del poder financiero y mediático, los crecientes límites a la soberanía por cada vez mayores interdependencias, la ausencia de propuestas innovadoras y audaces de participación popular”.

Los tres grandes países: Brasil, México y Argentina

Carriquiry fija su atención en las tres economías más grandes de América Latina: “En este triángulo se da la máxima concentración latinoamericana de capital humano, la mayor red de mercados, universidades e institutos de investigación de América Latina”. Factores comunes a los tres países son la pobreza, la desigualdad, la violencia. Cualquier superación de estas problemáticas pasa por la integración con los otros países de la región. También es motivo de esperanza, la riqueza con la que cuenta cada país, sin olvidar el cuido de los recursos naturales.

La “Patria Grande”, más allá de la crisis de integración

Carriquiry concluye que “Las convulsiones locales y nacionales no pueden hacer perder de vista la perspectiva y utopía de la “Patria Grande” que el Papa Francisco mantiene bien en alto. La integración latinoamericana es una necesidad y una prioridad ineludible y urgente, que está inscrita en nuestra vocación y destino” y añade: “Es condición indispensable para enfrentar las exigencias impostergables de la lucha contra la pobreza, de la dignidad del trabajo para todos y de mayores condiciones de equidad en un sub-continente que tiene el lamentable record de albergar abismales desigualdades sociales. La integración política y económica es la única posibilidad de contar con un propio peso en el concierto internacional con un mínimo de audiencia y de capacidad de imponer respeto”.

Cierra su presentación puntualizando: “Importantísimo es educar, conmover y movilizar las juventudes latinoamericanas con el ideario de construcción de su “Patria Grande”. Mientras tanto, quedamos a la espera de líderes y voluntades políticas más inteligentes, determinadas y apasionadas para dar nuevo ímpetu regional, nuevas realizaciones concretas y nuevos horizontes a la integración y unidad latinoamericanas”.

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22 enero 2020, 12:47