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2019.07.11 Apertura tombe Cimitero Teutonico, Città del Vaticano 2019.07.11 Apertura tombe Cimitero Teutonico, Città del Vaticano  Editorial

Emanuela y las tumbas vacías del Teutónico: voluntad de claridad

Las operaciones en el Campo Santo dentro de las murallas de la Ciudad del Vaticano atestiguan la cercanía a la familia Orlandi

Andrea Tornielli – Ciudad del Vaticano

La mañana del jueves 11 de julio, todos los que asistieron a las operaciones de apertura de las dos tumbas del Campo Santo Teutónico experimentaron la sorpresa de haberlas encontrado vacías. Ningún resto humano, ningún rastro de ataúdes o urnas. Como es bien sabido, el poder judicial vaticano aceptó llevar a cabo esta actividad de investigación para satisfacer los deseos de la familia de Emanuela Orlandi, la hija de quince años de un ujier pontificio que desapareció misteriosamente en el centro de Roma en junio de 1983. De hecho, una señalación anónima había indicado que una de las viejas tumbas de ese cementerio era un posible lugar de sepultura de los restos de la joven. Se abrieron dos de ellas porque el Promotor vaticano de Justicia, Gian Piero Milano, prefirió verificar que también en la adyacente, y similar por la presencia de una figura angélica, no hubiera restos atribuibles a la chica desaparecida.

La decisión de abrir ambas tumbas, ante la presencia de un experto designado por la familia de Emanuela, que trabaja de acuerdo con las normas técnicas más modernas y consolidadas, representó una señal de atención particular y de cercanía humana y cristiana a los Orlandi. Y no ciertamente  – como se dijo – de una admisión por parte del Vaticano de una posible implicación en el ocultamiento de un cadáver.

La investigación demostró que en la tumba señalada y en la adyacente no estaban los restos de Emanuela. Por lo tanto, la investigación tuvo un (previsible) resultado negativo. Como se sabe, debajo de los dos sepulcros con las inscripciones de los nombres de dos princesas que murieron en el siglo XIX, no se encontró ningún resto de esqueleto humano, sino sólo un amplio espacio subterráneo, completamente vacío, sin lápidas, inscripciones ni sepulturas, presumiblemente cerrado en los años sesenta del siglo pasado.

El hecho de que las dos tumbas estuvieran desprovistas de restos ha suscitado nuevas preguntas sobre el destino de los huesos de las dos nobles mujeres fallecidas hace dos siglos. Pero tratar de cambiar el enfoque para poner en juego a la Santa Sede también con respecto al destino de esos restos es absolutamente engañoso. No se estaba llevando a cabo ninguna investigación sobre las dos princesas. Se estaban buscando los restos de una muchacha de quince años que desapareció en 1983. Por lo tanto, vale la pena reafirmar ante todo que la hipótesis de investigación tomada en consideración por el Magistrado se refería al posible descubrimiento de los huesos de Emanuela Orlandi. Y de estos restos no se encontró rastro alguno.

Dicho esto, la Magistratura vaticana decidió continuar con las investigaciones documentales sobre las obras arquitectónicas realizadas en la zona del cementerio y que se desarrollaron en dos fases, la última de las cuales fue a mediados de los años sesenta con la construcción del nuevo palacio del Colegio Teutónico. Las tumbas de las dos princesas están justo al lado del muro de soporte de este edificio, por lo que es plausible que al excavar los cimientos hayan vaciado los restos aún existentes para trasladarlos a otro lugar. También sobre esto es presumible que puedan ocuparse las próximas investigaciones.

La exactitud de las investigaciones y de los estudios técnicos, la decisión de hacer analizar el ADN de los restos eventualmente encontrados, la profesionalidad documentada con la que se llevaron a cabo las operaciones bajo la dirección del Promotor de Justicia y la coordinación del Cuerpo de la Gendarmería dirigido por Domenico Giani, demuestran claramente la voluntad de la Santa Sede de tomar en serio la petición de la familia. Voluntad que se llevó a cabo a pesar de que la solicitud procedía de una señalación que se mantuvo en el anonimato, por lo que la Magistratura vaticana no pudo comprobar de antemano el grado de fiabilidad.

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12 julio 2019, 10:12