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Card. Becciu: "Conchita, apóstol de Jesús, oraba por la santidad de los sacerdotes"

“El punto central de la mística de María Concepción Cabrera Arias de Armída, fue su amor apasionado por Jesús y su deseo de darlo a conocer a todos los pueblos”. Entrevista al Card. Giovanni Angelo Becciu, sobre la virtudes cristianas de la nueva beata mexicana.

Renato Martinez – Ciudad del Vaticano

“El legado de Conchita es dar su vida por la Iglesia y la salvación de la humanidad. Una herencia que también es una enseñanza para todos nosotros. Viviendo en Dios se puede ser creador, se puede ser creativo, se puede tener una imaginación enorme para animar a la Iglesia, para hacerla nueva”, lo afirma el Card. Giovanni Angelo Becciu, Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos explicando las virtudes y la espiritualidad de María Concepción Cabrera Arias de Armída, familiarmente conocida como “Conchita”, una mística mexicana beatificada este 4 de mayo, en la Ciudad de México. La entrevista es de nuestra colega de Roberta Barbi.

D. - Su Eminencia, hoy María Concepción Cabrera Arias de Armída, laica, madre de nueve hijos, es beatificada. ¿Puede hablarnos de su espiritualidad?

R. – La ha llamado “madre”: es interesante. Es una figura muy, muy singular. Vivió en México de 1862 a 1937. Y fue esposa, madre, viuda, mística, fundadora de cinco congregaciones. Tiene una espiritualidad muy singular: se concentra, esto, en el amor a la Virgen. Es decir, ella casi se identifica con María y de María quiere tomar sobre todo el aspecto de la Cruz, del sufrimiento. Quiere asemejarse a María aceptando cualquier dolor que le ocurra en la vida, y ofrecerlo al Señor.

D. - La misión que el Señor le confió a "Conchita" – como la llamaban familiarmente – era la de salvar almas, especialmente las de los sacerdotes por los que tanto rezaba. ¿Cómo surgió esta llamada?

R. - Esta mujer es grande porque es mística, con un gran amor a Dios y a la Virgen, pero al mismo tiempo era una esposa, tenía un marido al que amaba mucho y por cuya muerte sufría terriblemente. Y luego fue madre de nueve hijos, cuatro de los cuales murieron causándole un gran dolor, un gran sufrimiento. Y ella aceptó todo sufrimiento, pero aceptó ofreciéndolo al Señor sabiendo que el sufrimiento, puesto en manos de Dios, es fruto de bendición y de salvación. Y una motivación, un propósito específico, era ofrecer – estos sufrimientos (ndr) – para tener sacerdotes santos. Así como María, veía a los Apóstoles como una figura de Jesús, así también Conchita veía a los sacerdotes como una figura de Jesús, y se sentía madre de los sacerdotes, sus hijos.

D. - Según la nueva Beata, ¿cuál era la importancia para la Iglesia de tener sacerdotes santos?

R. – Ella en sus oraciones solía decir: "Que sean sacerdotes para que puedan elevar el mundo materializado y sensual. Que sean una palanca para poder levantar el mundo". Ella sabía que los sacerdotes o son santos o no dicen nada: son la sal sin sabor, que pierde su sabor.

D. - Conchita fue también una gran mística que dejó 46 obras recogidas en 158 volúmenes. ¿Qué se puede decir de sus escritos?

R. - Una cantidad impresionante: como ha recordado, hay 60.000 páginas escritas a mano. Imaginemos todo lo que esta mística escribió, hasta el punto de que su padre espiritual dijo: "Se necesitará muchos hombres y muchos años para descubrir los tesoros espirituales de estos escritos". El punto central de su mística fue su amor apasionado por Jesús y su deseo de darlo a conocer a todos los pueblos.

D. - Entre otras cosas, sus manuscritos, como dijo, inspiraron el establecimiento de cinco Apostolados de las Obras de la Cruz, muy importantes en México y todavía activos en la actualidad. ¿Puede hablarnos de ellos?

R. - Son las cinco Obras de la Cruz: la primera se llama El Apostolado de la Cruz. Esta obra está dirigida a todos los fieles: laicos, sacerdotes y religiosos. La segunda: Las Religiosas de la Cruz del Sagrado Corazón de Jesús, cuyos miembros están dedicados a la vida contemplativa; las Religiosas están dedicadas a la vida contemplativa. Luego está la Alianza de Amor con el Sagrado Corazón de Jesús, formada por los laicos que buscan la santificación en el espíritu de la Cruz. Para los Obispos y Sacerdotes diocesanos fundó la Fraternidad Sacerdotal, la quinta junto con otro, un venerable: el Padre Félix de Jesús Rouger, con quien fundó la Fundación de los Misioneros del Espíritu Santo. Todas ellas son obras activas, que todavía atraen muchas vocaciones, y muchas dan su vida como miembros. Hablamos de los primeros años del siglo XX, antes de que llegara el Concilio, para mostrar cómo el Espíritu Santo ha obrado siempre en la Iglesia y ha valorado también a las madres laicas, para ser fuente de gracia para todo el pueblo de Dios.

D. - ¿Cuál es el legado de esta nueva Beata?

R. - Su legado es dar su vida por la Iglesia y la salvación de la humanidad. Una herencia que también es una enseñanza para todos nosotros. Viviendo en Dios se puede ser creador, se puede ser "creativo", se puede tener una imaginación enorme para animar a la Iglesia, para hacerla nueva. Hay belleza, hay una enorme riqueza que nos hace ir más allá de estas crisis, porque entonces queda la vitalidad del sarmiento de la vid que es Cristo y que sabe renovar la Iglesia de una manera inesperada con bellezas que podemos tocar con nuestras manos.

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04 mayo 2019, 19:30