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s. Guido de Brabante

Guido nació en Anderlecht, en la región de Brabante, en el seno de una familia pobre de campesinos. Su estilo de vida será teñido de la pobreza evangélica; estilo que lo acompañará durante miles de kilómetros, privándose de todo lo que fuera excesivo y aún de lo necesario para compartirlo con los demás. Por esta razón se le considera como un precursor de San Francisco de Asís, tanto que se le apodó "el pobre de Anderlecht". Canonizado en 1112, un siglo después de su muerte, fue olvidado durante mucho tiempo, pero las eventos prodigiosos que tuvieron lugar donde yacen sus restos han recordado su figura al mundo.

De comerciante a peregrino

Guido no retiene nada para sí mismo y lo poco que tiene también se lo da a los más pobres. Como no se halla muy a gusto con su familia campesina, muy pronto la deja para servir a un sacerdote en la iglesia de Mariansee en Laken, no lejos de Bruselas. Aquí el contacto con la indigencia y las necesidades humanas más esenciales es continuo, por lo que decide emprender una actividad comercial, pero no para su propio beneficio, sino para abrir un fondo cuyos ingresos se destinen íntegramente a los pobres de la ciudad. Pero la via que el Señor ha preparado para él no es aquella que le parecía tan fácil y sencilla. Cuando el primer barco que transportaba sus mercancías naufraga en el puerto fluvial de Bruselas, Guido lo interpretará como una clara señal de que su camino debe ser otro. Así que deja todo y se pone la túnica penitencial del peregrino.

Viajando con la alforja

Durante siete años Guido recorrió los caminos de Europa y aún más allá. Durante sus viajes evangelizó y llevó a Jesús a todos los que encontraba, pero también ofrecía su pan a los que lo necesitasen. A menudo y de muy buena gana también se privaba de su ración cotidiana, llenando su alforja con tierra para no mostrar su propia limosna, pero el Señor le recompensará llenándola de nuevo con pan. De esta manera, visitó los más grandes santuarios de la cristiandad: incluso llegó a Tierra Santa, como lo hizo el Pobrecillo de Asís dos siglos después. A su regreso, pasando por Roma, se encontró con el decano de Anderlecht que, a punto de morir, le encargó que anunciara la noticia. Entonces Guido regresa a casa, pero llegó ya muy cansado y enfermo y, al poco tiempo, volvió a la Casa del Padre. Hoy sus restos descansan en la iglesia colegial de la ciudad.