Monseñor Carlassare: Francisco, el Papa que amó Sudán del Sur
Francesca Sabatinelli y Benedetta Capelli – Ciudad del Vaticano
Incluso a la hora del Urbi et Orbi de ayer, el Papa expresó su cercanía a esas poblaciones, heridas por los conflictos, la violencia y una guerra intestina que parecía haber menguado precisamente en Santa Marta, cuando el 11 de abril del 2019 Francisco recibió en el Vaticano a la nueva cúpula política sudsudanesa, tras el acuerdo mediado por la Iglesia para poner fin al conflicto que se había cobrado cuatrocientas mil víctimas entre los años 2013 y 2018.
Llamativo fue el gesto del Papa de inclinarse para besar los pies de los dos políticos rivales, como marcando, una vez más, la urgencia de la paz, de unirse, de dejar de enfrentarse a pesar de todo.
En Sudán del Sur hay un obispo comboniano, monseñor Christian Carlassare, a quien Francisco nombró en el año pasado jefe de una nueva diócesis, la de Bentiu, encerrada en dos territorios: el del Estado de la Unidad, del que la ciudad de Bentiu es capital, y el de una zona administrativa autónoma de Rouen, población perteneciente a la tribu Dinka.
«Un gran dolor»
«Un testimonio de fe vivida, encarnada en la Galilea de nuestra historia": es el recuerdo del obispo a los medios vaticanos. En el 2021, el prelado nacido en Schio, poco después de su nombramiento episcopal, fue víctima de una emboscada y resultó gravemente herido en las piernas.
Su muerte, subraya, está ligada «a este momento de la Resurrección, que es en lo que realmente creemos. Sentimos su figura tan fuerte para nosotros, en la Iglesia que ha necesitado y sigue necesitando testigos».
«No hay muerte que aguante»
Monseñor Carlassare recuerda la cercanía del Papa a Sudán del Sur, «de muchas maneras, con la oración, con su paternidad y su llamada a la paz y a la concordia entre los pueblos». Por este motivo, «esta es también una jornada de oración y de acción de gracias al Señor por su misión que ha llevado a cabo fielmente, pero también de oración por la Iglesia porque estamos llamados a dar testimonio del amor misericordioso de Dios que el Papa Francisco, a su vez, ha testimoniado con tanta fuerza».
«Él nos ha abierto un camino maravilloso hacia esa tierra nueva y esos cielos nuevos – añade el obispo de Bentiu – que nos son prometidos por Jesús y esto nos llama a ser una Iglesia renovada, reconciliada, que sabe vivir en comunión, en tiempos tan divisivos de hecho la fe puede hacernos reconocer hermanos».
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