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Siete días con el Papa Francisco

En el resumen semanal de la agenda del Papa Francisco, resalta la ceremonia con canonizaciones de los ahora santos Artémides Zatti y Juan Bautista Scalabrini y la misa celebrandolos 60 años de la apertura del Concilio Vaticano II.

Vatican News

El sábado, el Santo Padre recibió en audiencia a los peregrinos salesianos que llegaron a Roma de diferentes partes del mundo para la canonización de Artémides Zatti. A ellos, el Pontífice los animó a estar “siempre al servicio de los pequeños y de los pobres”.

El domingo, Francisco en su homilía en la misa con canonizaciones de los nuevos santos, Juan Bautista Scalabrini y Artémides Zatti, habló de la necesidad de caminar juntos, ser honestos con nosotros mismos, todos tenemos el corazón enfermo, todos necesitados de la misericordia del Padre. En una plaza llena de fieles que vinieron a celebrar la fiesta de sus beatos que fueron elevados al honor de los altares, que son ya santos, el Papa quiso detenerse en su homilía en dos aspectos que sugiere el Evangelio de hoy: caminar juntos y agradecer. Dos santos que están muy relacionados con la migración.

Dedicó un intenso momento para hablar de la realidad de los migrantes hoy día. "La exclusión de los inmigrantes es escandalosa. La exclusión de los migrantes es criminal, los hace morir ante nosotros. Y así, hoy tenemos el Mediterráneo que es el mayor cementerio del mundo. La exclusión de los inmigrantes es repugnante, es pecaminosa, es criminal. Migrantes enviados a los lagers donde son explotados, vendidos como esclavos. Y ahora, con el conflicto entre Rusia y Ucrania, hay una migración de ucranianos que huyen de la guerra, dijo y pidió que no se olvide a la atormentada Ucrania.

El lunes, el papa recibió en audiencia a los peregrinos que llegaron para la canonización de Juan Bautista Scalabrini. A ellos el Pontífice les recordó que, “las migraciones ponen en evidencia la urgente necesidad de anteponer la fraternidad al rechazo, la solidaridad a la indiferencia”.

“Que la santidad de Juan Bautista Scalabrini nos ‘contagie’ el deseo de ser santos, cada uno de manera original y única, como la infinita imaginación de Dios nos ha hecho y quiere que seamos. Y que su intercesión nos dé la alegría y la esperanza de caminar juntos hacia la Nueva Jerusalén, que es una sinfonía de rostros y pueblos, hacia el Reino de justicia, de fraternidad y de paz”.

La tarde de este martes, 11 de octubre, el Santo Padre presidió la Santa Misa en la Basílica de San Pedro, en la memoria litúrgica de San Juan XXIII y en el 60 Aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II. En su homilía el Pontífice presento tres miradas que enseña el Concilio a la Iglesia: “la mirada de lo alto, la mirada en el medio, la mirada de conjunto”

En el 60 aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II, el Santo Padre al comentar el Evangelio de Juan señaló que, el Señor nos dirige a nosotros las mismas palabras que Jesús dirigió a Pedro, la primera: ¿Me amas? La segunda: Apacienta mis ovejas. Estas dos palabras fueron el centro de la homilía del Papa Francisco que al explicar la primera dijo que, en primer lugar: ¿Me amas? Es una interrogación, porque el estilo de Jesús no es tanto el de dar respuestas, como el de hacer preguntas, preguntas que interpelan la vida. “Y el Señor, que «habla a los hombres como amigos, movido por su gran amor y mora con ellos» (Dei Verbum, 2), nos pregunta todavía y seguirá preguntando siempre a la Iglesia, su esposa: “¿Me amas?”. El Concilio Vaticano II fue una gran respuesta a esa pregunta. Fue para reavivar su amor que la Iglesia, por primera vez en la historia, dedicó un Concilio a interrogarse sobre sí misma, a reflexionar sobre su propia naturaleza y su propia misión.

El buen Pastor ve y quiere a su grey unida, bajo la guía de los pastores que le ha dado. Quiere —tercera mirada— la mirada de conjunto. El Concilio nos recuerda que la Iglesia, a imagen de la Trinidad, es comunión (cf. Lumen gentium, 4.13). El diablo, en cambio, quiere sembrar la cizaña de la división. No cedamos a sus lisonjas, no cedamos a la tentación de la polarización. Cuántas veces, después del Concilio, los cristianos se empeñaron por elegir una parte en la Iglesia, sin darse cuenta que estaban desgarrando el corazón de su Madre.

Cuántas veces se prefirió ser “hinchas del propio grupo” más que servidores de todos, progresistas y conservadores antes que hermanos y hermanas, “de derecha” o “de izquierda” más que de Jesús; erigirse como “custodios de la verdad” o “solistas de la novedad”, en vez de reconocerse hijos humildes y agradecidos de la santa Madre Iglesia. El Señor no nos quiere así, nosotros somos sus ovejas, su rebaño, y sólo lo somos juntos, unidos. Superemos las polarizaciones y defendamos la comunión, convirtámonos cada vez más en “una sola cosa”, como Jesús suplicó antes de dar la vida por nosotros (cf. Jn 17,21)

 

 

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13 octubre 2022, 14:43