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Siete días con el Papa Francisco

El Papa se encontró esta semana con la Mesa Nacional de Participación Efectiva de las Víctimas de Colombia, hablaron sobre la situación actual del proceso de paz entre otros temas. El domingo, la alocución previa al Ángelus fue un amplio llamamiento contra la guerra en Ucrania. Y ayer miércoles, el Pontífice dedicó su catequesis al discernimiento, aprender a conocernos a nosotros mismos.

Vatican News

En la agenda semanal del Papa Francisco, el sábado primero de octubre, recibió en audiencia a los representantes de la Mesa Nacional de Participación Efectiva de las Víctimas de Colombia. El grupo se encuentra en Europa con la misión de alzar la voz para contribuir a la protección de la vida y a la consolidación de la paz en el país que hoy cuenta con casi 10 millones de víctimas del conflicto armado.

El espacio acoge y representa a las víctimas sirviendo de interlocutor directo con el gobierno nacional en lo que respecta al desarrollo e implementación de políticas públicas de atención y reparación. En el Vaticano, la audiencia con el Papa Francisco El grupo quiso exponer, a través de seis puntos, la situación actual del proyecto de paz en Colombia: la precariedad de la instalación de los Acuerdos de Paz en el país, el genocidio sistemático de activistas, la situación socioeconómica de las víctimas del conflicto armado, la publicación del informe final de la Comisión de la Verdad y el reconocimiento de las dos organizaciones -la Mesa Nacional y el Foro Internacional- como interlocutores para actuar con los casi 10 millones de víctimas del conflicto armado colombiano.

Un Ángelus especial dedicado a Ucrania

El domingo, Francisco, preocupado por la amenaza nuclear y la escalada militar del conflicto en Ucrania, dedica todo el Ángelus a hacer un fuerte llamamiento al alto el fuego. Lamenta las anexiones, recomienda respetar la integridad territorial de cada país y los derechos de las minorías. Se lamenta por los miles de víctimas, "especialmente entre los niños".

Un llamado directo del Papa al presidente de Rusia, Vladimir Putin para que detenga la guerra, uno al presidente de Ucrania, Volodímir Zelensky para abrirse a propuestas de paz seria, un profundo dolor por la sangre derramada y una firme condena al riesgo de una escalada nuclear de consecuencias catastróficas. La alocución de Francisco antes del Ángelus no fue dedicada como de costumbre a una reflexión sobre el Evangelio del día, sino a un consistente y amplio llamamiento para poner fin a la guerra, la de Ucrania, “una herida terrible e inconcebible” que amenaza con la destrucción total, “un error y un horror”.

Este enésimo llamamiento del Sucesor de Pedro no es el corolario de una audiencia general de los miércoles o el habitual llamamiento después del rezo mariano dominical, es un apremiante apelo a los implicados en esta guerra, pero también a la comunidad internacional para que “busque negociaciones capaces de conducir a soluciones no impuestas por la fuerza, sino consensuadas, justas y estables”. Una preocupación del Santo Padre por el futuro de la humanidad, por las jóvenes generaciones, para que no tengan que respirar “el aire contaminado de la guerra, que es una locura”.

Al concluir el rezo del Ángelus, el Papa manifestó su pesar por las consecuencias del paso del huracán Ian por Cuba y Estados Unidos, que además de las víctimas mortales, desplazados y destrozos ha dejado sin electricidad y telecomunicaciones tanto en Florida como en la Isla caribeña

Audiencia general dedicada al discernimiento

En la audiencia general, el Papa Francisco continuó con su ciclo de catequesis sobre el discernimiento: "La vida espiritual tiene sus contraseñas: palabras que se refieren a lo que somos más sensibles. Es importante conocerlas para protegernos de quienes se presentan con palabras persuasivas para manipularnos y presentan con excesiva importancia cosas bellas pero ilusorias"

Estamos nosotros con nuestras "contraseñas" espirituales, las "palabras que tocan el corazón porque se refieren a lo que somos más sensibles". Y está el diablo, el "tentador", que "conoce bien estas palabras clave" y toca los nervios en carne viva, tentándonos, hipnotizándonos, engañándonos "con el señuelo" de las carreras, las cualificaciones, las relaciones.

Cosas "bellas pero ilusorias". Luego está Dios, el único que puede darnos la "confirmación" de nuestro valor: "Nos lo dice cada día desde la cruz: murió por nosotros, para mostrarnos lo valiosos que somos a sus ojos". 

"El buen discernimiento también requiere el autoconocimiento. En efecto, implica nuestras facultades humanas: memoria, intelecto, voluntad, afectos", explicó el Papa.

“A menudo no sabemos discernir porque no nos conocemos lo suficientemente bien a nosotros mismos, y por eso no sabemos lo que realmente queremos".

Conocerse a sí mismo no es difícil, pero es agotador: implica una paciente excavación interior. Requiere la capacidad de parar, de "desconectar el piloto automático", de tomar conciencia de nuestra forma de hacer las cosas, de los sentimientos que nos habitan, de los pensamientos recurrentes que nos condicionan, muchas veces sin que nos demos cuenta.

También requiere que uno "distinga entre las emociones y las facultades espirituales". “Siento no es lo mismo que estoy convencido; sentir no es lo mismo que querer”, explicó el Pontífice. Así llegamos a "reconocer que la mirada que tenemos sobre nosotros mismos y sobre la realidad está a veces un poco distorsionada". Para el Papa, "darse cuenta de esto es una gracia".

 

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06 octubre 2022, 13:43