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Cristianos en los Emiratos, un pequeño árbol que restaura el oxígeno

El abrazo al Papa que concluye su breve visita a Abu Dhabi con la celebración de una misa en el Estadio Zayed Sports City: así relee las Bienaventuranzas

ANDREA TORNIELLI

Abu Dhabi

Para el "pequeño rebaño" cristiano de los Emiratos -pero verlo reunido en el estadio de la Ciudad Deportiva de Zayed no parece tan pequeño-, el Papa Francisco dijo que para vivir las bienaventuranzas evangélicas no se necesitan gestos llamativos. En efecto, es precisamente la vida de Jesús, que no dejó nada escrito y no construyó nada imponente, lo que demuestra que la fe cristiana se juega en la vida cotidiana y en la pequeñez.

El cristiano no está obligado a construir grandes obras ni a realizar actos extraordinarios y sobrehumanos. Es en la extraordinariedad de lo ordinario donde pasa el testimonio. Es gracias a la santidad de la vida cotidiana que, sin signos extraordinarios, se produce el más sorprendente de los milagros. Así que el cristianismo florece, se comunica por ósmosis, sin necesidad de estrategias de marketing, de astucia mediática, de ríos de palabras o de habilidades sobrehumanas.

Las Bienaventuranzas, cambiando los criterios mundanos, nos invitan a "mantener limpios nuestros corazones, a practicar la mansedumbre y la justicia a pesar de todo, a ser misericordiosos con todos, a vivir la aflicción unidos a Dios". Es como un árbol, explica Francisco, que en suelo árido, como el del desierto que caracteriza a esta región del mundo, cada día absorbe el aire contaminado y devuelve oxígeno.

La invitación a este "pequeño rebaño" de cristianos en los Emiratos es a seguir siendo un oasis de paz, mansedumbre y misericordia. Porque el que responde con gentileza a las acusaciones, no el que ataca o quiere abrumar al otro, es bendecido. Bienaventurado el que considera a los demás como hermanos, no el que sólo ve enemigos.

El Papa Francisco cita a Francisco de Asís, quien instruyó a sus frailes a partir hacia las tierras sarracenas, pidiéndoles que no tuvieran peleas o disputas, sino que fueran "sujetos a toda criatura humana por amor a Dios", confesando que eran cristianos. En una época en la que, aún hoy, muchas personas llevan armadura, quizás virtual, el Papa nos recuerda que el cristiano "armado" sólo forma parte de su "fe humilde y de su amor concreto". Porque sólo vive de eso. Y sabe que sólo a través de este testimonio se proclama hoy el Evangelio.

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05 febrero 2019, 09:10