Arabia Saudí, una Bienal para impulsar la cultura y el turismo
Fabio Colagrande – Yeda, Arabia Saudí
Romper con los estereotipos reductores que a menudo encierran en guetos el arte islámico, mostrando su variedad, pero sobre todo su vitalidad contemporánea en un periodo histórico de apertura y transformación social y cultural para Arabia Saudí.
Estos son los principales objetivos de la segunda edición de la «Bienal de Arte Islámico», que se celebra del 25 de enero al 25 de mayo en Yeda, la ciudad portuaria del Mar Rojo que, con sus tres millones y medio de habitantes, es en el Reino Saudí la segunda en tamaño después de la capital, Riad.
Llegar hoy al Reino del Rey Salman, en el trono de esta monarquía islámica absoluta desde el 2015, es descubrir un país caracterizado por una efervescencia artística y cultural sin precedentes. Hay 27 museos, no sólo dedicados al arte, a punto de inaugurarse, y siete lugares declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
Entre ellos se encuentra Al-Balad (The Town), el casco antiguo de Yeda con sus característicos edificios de piedra de coral y balcones de celosía de madera «roshan», que aún está siendo restaurado por orden del príncipe Mohammed bin Salman, por un valor de 13 millones de dólares.
Transformar esta «ciudad vieja» en un destino turístico internacional es uno de los muchos compromisos adquiridos por el Gobierno saudí en el marco del programa «Saudi Vision» 2030, lanzado en el 2016 para diversificar una economía basada únicamente en el petróleo. Precisamente el crecimiento cultural, con la creación de centros museísticos y el desarrollo del mercado del arte a nivel internacional, es una de las piedras angulares de esta estrategia, junto con el deporte.
Pasado y presente
No es casualidad que la «Diriyah Biennale Foundation», el organismo saudí que creó y gestionó la Bienal de Yeda hace dos años, dirija también la bienal de arte contemporáneo del mismo nombre, que se celebra en Riad en años alternos con la Bienal de Artes Islámicas. Dos iniciativas paralelas, en diálogo entre sí, que persiguen el mismo objetivo en un juego de referencias cruzadas entre el pasado histórico por redescubrir y los nuevos artistas que narran la actualidad con nuevos lenguajes, sin olvidar la tradición.
El entrelazamiento de objetos históricos y obras contemporáneas es también el sello distintivo de la Bienal de Arte Islámico, en la que participaron veinte artistas del mundo islámico, pero no sólo – entre ellos el italiano Arcangelo Sassolino – y treinta instituciones internacionales de más de veinte países para exponer quinientos objetos. Entre ellos, cabe destacar la contribución de los préstamos de la Biblioteca Vaticana y de la Fundación Bruschettini para el Arte Islámico y Asiático, con sede en Génova.
Artistas contemporáneos
Y que el arte islámico, en Arabia Saudí, pero también en otros lugares, está vivo lo demuestran los perfiles de algunos de los artistas que colaboraron en el evento, que este año se celebró de nuevo en la Terminal Occidental del Hajj del Aeropuerto Internacional Rey Abdulaziz de la ciudad, puerta de entrada de millones de peregrinos que se dirigen a la cercana Meca.
Está Sarah Mohanna Al Abdali, natural de Yeda, considerada una de las primeras artistas callejeras del país, que empezó a pintar grafitis en la parte histórica de la ciudad para provocar el debate, comentando, entre otras cosas, el desarrollo excesivo de la Ciudad Santa.
Está el artista pakistaní Imran Qureshi, que ha desarrollado una práctica contemporánea relacionada con la tradición del arte de la miniatura mogol del siglo XVI, y combina pan de oro y pintura acrílica roja para representar el contraste entre el plano celeste y la vulnerabilidad del cuerpo humano.
Y de nuevo el saudí Ahmed Mater, que vive y trabaja en Riad, hoy una de las voces culturales más significativas de su país, capaz de explorar la memoria colectiva para contar historias no oficiales. Otra mujer no estará en Yeda con sus obras, pero confirma el fervor creativo de los artistas saudíes contemporáneos: Manal AlDowayan, que representó a Arabia Saudí en la Bienal de Venecia 2024.
Su obra, a través de diferentes lenguajes, la fotografía, el sonido y la escultura, investiga las tradiciones, las memorias colectivas y, especialmente, la representación de la mujer. En definitiva, un movimiento artístico nada rígido, anquilosado o replegado en el pasado que narra la transformación social y, tal vez, sorprende y provoca a la cultura occidental.
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