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H. María Cúneo: dignificar la vida del no nacido

La hermana María Martha Cúneo, misionera redentorista, médica, doctora en Teología Moral por la Academia Alfonsiana de Roma, especializada en Bioética, conversa con Vatican News sobre el rol de los cristianos frente a la ley de interrupción voluntaria del embarazo, que presentó el gobierno argentino el pasado 17 de noviembre.

Manuel Cubías – Ciudad del Vaticano

La misionera María Martha Cúneo considera que para comprender el significado que tiene el proyecto de ley presentado por las autoridades gubernamentales el pasado 17 de noviembre, debemos partir definiendo el “estado de la cuestión” del aborto en Argentina.

Para una adecuada comprensión del tema, Cúneo propone partir de un hecho esencial: “la Constitución Nacional, el Código Penal y el nuevo Código Civil, consideran la existencia de la persona humana desde el momento de la concepción y esto no ha cambiado. El Código Civil que fue modificado en el 2015, mantiene esta afirmación”. Una ley del aborto en Argentina sigue siendo anticonstitucional.

La misionera abundó sobre el hecho de que el Código Penal desde el principio tuvo dos causales de no punibilidad. “El artículo 86 dice que el aborto no es punible si se ha hecho con el fin de evitar un peligro para la vida o la salud de la madre y este peligro no puede ser evitado por otros medios”.  Tampoco es punible si el embarazo proviene “de una violación o un atentado al pudor cometido sobre una mujer idiota o demente” (nomenclatura para el 1922 de la discapacidad grave).

La religiosa puso en evidencia que a partir de la última década se han venido introduciendo cambios en la interpretación de la letra del Código Penal. Hoy prevalence un alcance más amplio que considera como causal de no punibilidad a toda violacion y a todo peligro para la salud integral de la mujer. Por lo tanto hoy en Argentina,  a partir de la instauración del Protocolo para la Interrupcion Legal del Embarazo 2015 (en realidad para la atención del aborto no punible), una mujer puede atenderse en el sistema público de salud pidiendo la práctica de un aborto si fue violada, si considera que atenta contra su salud integral, su integridad personal o contra su autoestima, o si fuera menor de 15 años. Conclusión, los causales de no punibilidad y la consecuente atención en el sistema de salud se ampliaron enormemente. Una mujer de bajos recursos económicos no queda desprotegida, como hoy se argumenta para la necesidad urgente de una ley.

 Cúneo también plantea, , la necesidad de profundizar la discusión sobre temas como límites y alcances de la objeción de conciencia; sobre la idoneidad de la edad de 13-15 años para poder dar su consentimiento autónomamente; sobre la necesidad de una formación integral e información adecuada para que los jóvenes puedan tomar decisiones razonadas y razonables.

Un momento inadecuado

María Martha Cúneo subraya que la presentación de este proyecto de ley para su discusión y aprobación está sucediendo en un momento de crisis sanitaria y social. “En un momento de pandemia, lo peor que se puede hacer es dividir (…) Estamos en un momento de crisis, terrible, de todo tipo, como en todos los países de Latinoamérica: crisis sanitaria, crisis económica, la gente está cansada y muchos ciudadanos sienten que esto es una cosa que ya esta cocinada (…) Estamos en una etapa muy difícil del país y esto hace que las grietas se abran cada vez más”.

Cúneo al referirse a los problemas que deben ser encarados con urgencia en el país nombra el de los médicos que exigen el pago de salarios atrasados, así como dar los insumos de bioseguridad necesarios para realizar su trabajo con eficacia.

El aporte de los católicos a la discusión

María Marta Cúneo considera que esta temática “hay que tratarla con la mayor humanidad que se pueda. No se puede convertir en una guerra campal, como la estamos viviendo. Se trata de propiciar un diálogo democrático y poder escuchar los planteamientos”.

Es importante subrayar, indicó la religiosa, que, en la discusión sobre la ley a favor del aborto, participan personas ligadas o no a una confesión religiosa. Se trataría de propiciar un debate franco y sincero, dando la debida información al público, seguido de un análisis sobre qué es lo que se quiere cambiar en relación a la legislación y la práctica ya existente. “Dios hace haciendo lo que los seres humanos hagamos, es decir, a la comunidad cristiana le toca abordar el debate, ¿Desde dónde lo abordamos? ¿Poniendo la fuerza en qué elementos? ¿Cómo expresamos aquello en lo que creemos? ¿Qué dice la doctrina y las enseñanzas de la Iglesia?

Otro elemento a considerar es la cultura a la que pertenecemos, porque el debate se da dentro de una cultura, y en este sentido, afirma Cúneo, “hay que abordar lo que llamamos educación sexual, con los pies puestos en la tierra, desde una Argentina empobrecida, que cada vez cuenta con menos posibilidades de asistencia sanitaria realmente integral y cómo abordamos estas consecuencias en el largo plazo”.

La carga no es solo de la mujer

En la discusión, considera Cúneo, es necesario incluir a los varones. Ellos juegan un papel importante. “La sociedad muchas veces carga sobre la mujer la responsabilidad y se olvida de la responsabilidad del varón”.  La misionera indica que, en algunas ocasiones, el varón es tan joven e inmaduro como la mujer, sin embargo, la sociedad no debe propiciar la inmadurez del varón y el consecuente abandono sino ayudar a enfrentar juntos el problema y así encontrar soluciones que dignifiquen a todos. La religiosa insistió en que el tema no es privativo de las mujeres, los varones también son actores de esta situación y tienen algo qué conocer, decir y decidir.

Informar y formar para tomar decisiones maduras

Como teóloga moral, “lo nuestro se trata de educar para discernir, para tener una conciencia madura que es capaz de elegir lo que está bien y lo que no está bien; tener criterio para elegir lo bueno (…) A nuestros jóvenes tenemos que acompañarlos y analizar con ellos estas temáticas para que puedan decidir según la propuesta de Dios”.

La hermana Cúneo recuerda la foto que dio vuelta al mundo, de aquel niño, muerto en la playa, en posición fetal, en la costa italiana del Mediterráneo. Fue notoria la sensibilización ante esa foto. El mundo entero lloró. ¿Por qué como humanidad nos está costando ver que no hay mucha diferencia con sacar un niño en gestación del vientre de su madre? ¿Cómo podemos ayudar a despertar la conciencia de la dignidad de esa vida con nuevos lenguajes y gestos? En Argentina ya existe un sistema legal que contempla no punir ciertas situaciones extremas que superen el límite de lo exigible e  incluso las cubre sanitariamente. Una nueva ley dejaría a la vida del ciudadano niño en el vientre de su madre a la deriva, sin protección.

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09 diciembre 2020, 16:01