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Conferencias Episcopales del mundo piden justicia climática

A través de la elaboración de una Declaración conjunta, lanzan un llamamiento a los líderes gubernamentales solicitando que unan sus fuerzas para que la visión climática propuesta en la encíclica papal Laudato Si' y en el Acuerdo de París, se haga realidad.

Sofía Lobos - Ciudad del Vaticano

Varios líderes eclesiásticos de las agrupaciones continentales de las Conferencias Episcopales han emitido una Declaración conjunta sobre la justicia climática que está dirigida a los representantes gubernamentales del mundo, en la que piden que trabajen para lograr una implementación ambiciosa del Acuerdo de París, por el bien de las personas y el planeta.

En particular, solicitan que la Cumbre COP24 (en Katowice, Polonia, que se realizará en diciembre de 2018) pueda ser un hito en el camino trazado en 2015, en la capital francesa.

 

Tal como se lee en el documento, «ante la creciente urgencia de la actual crisis ecológica y social, partiendo del trabajo realizado en el terreno durante los últimos tres años, por tantos actores valientes de todo el mundo - dentro de la Iglesia católica y no solo en ella - para promover y vivir los mensajes de la Carta Encíclica Laudato Si', pedimos que se tomen medidas ambiciosas e inmediatas para hacer frente y superar los efectos devastadores de la crisis climática. Estas acciones deben ser adoptadas por la comunidad internacional, en todos los niveles: las personas, las comunidades, las ciudades, las regiones, las naciones».

El grito de la tierra y de los pobres

«Hemos escuchado “el grito de la tierra y el grito de los pobres”. Hemos escuchado la exhortación del Santo Padre, el Papa Francisco, y nos solidarizamos con nuestros Hermanos Obispos que ya han tomado posiciones contra el peligroso uso ilimitado y la explotación de los recursos de nuestra Madre Tierra, así como respecto a nuestros modelos actuales de desarrollo, apoyados por instituciones y sistemas financieros que ponen la vida, la comunidad, la solidaridad y el bienestar de la Tierra después de las ganancias, la riqueza y el crecimiento desenfrenado», asegura la Declaración subrayando la necesidad de "estar preparados para realizar cambios rápidos y radicales, resistiendo a la tentación de buscar soluciones a esta situación actual con arreglos tecnológicos a corto plazo, sin abordar las causas fundamentales y las consecuencias a largo plazo".

Por ello, la exhortanción que lanzan se basa en los siguientes principios:

La urgencia de actuar ahora

"El tiempo es un lujo que no tenemos. Hay una creciente mentalización en la opinión pública, también gracias a la investigación científica y los datos, respecto al hecho de que no hay tiempo que perder y queremos llevar esa urgencia a planes concretos, con el objetivo de avanzar hacia una distribución justa de recursos y responsabilidades, en la que los grandes emisores asuman la responsabilidad política y cumplan con sus compromisos de financiación por el clima", explica el escrito.

La justicia intergeneracional

“Los jóvenes nos reclaman un cambio” (LS, 13). Su futuro está en grave peligro y nuestra generación no está haciendo lo suficiente para dejarles un planeta sano. Ser tan miope es una injusticia inaceptable. “No estamos hablando de una actitud opcional, sino de una cuestión básica de justicia, ya que la Tierra que recibimos pertenece también a los que vendrán” (LS 159).

Respetar los derechos humanos

En este contexto, la dignidad y los derechos humanos, en particular de los más vulnerables, deben estar siempre en el centro de la agenda climática. Al implementar el Acuerdo de París, los derechos humanos deben ser protegidos, respetados y apoyados eficazmente, tanto en las políticas nacionales, como en el terreno. Los gobiernos deben mostrar sus esfuerzos en este sentido, en sus contribuciones determinadas a nivel nacional y en sus opciones de financiación para la adaptación y la resiliencia.

 

Y, por lo tanto, los responsables de la elaboración de este documento exigen políticas que incluyan y reconozcan las siguientes llamadas y elementos:

«Tenemos el deber moral de "limitar el crecimiento del calentamiento global por debajo de 2°C en comparación con los niveles preindustriales y, de ser posible, por debajo de 1,5°C, para mantenernos con vida, según lo concordado por los gobiernos en el Acuerdo de París; teniendo en cuanta las palabras del Papa Francisco recordando que estamos afectados por las crisis climáticas; sin embargo, los efectos del cambio climático no se distribuyen de manera uniforme:

"Son los pobres quienes más sufren los estragos del calentamiento global: muchos ya se han visto obligados a abandonar sus hogares y emigrar a otros lugares, sin saber cómo serán recibidos”. Y seguirán migrando millones de personas más. Por ello, una transición ecológica justa y equitativa, como exige el Acuerdo de París, es una cuestión de vida o muerte para los países vulnerables y las personas que viven en las zonas costeras.

Un cambio profundo en el estilo de vida

Por otra parte, es evidente que necesitamos un cambio profundo y duradero a estilos de vida sostenibles y decisiones políticas audaces que puedan respaldar esos esfuerzos para abordar el consumo excesivo y reducir drásticamente las huellas ecológicas a nivel individual y comunitario. "Todas estas acciones presuponen una transformación a un nivel más profundo, es decir, un cambio de los corazones, un cambio de las conciencias", resalta el escrito.

Escuchar la sabiduría de los pueblos originarios

Asimismo, las tradiciones y los conocimientos especiales de las comunidades indígenas deben escucharse, protegerse y conservarse de manera efectiva: ofrecen soluciones valiosas para el cuidado y la gestión sostenible de los recursos naturales. 

“Los jóvenes nos reclaman un cambio (LS, 13). Su futuro está en grave peligro y nuestra generación no está haciendo lo suficiente para dejarles un planeta sano”

"Nos duele ver las tierras de los pueblos indígenas expropiados y sus culturas pisoteadas por esquemas depredadores y por nuevas formas de colonialismo, alimentadas por la cultura del despilfarro y el consumismo", afrima el documento haciendo hincapié en que no se pueden defender las soluciones falsas que utilizan los recursos naturales como bienes de producción (como las grandes centrales hidroeléctricas, los agrocombustibles o los cultivos comerciales) a expensas de los derechos de las comunidades indígenas.

Por último, la Declaración conjunta señala que es necesario un cambio en el paradigma financiero, es decir, establecer un sistema de transparencia, eficiencia y evaluación en conformidad con, entre otros, la Agenda de Desarrollo Sostenible 2030 y el Acuerdo de París, y que los mercados financieros sean regulados de acuerdo con estos marcos globales.

“El Papa recuerda que son los pobres quienes más sufren los estragos del calentamiento global. Muchos ya se han visto obligados a abandonar sus hogares y emigrar a otros lugares, sin saber cómo serán recibidos”

 

"Pedimos una financiación que sirva a la sociedad, construya comunidades y promueva la integridad, la igualdad y la justicia".

Igualmente, se exhorta a la transformación del actual sector energético, "poner fin a la era de los combustibles fósiles", a la vez que se invita a reconsiderar el sector agrícola a nivel global.

Hacer realidad la visión de la Laudato Si'

Las Conferencias Episcopales concluyen observando que los puntos mencionados anteriormente también están en el centro de las diversas acciones que la amplia comunidad católica está llevando a cabo para hacer realidad la visión de Laudato Si 'y el Acuerdo de París:

 

"Renovamos nuestro compromiso de tomar medidas audaces para vivir el cambio que pedimos dentro de nuestras instituciones. Creemos firmemente que esta conversión ecológica es también un desafío espiritual. Alentamos todas las iniciativas dentro y fuera de la Iglesia católica, que ya es testigo de que es posible, alcanzable y más justo vivir de una manera más sostenible. En última instancia, esto es clave para la supervivencia de la especie humana".

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26 octubre 2018, 15:42