Cardenal Sako: «Siempre hay lugar para la reconciliación»
Francesco Ricupero – Ciudad del Vaticano
Así lo declaró a los medios de comunicación vaticanos el patriarca de Bagdad de los Caldeos, el cardenal Louis Raphaël Sako, con ocasión de la Semana Santa y de la Pascua.
Clima de inquietud y desconfianza
El cardenal recordó que no se respetan los valores humanos y a menudo se niegan los derechos fundamentales.
«Los cristianos, como minoría, vivimos en un clima de preocupación y desconfianza. Estamos convencidos de que Dios nos creó para vivir en paz como hermanos y hermanas y no para luchar o sufrir la violencia».
Para el purpurado, el recuerdo de cuando la bandera negra del Daesh ondeaba sobre la llanura de Nínive sigue vivo. Es cierto que el autodenominado Estado islámico ha sido derrotado «pero su ideología sigue siendo fuerte no sólo en Iraq, sino también en otras regiones de Oriente Próximo. Por desgracia, cientos de miles de familias han tenido que abandonar el país y muchas nunca han regresado a casa».
Durante estos días, la comunidad cristiana caldea participa activamente en los oficios litúrgicos y en las iniciativas promovidas por las parroquias, «particularmente el Domingo de Ramos, nuestras iglesias estaban llenas de fieles – cuenta el patriarca – muchas familias con niños que rezaban a Dios para pedirle paz, armonía y serenidad. Cada uno de nosotros, cada día, tiene una necesidad desesperada de Jesús, que puede conducirnos hacia el amor y la gracia».
La polarización del mundo
El cardenal también se refirió a las poblaciones atormentadas por la guerra, el hambre y la violencia. En particular, mencionó a los ucranianos y a las poblaciones de la Franja de Gaza.
«En esta Semana Santa – continuó el cardenal Sako – renovamos nuestra fe en Dios, el Dios que resucitó a Jesucristo y que puede ayudar a resolver tantos problemas críticos del mundo. Esta es nuestra esperanza en esta particular semana del año. Una Semana Santa que nos ayuda a reflexionar sobre las estaciones de la vida de Jesús y el significado profundo de esta Pascua de resurrección. Jesús es el modelo que debemos imitar. Centrémonos, pues, en Él, en nuestra elección de ser sus discípulos, para que nada nos impida seguirlo».
El ejemplo de Juan
El patriarca de Bagdad de los Caldeos, en su mensaje de Pascua, instó a los fieles a comportarse como Juan, hijo de Zebedeo, que se quedó con Jesús mientras otros discípulos huían, como las mujeres (María) que lo siguieron como discípulas en cada etapa de su vida hasta el final, o como Simón de Cirene que cargó con la cruz en su lugar, o como la Verónica que limpió la sangre y el sudor de su rostro. Para el cardenal Sako, «los discípulos deben esforzarse para que su fe no decaiga».
Y en referencia a los acontecimientos de la Pasión narrados en los Evangelios, el patriarca calificó de «vergonzosa» la actitud de la multitud que primero aclamó a Jesús al entrar en Jerusalén y luego gritó ante el gobernador romano Pilato: «¡Crucifícalo, crucifícalo!».
«La muerte no es el final – continuó el cardenal – y Jesús estaba seguro de que su vida no terminaría trágicamente. Hemos visto cómo la cruz se transformaba en gloria y celebración de la resurrección. Es como un segundo Éxodo. Las apariciones de Jesús a sus discípulos les dan fuerza y alegría para emprender una nueva vida y dar testimonio de Él. Su fe y confianza en Su resurrección – concluyó el patriarca – les hace crecer, fortalece su relación con Él y enriquece su camino de amor por Él y por los demás».
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