Cardenal Bo: Alto el fuego urgente para ayudar a la población
Deborah Castellano Lubov – Ciudad del Vaticano
El cardenal Charles Maung Bo, arzobispo de Yangon y presidente de la Conferencia Episcopal de Myanmar, expresa a los medios de comunicación vaticanos todo su pesar por el desastroso terremoto de magnitud 7,7 que ha sacudido la región de Mandalay, causando hasta el momento más de mil víctimas en Myanmar y más de dos mil trescientos heridos, con la triste certeza de que, en cuanto se retiren los escombros de los edificios destruidos, el número de muertos aumentará mucho más.
Hay centenares de desaparecidos, tres mil edificios derruidos, decenas de carreteras y puentes gravemente dañados. Un seísmo que ya se califica como «el gran terremoto del siglo», dice el cardenal.
Llamamiento a la ayuda humanitaria
En el momento del temblor, el cardenal conducía por los lugares más afectados por la muerte y la destrucción.
El cardenal Bo describió las «dramáticas escenas de hombres y mujeres corriendo por las calles, buscando seguridad», y continuó explicando que ya había hecho un llamamiento «a todas las partes implicadas para que se preste ayuda humanitaria urgente, se permita el acceso sin trabas a las poblaciones afectadas y se produzca un alto el fuego por parte de todos los grupos en hostilidades».
La principal preocupación es la distribución de la ayuda, que, debido a la violencia, «podría verse obstaculizada por los disturbios de los grupos armados», en referencia a «las partes de ambos bandos».
Intervención de la Iglesia
La reconciliación, el diálogo y la paz siguen siendo «la única solución», aunque por ahora el mejor canal para llevar ayuda a los necesitados son los grupos religiosos y la Iglesia católica.
Además, el cardenal informa de que ha activado «un plan de respuesta a la emergencia» denominado MERCI (Myanmar Earthquake Response Church Initiative) y ha convocado una reunión entre representantes de la Iglesia y personal de Cáritas de todas las zonas afectadas.
Las oficinas nacionales de Cáritas y las oficinas diocesanas se han activado para intervenir en la diócesis de Mandalay, la más afectada, y poder responder rápidamente a las necesidades, en colaboración con las autoridades locales, los líderes religiosos y las organizaciones humanitarias.
En las zonas afectadas, las comunicaciones no funcionan, no hay Internet y muy poca electricidad.
«Las personas lo necesita todo, comida, cobijo, medicamentos y todo el material necesario para salvar vidas», continúa el cardenal Bo, mientras las organizaciones no gubernamentales dan la voz de alarma sobre la emergencia sanitaria, con hospitales que ya estaban mal equipados para empezar, con material inadecuado, y que ahora están colapsados.
Las palabras del Papa son un «bálsamo de consuelo»
«Más que nada, nuestro pueblo necesita paz, no la angustia que se desata por todo lo que está sufriendo». Para el pueblo «el bálsamo del consuelo», fueron las palabras del Papa que, «a pesar de su reciente enfermedad», expresó su cercanía con un telegrama, al igual que «durante los últimos cuatro años difíciles», siempre ha mostrado con sus llamamientos que «ha consolado constantemente a las personas».
Lágrimas que unen
Son las lágrimas, en este momento, las que unen a una población devastada por el sufrimiento, prosigue el cardenal Bo, porque cuando «la naturaleza ataca, los seres humanos olvidan todas sus diferencias, y si conseguimos sobrevivir como especie es porque somos capaces de conmovernos con las lágrimas de otros que, estén donde estén, ya sea en Tailandia o en Myanmar, son comunión».
Por otra parte, el arzobispo de Yangon asegura la cercanía de la Iglesia al país:
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