Iglesias de emigrantes unidas en la diversidad en Arabia
Joseph Tulloch – Abu Dabi
Iglesias «rebosantes», la fe como «fuerza de vida» y no como simple valor añadido. El testimonio de monseñor Paolo Martinelli, vicario apostólico de Arabia Meridional, presente en Abu Dabi para la entrega del Premio Zayed por la Fraternidad Humana, es el de una comunidad eclesial viva y multiétnica entre los Emiratos Árabes Unidos, Omán y Yemen, con fieles de más de cien países, capaz de vivir «profundamente la experiencia de la unidad en la diversidad».
Contextos difíciles y variados
Entrevistado por los medios de comunicación vaticanos, monseñor Martinelli subrayó los contextos extremadamente variados en los que está llamado a actuar. El «muy, muy duro» de Yemen, agotado por diez años de guerra civil, donde quedan pocos cristianos, pero la comunidad eclesial se apoya en la presencia de las monjas de la Madre Teresa de Calcuta, «que hacen una gran obra de caridad».
Luego está la comunidad totalmente «migrante» de Omán y la más numerosa de los Emiratos Árabes Unidos. Diferentes lenguas, culturas, tradiciones espirituales y rituales, pero las celebraciones cristianas son tan sentidas que resulta difícil dar cabida a todos los fieles en las nueve parroquias repartidas por el territorio.
El vicario destacó la «intensa» participación en la catequesis y la participación igualmente sentida de los padres, «que anhelan comunicar la fe a sus hijos». Comunidades eclesiales «migrantes», por tanto, donde la fe sostiene a las personas en su caminar diario, acogiendo a quienes, en su país de origen, lo han dejado «todo» atrás. «Sencillez», pero también “tenacidad”, son los valores de quienes participan en la vida de la Iglesia local para ser “testigos creíbles del Evangelio en medio de esta sociedad”.
Conocerse en las dificultades
Pasando a la actualidad, monseñor Martinelli recordó las celebraciones por los seis años de la firma, en febrero del 2019, del Documento sobre la Fraternidad Humana por la paz mundial y la convivencia común, al que asistieron el Papa Francisco y el gran imán de Al-Azhar, Muḥammad Aḥmad al-Tayyeb.
Un documento de «creciente relevancia», cuya recepción se realiza en la Abrahamic Family House, el complejo interreligioso que incluye una iglesia católica, donada a Francisco por el presidente de los Emiratos Árabes Unidos, una mezquita y una sinagoga. También es sede de encuentros ecuménicos que «ayudan a caminar juntos, a conocer, respetar y valorar las diferentes tradiciones religiosas». Vivir activamente el Documento no es, pues, una «utopía», sino algo sumamente concreto y real, «afrontar juntos las dificultades» y «experimentar la belleza de un camino compartido».
La visión cosmopolita de Zayed
Un marco en el que encaja el Premio Zayed por la Fraternidad Humana, nacido en el 2019 tras la firma del documento durante el viaje apostólico del Papa a los Emiratos Árabes Unidos. Un galardón que este año ha recaído en la ONG World Central Kitchen, por su labor de ayuda alimentaria a comunidades afectadas por crisis humanitarias; en la primera ministra de Barbados, Mia Mottley, por sus acciones decisivas en materia de cambio climático; y en el inventor etíope-estadounidense de 15 años Heman Bekele.
El premio se inspira en Zayed bin Sultan Al Nahyan, considerado el «padre de la nación», que inspiró la «creación» de los Emiratos Árabes Unidos. Una personalidad «sumamente interesante», dotada de una visión «cosmopolita», capaz de unir siete emiratos y de tener «desde el principio la intención de crear una nación abierta y multicultural, en la que se acogiera a muchos emigrantes, portadores de culturas y religiones diferentes».
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