Migrantes atravesando la frontera entre México y EEUU Migrantes atravesando la frontera entre México y EEUU 

“Caminar con los que caminan”

Testimonio de David Mendoza de la Provincia Mexicana de la Compañía de Jesús, sobre las penas que sufren los migrantes que siguen tratando de cruzar las fronteras que los separan de su sueño. Un mejor futuro.

Ciudad del Vaticano

Siguen las largas caravanas de migrantes rumbo a EEUU, con la esperanza de encontrar un mejor futuro en ese país. Son la mayoría de los países del llamado Triángulo Norte, o sea, Guatemala, Honduras y El Salvador y de México. Huyen de la pobreza, de la violencia y de la corrupción. Y se agrega la difícil situación provocada por dos huracanes, y la pandemia.

Siguen cruzando las fronteras entre México y los Estados Unidos, desde nuevos puntos poco utilizados como el río Grijalva, en la frontera del estado de Tabasco con Guatemala, entre otros.Desde la llegada a la presidencia de Joe Biden, la ola migratoria ha aumentado. Las autoridades estadounidenses detuvieron a más de 100 mil indocumentados en febrero, frente a los más de 78 mil en enero. Un gran número de menores de edad migrantes están entrando en la frontera entre México y EEUU. Entran sin un tutor o un adulto que los acompañe, lo que ha provocado que en las últimas semanas los funcionarios de los EEUU tomaran medidas para acelerar su entrega a las autoridades que se harán cargo de ellos, y les promoverán “opciones de vivienda”. Joe Biden, revertió en los primeros días de presidencia, algunas de las políticas migratorias más restrictivas de Donald Trump.

El testimonio de David Mendoza S.J. de la Provincia Mexicana de la Compañía de Jesús

Proyecto Biprovincial Frontera Sur- SJM

En mi peregrinar Dios me llamo a caminar con los que caminan, y ellos me fueron llevando a la tierra prometida. Una tierra que mana leche y miel, para calmar la sed que provocan la sal de las lágrimas, y para respirar vida ante la asfixia de los ríos de sangre.

Dios quiso regalarme por un tiempo a los migrantes, me puso frente a los solicitantes de refugio, ante humanos como yo con vidas quebradas. He de agradecer que me ha puesto en un lugar privilegiado: de muerte y resurrección. Los refugiados con los que me he encontrado son las víctimas de las maras en Centroamérica; la razón por la que salen de la tierra que los vio nacer, es la necesidad de huir para salvar la vida.  

Hay varios momentos significativos en el acompañamiento a estas personas; el primero, es la escucha, donde te narran la historia de porque llegan acá. Sus historias son teñidas con sangre y lágrimas, tejidas por la violencia estructural. Las personas huyen porque las maras los amenazan de muerte por no pagar cuotas, por discriminación; los jóvenes huyen también por temor a ser reclutados para ser parte de las maras; algunas mujeres huyen por la violencia de sus exparejas. Sus historias son de miedo, de tortura, de violaciones, de golpes y asesinatos. Cuando nos cuentan sus vidas, ellos lloran y nosotros nos conmovemos, nos preguntamos ¿cómo es posible tanta violencia?

El segundo momento son las crisis: nosotros los acompañamos alrededor de 9 meses; todos inician sin nada más que las heridas, tendrán que conseguir donde vivir, que comer, y fundamentalmente donde trabajar. La situación laboral es difícil, algunas veces gente de mal corazón no les paga, o les da una miseria. Nos hemos hecho sus hermanos y nos han dejado entrar a sus cuartos, allí hemos contemplado la carestía y la perseverancia. Los refugiados en crisis son personas que bajo un proceso doloroso reconstruyen su vida. Enfrentan crisis cuando no tienen trabajo, alimento, o como pagar la renta. Así mismo, la crisis les llega cuando recuerdan a los que han dejado allá en su tierra. Las crisis se presentan con dolores de cabeza por la preocupación de no encontrar la manera de salir adelante, y se anuncian con las lágrimas que enjuagan su rostro crucificado.  El ser compañeros de los que sufren hace brotar el deseo de justicia.  

El tercer momento son las resurrecciones: me han tocado tres nacimientos, uno de ellos, se quedó para mi contemplación del nacimiento, recuerdo que iba con otro compañero y llegamos a donde vivían, en una esquina estaba ella recostada sobre un colchón con el pequeño Santiago. Otros momentos de resurrecciones son las partidas, es decir, cuando los refugiados han terminado su proceso y se van a otra parte de México, se ven tan diferentes a cómo llegaron, los vemos irse con cicatrices, pero resucitados. Es consolador verlos puestos en pie, listos para partir, llenos de sueños; debo de reconocer que uno siente nostalgia cuando se van, porque uno se encariña. A los que somos testigos de esto nos lleva a agradecer, y también nos lanza a continuar la misión.

Ante la violencia de los ríos de sangre y las lágrimas de sal, Dios me llama junto con otros a dar esperanza, haciendo brotar ríos de nueva vida: que la sangre derramada de las víctimas y sus lágrimas no sean vanas, te pido Señor que con tu gracia nos enamoremos para caminar con los que sufren, que los sirvamos, que te encontremos en ellos, y que ellos te encuentren en nosotros; que tu gracia nos haga caminar hacia la tierra prometida donde no habrá más muerte, donde todos tendremos vida, una Vida en Abundancia.

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24 marzo 2021, 13:06