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Bolivia, la pandemia y el aumento del tráfico de drogas y deforestación

El testimonio proviene del Padre Garbari, de la Repam: la cuarentena da campo libre a los narcotraficantes y terratenientes que siguen destruyendo el bosque para la ganadería y la agricultura. Los incendios también están creciendo de manera preocupante

Federico Piana - Ciudad del Vaticano

El Padre Fabio Garbari, misionero y miembro de Repam, no teme hacer público lo que en la Amazonia boliviana, donde vive desde hace casi siete años, muchos saben pero pocos denuncian: la pandemia ha bloqueado a toda Bolivia pero en las zonas indígenas - como la provincia de Moxos donde trabaja el sacerdote - las actividades de narcotráfico y deforestación, útiles para las explotaciones mineras y la ganadería intensiva, siguen sin disminuir. De hecho, incluso han aumentado.

¿Ha aumentado también el número de incendios?

R.- Sí. El número de incendios por quema, como se les llama aquí, destinados a la deforestación y el cultivo ha aumentado de 2.900 el año pasado a 3.600 en la actualidad. Hay una actividad mucho más fuerte a pesar de la cuarentena.

¿Esto se debe a que la atención de las instituciones está toda centrada en combatir el virus y menos en controlar el territorio?

R.- Así es. Hay más campo libre. La ganadería, que produce deforestación, no se ha detenido: los camiones cargados de animales siguen saliendo todos los días y devastan el territorio. El tráfico de drogas también ha aumentado su actividad. En estas zonas, que están inmóviles debido a la cuarentena, sólo se puede oír el ruido de pequeños aviones que viajan a los países vecinos. Nuestro temor es que sean precisamente los traficantes los que puedan ser el vehículo de transmisión del virus a los pueblos indígenas, que por su naturaleza viven en aislamiento y por lo tanto están mejor protegidos.

¿La Iglesia, a pesar de la pandemia, continúa su batalla contra estos fenómenos?

R.- La Red de la Iglesia Panamericana, que se ha fortalecido gracias al reciente Sínodo sobre la Amazonia sigue denunciando, sin pausa. Trata de sacar a la luz casos que de otra manera permanecerían ocultos. Desafortunadamente en esta situación no puedo visitar las comunidades y muchas veces es difícil reaccionar. Pero he intensificado los contactos con la organización indígena y con las diversas asociaciones medioambientales, nos estamos coordinando muy bien.

Desde el punto de vista de la salud, ¿está el país en condiciones de hacer frente a la emergencia?

R.- En Bolivia, hasta ahora, se han registrado oficialmente setecientos casos de contagio y cuarenta y tres muertes. Pero estas son cifras irreales, subestimadas, porque en realidad sólo se están realizando unos pocos hisopos y sólo en personas con síntomas confirmados. La capacidad de respuesta de la salud es muy baja. Si me contagiara, tendría que valerme por mí mismo: los centros de terapia intensiva están a horas y horas de distancia de nuestros pueblos. Las comunidades indígenas, para defenderse, han pensado bien en aislarse aún más.

La Amazonia boliviana tiene que hacer frente también a otras epidemias...

R.- En diciembre y enero del año pasado tuvimos una fuerte epidemia de dengue, provocada por el mosquito de la fiebre amarilla. Todos nos infectamos y todos tuvimos que valernos por nosotros mismos. También en este caso los muertos fueron muchos. No se puede hacer otra cosa con un sistema de salud que está siempre al colapso.

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27 abril 2020, 17:25