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2019.10.30 fe y alegria 2019.10.30 fe y alegria 

El sínodo panamazónico y el desafío de la educación en la Amazonía

En esta segunda parte, Pablo Mora retoma, a partir de un proyecto educativo con Fe y Alegría en la región panamazónica, los desafíos concretos para una educación intercultural, bilingüe y de cuidado con el ambiente natural en los centros de educación primaria y secundaria. También menciona algunas pistas que iluminan la posibilidad de un proyecto educativo eclesial más amplio.

Pablo Mora

¿Es posible una educación diferente en la Amazonía?

La educación es un concepto muy amplio y abarca ámbitos diversos. Deseo detenerme en la educación formal tal como la conocemos en sus etapas de educación inicial, básica, media y superior. Este tipo de educación, como sabemos, es fundamental en el proceso de incorporación a una sociedad determinada, en la confirmación grupal de los propios valores y símbolos culturales, y en el aprendizaje de competencias necesarias para ejercer una actividad productiva (no sólo económica) en beneficio de la sociedad, y cosechar un futuro que le permita vivir en forma digna.

Por otra parte, la educación en la Amazonía se engloba dentro de un sistema mayor, integrado a la estructura social, política y económica de los países amazónicos, en cada uno de los cuales se elabora un programa educativo adaptado a una política educativa. Desde esta perspectiva, es justo también preguntarse, ¿qué pasa cuando la educación en los países con territorio amazónico en Sudamérica busca integrarse a un sistema capitalista y tecnocrático más amplio y globalizado? ¿Y qué pasa cuando esta integración nunca es efectiva ni real especialmente en regiones como la Amazonía?

La frustración de una educación mediocre

Sabemos ya el tipo de educación de los niños y adolescentes que nos encontramos después de algunas horas viajando por carretera o por río saliendo de los pueblos grandes de la Amazonía. Cuanta más alejada de la ciudad, la educación es más precaria en todos sus niveles: las instalaciones donde aprenden son muchas veces inadecuadas, la vocación de los maestros es incierta, la alimentación de los alumnos en las familias o en los centros educativos, si la hay, es insuficiente y el tiempo real de clases para el niño o el joven se acorta mucho, tanto por los permisos que piden los profesores para ir a la ciudad, como por la ayuda en el trabajo que piden los padres a sus hijos. Todo esto lleva a una gran deficiencia académica especialmente en los alumnos de los pueblos ribereños y las comunidades indígenas más lejanas.

Ante esta frustración por una educación deficiente los padres reaccionan sobrevalorando la educación en la ciudad. El sacrificio rebasa el cálculo económico y las familias se dividen dejando a los hijos en manos de otras familias o simplemente alquilándoles un cuarto.

La educación en la Amazonía a partir de la experiencia de “Fe y Alegría”

Junto al desafío que tienen los gobiernos de poder brindar una educación básica a todos sus ciudadanos, aún en los puntos más lejanos del territorio del país, surgen otros desafíos desde el contexto del bioma amazónico y la diversidad de las poblaciones que lo habitan. Ante una población compuesta por mestizos, ribereños, afrodescendientes y más de 300 pueblos originales, con sus diferentes lenguas, surge la pregunta: ¿La educación que se ofrece en la región amazónica, es pertinente para los habitantes de esta región?

El movimiento de educación popular “Fe y Alegría” dirigido por los jesuitas quiso responder a esta pregunta haciendo un mapeo o primera evaluación de sus centros educativos en la región panamazónica (Bolivia, Brasil, Ecuador, Perú y Venezuela)14 en los años 2015-2017. La idea era fortalecer una educación intercultural y bilingüe con el cuidado de la casa común. A nivel educativo, fue una gran iniciativa después de la reciente publicación de la encíclica Laudato Si (2015).

“Fe y Alegría” tiene una buena reputación: ofrece una educación de calidad y de valores, tiene una buena gestión de sus centros educativos y, a parte de la ayuda financiera de ONGs cercanas a la Compañía de Jesús, establece convenios con el gobierno de cada país, quien se compromete a cubrir los salarios de los profesores, que garantizan una educación sostenible.

Lo más destacado es que “Fe y Alegría” aglutina a muchas congregaciones religiosas e institutos seculares o ex alumnos quienes llevan la dirección de estos centros educativos.

Centros educativos de mayoría mestiza

Un primer desafío está relacionado con la ubicación de los centros de “Fe y Alegría”. Después de algunas décadas y flujos de migración grandes y continuos desde otras regiones, varios centros educativos se vieron de repente y sin desearlo, ubicados en el centro de la ciudad. Por consiguiente, el número de la población indígena en estos centros educativos había disminuido mucho o desaparecido. Como resultado, estos centros educativos se convirtieron en lugares de formación para familias de mayores recursos.

Otro desafío era la ausencia de un currículo o programa intercultural de estudios. En casi todos los centros educativos de “Fe y Alegría”, sólo había una minoría de estudiantes indígenas dentro de una gran población estudiantil mestiza. Esta población mestiza en los centros educativos pertenecía a familias de inmigrantes de otras regiones no amazónicas. En esta relación intercultural, desde el punto de vista de la educación, los estudiantes indígenas se encuentran en desventaja. No existen currículos o programas interculturales, donde la historia, la geografía, la cultura, las lenguas y los saberes de los pueblos originales amazónicos están integrados al proceso de formación de los alumnos. Si en los centros educativos de la Amazonía está ausente o es ignorado el “tema amazónico”, es más difícil erradicar los prejuicios existentes de los estudiantes mestizos contra los estudiantes de los pueblos originarios de esta región

El Papa Francisco dijo en su discurso a las poblaciones amazónicas en Puerto Maldonado: “La escuela y la educación de los pueblos originarios debe ser una prioridad y compromiso del Estado; compromiso integrador e inculturado que asuma, respete e integre como un bien de toda la nación su sabiduría ancestral”. Los programas o currículos de estudios dependen de los ministerios de educación de cada gobierno, pero en varios casos no se han contextualizado regional o culturalmente. Esto sorprende teniendo en cuenta que la problemática intercultural no es un fenómeno reciente en las políticas educativas. Esto parecería demostrar la falta de voluntad política de los gobiernos para poder implementar en forma integrada los currículos o programas interculturales.

Un tercer desafío es la falta de identificación de los estudiantes con el territorio. En la mayoría de centros educativos mestizos, la identificación de los estudiantes con el territorio amazónico donde viven es poca o nula. Hay un común deseo, natural, de continuar sus estudios en las grandes ciudades. Tampoco hay una mirada del territorio amazónico (y de sus problemas) visto como un “bioma” integrado más allá de fronteras entre países. No son conscientes que, en el territorio amazónico, lo que sucede al otro lado de la frontera, les afecta también a ellos. Aunque están muy conscientes y preocupados de los problemas locales (la basura, la deforestación del lugar donde viven y la escasez de agua potable), otros problemas más globales que afectan a la Amazonía como la minería, la trata de personas y el tráfico de drogas pierden fuerza. La enseñanza sobre el ambiente natural es muy pragmática y funcional, varias escuelas tienen huertas y criaderos de animales domésticos, pero sin una integración con las otras materias de estudio.

Otro desafío es la mentalidad de los padres y madres de familia. En la búsqueda de un modelo de educación bilingüe intercultural, ha sido muy importante escuchar a los padres y madres de familia. Sabemos que donde mejor se transmite la tradición, las costumbres y la lengua es la propia familia. Pero cuando se trata sobre la educación formal de sus hijos, los padres piensan en forma ambigua y de cara a sus necesidades e intereses futuros: ellos quieren que sus hijos e hijas hablen bien el castellano (o el portugués en Brasil), porque eso les abre más fácilmente las puertas a estudios superiores o a un trabajo decente en la ciudad. En este sentido, los padres de estos estudiantes indígenas quieren para sus hijos una vida con menos dificultades, entendido como las limitaciones de pertenecer a una sociedad donde el indígena es todavía marginado

Centros educativos indígenas

Fe y Alegría también trabaja en contados centros educativos donde la totalidad de estudiantes son indígenas. Tomemos por ejemplo el caso de los centros educativos de Fe y Alegría con las etnias Awajun – Wampis en el nororiente peruano, en el departamento de Amazonas. Son religiosos y religiosas que tenían a cargo el acompañamiento de estos centros en la educación primaria y secundaria. Son centros ubicados en tierras comunitarias indígenas, donde los profesores en la primaria enseñan en la lengua nativa, y los estudiantes hablan dentro y fuera de clase en su propia lengua y se sienten plenamente identificados con su entorno natural, aunque ven las ciudades siempre con mayores posibilidades futuras.

Un primer desafío en estos centros es la falta de profesores nativos. La incorporación de nuevos profesores indígenas que hablan el awajún- wampis en la educación primaria es cada vez más difícil, y esto es un problema generalizado para otras lenguas nativas de otras regiones en la Panamazonía, sabiendo que hay etnias que solo conforman grupos pequeños de personas.

Otro desafío es que la educación bilingüe en estos centros educativos termina en la educación primaria. Aunque los estudiantes indígenas permanecen juntos durante la secundaria, los contenidos y la terminología usada en los cursos durante esta etapa son más complejos y requieren una formación más larga y especializada de parte de los profesores nativos.

También estos centros educativos de estudiantes indígenas funcionan en la modalidad de internado y así, aparece otro desafío. Es decir, la mayoría de los estudiantes awajun- wampis viene a la escuela o colegio desde comunidades muy lejanas asentadas en ríos diferentes y a los que solo se llega después de muchas horas o días de viaje. Los padres de familia ven a sus hijos solamente una o dos veces al año. Por consiguiente, es una educación fuera de sus comunidades de origen y con la ausencia de la familia en el proceso de formación.

Hacia una Educación en la Ecología Integral en la Panamazonía

Hemos visto los desafíos de una educación intercultural, bilingüe y de cuidado de nuestra Casa Común que nos presenta la educación primaria y secundaria en los centros educativos de Fe y Alegría en la Panamazonía. Al mismo tiempo estamos convencidos que una implementación más adecuada de una educación en ecología integral en las escuelas mestizas, indígenas o mixtas, dará a luz una nueva mentalidad en los alumnos de los centros educativos y tendrá un efecto multiplicador saludable en el futuro de esta región.

El don del Sínodo Panamazónico para la Educación en la Amazonía

El Papa Francisco ha dicho que el Sínodo Panamazónico es “hijo” de Laudato Si. Es verdad, porque este Sínodo quiere encarnar el cuidado y la preocupación por nuestra Casa Común, enfocándose en la Amazonía, indispensable para el futuro de toda la humanidad. En el cuidado de la Casa Común la Educación juega un rol esencial, como el Papa Francisco lo reafirma: “En la Encíclica Laudato si’ invité a todos a colaborar en el cuidado de nuestra casa común. Para comprender la urgencia del desafío que tenemos ante nosotros, debemos centrarnos en la educación (Videomensaje Convocación a una Alianza Educativa Mundial del 13 de septiembre 2019)”.

El Sínodo Panamazónico quiere responder al llamado del Papa Francisco para que la Iglesia en la región amazónica, inspirada por la Laudato Si, tenga un rol clave, como portadora y testimonio del mensaje de la Ecología Integral y para que ésta se convierta en parte esencial, integrante y actual de la misión de la evangelización en esta región. El territorio de la Amazonía reclama urgentemente de sus habitantes, tanto de las ciudades como de poblados grandes y pequeños, una nueva forma de acercarse a ella, de observarla, de sentirla y de amarla. Es decir, una nueva sensibilidad que pueda nacer y alimentarse a través de una educación en la ecología integral que tenga en cuenta el bien de la persona y del bien común.

Tenemos que apuntar a un cambio de mentalidad en las generaciones que vienen, a una conversión ecológica que pueda ir transformando los corazones de los jóvenes y adultos y las diversas esferas donde se mueven, en el campo social, político, económico, religioso, ambiental. Concretamente y desde una educación formal, la Iglesia puede hacer muchísimo bien dedicándose a acompañar a las jóvenes genera-ciones en las diversas etapas de la educación: inicial, primaria, media y superior.

Fe y Alegría: Una experiencia de referencia para la Educación en la Amazonía

La experiencia de “Fe y Alegría" es una apuesta educativa que es necesario tomar como un punto de referencia en la Amazonía. Y me refiero a “Fe y Alegría” específicamente porque no conozco otra experiencia similar a nivel panamazónico. Además, su oferta educativa ha tenido éxito en otros contextos parecidos a la Amazonía como es en la República Democrática del Congo. Otra dimensión que la hace muy confiable es la dimensión eclesial. Son muchas las congregaciones religiosas, institutos seculares, laicos y laicas que participan en este movimiento de educación popular. Es un ejemplo real, concreto y edificante de lo que significa trabajar como Iglesia. Además, “Fe y Alegría” crea una especie de biosfera educativa positiva que atrae a los docentes y alumnos. Los testimonios de los 8 profesores coinciden: “Me gusta trabajar en ‘Fe y Alegría’”, “me gusta la filosofía de ‘Fe y Alegría’”, “se distingue a los alumnos que han estudiado en ‘Fe y Alegría’”.

En el Perú, por ejemplo, hay varias experiencias educativas: la de “Fe y Alegría” coordinada por los jesuitas, la de la Universidad indígena de Nopoki en el vicariato de San Ramón, de los franciscanos, la de la red de escuelas de los dominicos en el Vicariato de Puerto Maldonado, etc. También existen otras experiencias gubernamentales, como FORMABIAP (Formación de Maestros Bilingües de la Amazonía Peruana) y experiencias independientes no eclesiales que aportan lo suyo en este deseo de trabajar por una educación intercultural, bilingüe y de cuidado del medio ambiente.

Cada proyecto educativo, además, es consciente de las propias limitaciones, especialmente en la educación de las poblaciones ribereñas e indígenas. Por ejemplo, está la dificultad de completar todo un ciclo educativo, desde la etapa inicial a la universidad. En este sentido, la posibilidad de una estructura episcopal amazónica podría dar un impulso muy grande en la educación en esta región. 18 cf. Papa Francisco: “En un momento de extrema fragmentación, de extrema oposición, es necesario unir esfuerzos, crear una alianza educativa para formar personas maduras, capaces de vivir en la sociedad y para la sociedad.”

 “¿A quién enviaré?” (Is. 6,8). La misión de la vida consagrada y la educación en la Amazonía

En las encuestas de “Fe y Alegría” que se hizo a los padres y madres de familia y las autoridades locales en los países amazónicos, ellos consideraban a la Iglesia como el aliado más confiable para establecer y liderar cambios positivos en la vida y en la educación de las comunidades. Estas voces confirman el importante rol que siempre ha tenido la Iglesia en la educación de la región panamazónica.

Sin embargo, el peligro del instalarse o acomodarse también se encuentra en la labor educativa de la vida consagrada. Varias congregaciones religiosas tienen sus centros educativos de gran prestigio en el centro de las ciudades de la Amazonía, incluyendo a varios centros educativos de “Fe y Alegría”. Pero en general, comprobamos que en la región amazónica hay una marcada ausencia de la Iglesia en la educación formal de las familias más pobres o de indígenas migrantes asentados en las periferias de las ciudades. Y esta ausencia es aún mayor en los enclaves de los pueblos originarios de la Amazonía.

La Iglesia toda es madre educadora, ha dicho el Papa Francisco, pero debemos preguntarnos ahora, si la fe y el entusiasmo siguen siendo los mismos, si todavía estamos dispuestos a recorrer nuevos caminos y si deseamos navegar hacia aguas más profundas llevando ese rostro de madre educadora de la Iglesia a quienes más lo necesitan en la región.

El Sínodo Panamazónico es un “kairós” en la Iglesia y como tal lo que quiere es atraernos también a los religiosos y religiosas con su luz radiante y guiarnos, como a los pobres pastores, a las periferias de nuestra selva y descubrirlo allí en toda su pobreza en el pesebre de la Amazonía y verlo allí, en tantos niños, niñas y jóvenes, necesitados de calor humano, de compañía, de sabiduría evangélica y de amor.

Si la vida consagrada no encarna el rostro concreto de la Iglesia como madre educadora de los más pobres, de los indígenas y de los más vulnerables en la Amazonía, perdemos la riqueza más valiosa que tiene la Iglesia en la Amazonía. Todo cambio educativo importante comienza aquí, en el deseo de estar junto a lo más valioso que hay en estos bosques, como el deseo de Juan y María de permanecer junto a Jesús clavado en el árbol de la cruz.

Lo más importante, y a lo que parece nos urge este “kairós” que ahora vivimos, es renovar el sentido de misión en la vida consagrada, entendida como una mayor cercanía a las poblaciones más pobres y vulnerables en nuestra Amazonía. No podemos esperar más. Más tarde será demasiado tarde.

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07 noviembre 2019, 13:25