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Padre Roca: En Amazonía aprendí a ser parte y no dueño de la naturaleza

Fernando Roca es jesuita, doctor en antropología social y etnobotánico. De origen peruano y profesor universitario. Vivió más de una década junto con los pueblos originarios en la Amazonía de quienes aprendió la capacidad que tienen de participar de la naturaleza y no sentirse los dueños de ella.

Manuel Cubías – Ciudad del Vaticano

Relación del cristianismo y la naturaleza

Fernando Roca considera que la relación entre cristianismo y naturaleza ha existido desde siempre: “Personalmente creo que la Iglesia Católica desde sus orígenes mantenía esta relación de participación con la naturaleza. Basta con leer el Antiguo Testamento o todas las parábolas de Jesús en el Nuevo Testamento, donde hacen referencia constantemente al entorno en que se vivía”.   

Él constata que esta relación a la semilla, al grano de trigo, al agua, a las fuentes, la siembra y la cosecha, así como a la higuera y los frutos, es decir, la naturaleza como fuente creadora de sentido para la vida humana, está presente en toda la Biblia. Pero al mismo tiempo, pone en evidencia que “Algo ha pasado en la Iglesia que en algún momento hemos cortado esta relación”.

Roca afirma que es a partir de la revolución industrial que esta ruptura se hace más patente: “Esto se ve mucho más claro en la historia de la humanidad sobre todo con la revolución industrial. Hemos creído que podíamos hacer de la naturaleza lo que queríamos y como nos convenía, pensando en que se podía recuperar siempre y que tenía recursos inagotables. Y eso vemos ahora que no es así. Y tan no es así, que estamos poniendo en peligro el equilibrio de esta capacidad tremenda de resiliencia que tiene la naturaleza”.

Parte y no dueños. Condición para preservar la vida

El Padre Fernando cuenta que durante la experiencia viviendo en la Amazonía, “Lo primero que aprendí de ellos es esta capacidad que tienen de participar de la naturaleza y no sentirse los dominadores de la naturaleza. Ellos establecen una relación de participación porque saben que la buena conservación de la naturaleza es fundamental para que ellos puedan seguir viviendo allí donde están”.

Roca insiste en que la Amazonía es “Un territorio con una riqueza biológica tremenda, pero a la vez con un equilibrio bastante frágil. Ellos (los pueblos originarios) han aprendido a sentirse parte de la naturaleza y no los amos de la naturaleza.

El pensamiento económico predominante en nuestras sociedades afirma que todo puede ser convertido en dinero. Y con esta lógica, vamos terminando con múltiples recursos, por ejemplo: “Hemos secado grandes mares interiores como el mar Aral, estamos contaminando grandes cuencas de ríos, como lo es la cuenca del Amazonas. Hay estudios que muestran que las aguas del Amazonas bajan con metales pesados. Y que eso se fija en la carne de los peces que consumimos, Esto es un envenenarse lentamente, sobre todo para los pueblos amazónicos, si consideramos que el 70 % de las proteínas que ellos ingieren, vienen de los peces, no de las carnes de monte”.

Y continúa: “Hemos deforestado, por ejemplo, el Sahara está creciendo porque el cinturón verde que tenía, un bosque seco, ha sido talado porque la gente necesita leña, la población aumenta y necesita leña para hacer las casas, para cocinar. Las tasas de deforestación son muy altas”.

Fernando Roca identifica una causa fundamental de la dinámica humana que está poniendo en peligro la vida de todos: “Esto es porque hemos perdido esta relación de participación con la naturaleza y nos hemos creído amos y señores. Hay que recordar que la naturaleza no necesita de nosotros para seguir sus procesos evolutivos, pero nosotros si necesitamos de ella para poder seguir viviendo. Y esto segundo lo tienen bien claro los pueblos ancestrales”.

Capacidad contemplativa de los pueblos originarios

Roca resalta la capacidad contemplativa de los pueblos originarios: “Una segunda cosa es esta capacidad mística, contemplativa que ellos tienen. Ellos fácilmente tienen esta disponibilidad para contemplar”. y prosigue: En los años que yo estaba, los catequistas awuajuni wampis del grupo jibaro, todos los años salíamos de donde estábamos a la ciudad principal del vicariato de Jaén, al norte del Perú y les dábamos ejercicios espirituales. Ellos nunca pasaban del principio y fundamento”.

Y cuenta el padre Roca, Yo quería pasar del principio y fundamento y me decían: Padre, hay que quedarse acá. Y realmente tienen una capacidad de rezar sobre esos textos que hablan del origen, de la creación, del origen de la condición humana, del plan de salvación de Dios y cómo rompemos esa alianza con Dios que se cuenta de manera figurada en el Génesis (…) Era impresionante cómo ellos releían su tradición oral, pero desde categorías cristianas”.

Porque somos parte, necesitamos de la naturaleza para seguir viviendo

El P. Roca afirma: “Estas dos cosas creo que se vinculan y tienen que ver en el fondo con la ecología integral que el papa plantea en la Laudato Si: todo está conectado. Esto aparece también en la antropología, Levy Strauss en su libro El Pensamiento Salvaje, nos dice que una característica de los pueblos originarios es que su pensamiento es salvaje no porque sea brutal, sino porque es un pensamiento que no se deja domesticar. Es decir, que todo lo integra para buscar respuestas.

Y continúa, “Este es el problema del pensamiento occidental es que hemos segmentado el conocimiento para conocer mejor, pero una vez hemos entendido esas partes separadas, no hacemos el esfuerzo de juntarlas. Tenemos muchos especialistas, por ejemplo, tenemos un agrónomo especialista en cítricos. Le ponemos una palta, un aguacate y dice, no conozco. ¡Y es un ingeniero agrónomo! Y nos pasa lo mismo en la religión a los teólogos. Hay que tratar de recuperar esta capacidad integradora del todo en aras de una mejor comprensión y un mejor conocimiento de donde estamos. Me parece que este principio que propone la Laudato Si de la ecología integral es un principio revelador: articula lo económico, lo ambiental, lo social, lo religioso. Me parece que hacia allí tenemos que ir”.

Que el árbol no nos impida ver el bosque: integrar

Creo que para los indígenas esto es clarísimo. Saben ver el bosque y ver el árbol. Porque tienen esa capacidad de un discurso integrador, articulador. Estas son características muy interesantes: esa mística, esa conciencia de estar vinculado, sentirse parte de la naturaleza y no los amos de la naturaleza. Este discurso integrador que tienen de las cosas para encontrar explicaciones y encontrar respuestas. La laudato si puede ser el inicio de respuesta que además ha sido muy bien recibido, no solo para los creyentes, sino para no creyentes

Sabiduría

Hay una palma en la amazonia que pertenece a la familia de los astrocarium. La hoja seca se usa para hilar y tejer bolsos. Pero, la semilla de esta palmera tiene una tremenda protección del germen. Para que los depredadores no se la coman, la naturaleza le ha dado una especie de blindaje. Por el uso cultural que tenía, la población de esta palma estaba disminuyendo.

Ante esta situación, comencé a colectar semillas y las plantaba en latas. Un día, un sabio awuajun me vio hacer eso. Y me preguntó: ¿Por qué hace eso? Y me dijo que así demoraba mucho. Y me dijo: usted tiene tucanes en una jaula. Dele a los tucanes de comer la semilla. Empaché a los tucanes con las semillas. Cuando comían las semillas, los jugos gástricos eliminaban las defensas de las semillas y luego las regurgitaban. De manera que estas, al ser plantadas, tardaban en germinar cuatro meses y no un año. Luego, ya germinadas, las poníamos en latas, en bolsas. Ellos sí sabían qué comía el ave, de lo que regurgitaban y el proceso a seguir. Ellos manejaban ese conocimiento. ¡Y como este, hay muchísimos más!

P. Fernando Roca. Aprender a ser parte de la naturaleza

 

P. Fernando Roca. Sabiduría de los pueblos originarios

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24 septiembre 2019, 15:01