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800 años de la Orden de la Merced en la Basílica de Guadalupe

Renovarse en el don recibido en la línea de la Redención: es la significación de la celebración de los 800 años de la Orden de la Merced en la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe, en México. “Hoy hay muchas situaciones que reclaman una presencia redentora – explica el padre Quintero - por el peligro existente de perder la fe y sobre todo la dignidad de hijos de Dios".

Griselda Mutual – Ciudad del Vaticano

Libres para liberar: así los Mercedarios, redentores y redimidos, se acercan a las comunidades para dedicar su carisma a los demás.

Con ocasión de los 800 años de la Orden de la Merced, se celebró una Santa Misa presidida por el Obispo Auxiliar de Ciudad de México, Mons. Carlos Briseño, en la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe, ante la presencia de unas 8 mil personas de la familia mercedaria provenientes de todo México y de Centro América.

Presente allí también el padre Manuel Dorantes, que tuvo la oportunidad de entrevistar a quien fuera provincial de los mercedarios por bien nueve años, el padre Alfredo Quintero, hoy asignado a una comunidad local como superior y párroco. El padre Quintero ha servido a la Orden de los Mercedarios como Superior Provincial, Vicario y Consejero provincial.

Una celebración para renovarse en la línea de la redención

¿Qué significado adquiere esta particular celebración para los mercedarios y para México? El p. Quintero explica que para ellos significa renovarse en el don recibido desde su fundación por san Pedro Nolasco, en la línea de la redención: "hoy hay muchas situaciones que reclaman una presencia redentora - explica - por el peligro existente de perder la fe y sobre todo la dignidad de hijos de Dios".

"Hoy como mercedarios tenemos que abrirnos a la gracia del Espíritu Santo para estar allí donde Dios nos quiere, para hacer merced para los cautivos que sufren, quienes, como en siglos anteriores y desde siempre, reclaman la presencia amorosa de Dios. Nosotros como mercedarios hemos recibido esta vocación para acercarnos a ellos y para ofrecer estos gestos redentores desde la caridad del Evangelio que dice «no hay amor más grande que dar la vida por los amigos». El carisma mercedario late precisamente allí, en 'dar la vida', algo que nos une profundamente a Cristo".

La Orden de la Merced llega a América Latina en 1519, para acompañar a Hernán Cortés y al cuerpo de militares con la función de asistirlos. Al comenzar con esta presencia en las tierras mexicanas se lleva a cabo la misión de anunciar a Cristo. Los mercedarios fueron quienes abrieron el camino y a quienes luego la Iglesia designó para hacer un programa de evangelización, junto a otras comunidades religiosas como los franciscanos y los agustinos.

"A nosotros nos tocó empezar ese camino de evangelización", asegura el padre Quintero. "Nos asentamos a finales del siglo XVI en México con un convento".

El trabajo en las cárceles

Desde entonces los mercedarios han estado cercanos a la Universidad Pontificia con una gran participación, con grandes teólogos y profesores también en el campo de las matemáticas.
Los mercedarios fundaron, asimismo, el primer colegio de canonistas en América Latina, el san Ramón Nonato, hasta que a mediados del siglo XIX se enfocó el trabajo en las cárceles. Se trata de un trabajo que actualmente se realiza en distintas diócesis del país. Los mercedarios coordinan además el trabajo en las cárceles en Cuba así como en Tegucigalpa, Honduras.

“Es un trabajo en el que nos hemos ido fortaleciendo y abriéndonos también con obras de atención a niños de la calle, a personas que tienen problemas de drogadicción con el fin de rescatarlos, y también ser soporte para los migrantes, un trabajo muy característico en las comunidades de Riverside en California y en san Bernardino”.

«Redimidos para redimir»

Y, ¿cómo se llevan a cabo estos proyectos? El padre Alfredo Quintero explica que sólo en México son 27 las comunidades al servicio, mientras que Cuba, EE.UU y Hondura suman treinta y tres.
Desde la perspectiva espiritual, en la Santa Misa del día con motivo de los 800 años de la fundación de la Orden por san Pedro Nolasco se mencionó la frase sobre el ser "redentores y redimidos", una expresión que - dice el padre Quintero- sigue a la de "libres para liberar".

"En nuestra espiritualidad debemos trabajar mucho para que el crecimiento en la santidad, nos lleve a ser redimidos. Es decir, dejar que Dios actúe en nuestras vidas. Eso va en la línea de ser redimidos para que nuestra comunicación del carisma sea más pleno en los cautivos, y para que podamos ser esos 'canales de misericordia', más plenos. Es necesario ser redimidos para redimir".

Entrevista al Padre Alfredo Quintero

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11 agosto 2018, 13:43