Palabra del día

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Fecha25/10/2021

Lectura del Día

De la Carta de Pablo a los Romanos 8, 12-17

Hermanos: Nosotros no estamos sujetos al desorden egoísta del hombre, para hacer de ese desorden nuestra regla de conducta. Pues si ustedes viven de ese modo, ciertamente serán destruidos. Por el contrario, si con la ayuda del Espíritu destruyen sus malas acciones, entonces vivirán.

Los que se dejan guiar por el Espíritu de Dios, ésos son hijos de Dios. No han recibido ustedes un espíritu de esclavos, que los haga temer de nuevo, sino un espíritu de hijos, en virtud del cual podemos llamar Padre a Dios.

El mismo Espíritu Santo, a una con nuestro propio espíritu, da testimonio de que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos también herederos de Dios y coherederos con Cristo, puesto que sufrimos con él para ser glorificados junto con él.

Evangelio del Día

Evangelio según Lucas 13, 10-17

Un sábado, estaba Jesús enseñando en una sinagoga. Había ahí una mujer que llevaba dieciocho años enferma por causa de un espíritu malo. Estaba encorvada y no podía enderezarse. Al verla, Jesús la llamó y le dijo: “Mujer, quedas libre de tu enfermedad”. Le impuso las manos y, al instante, la mujer se enderezó y empezó a alabar a Dios.

Pero el jefe de la sinagoga, indignado de que Jesús hubiera hecho una curación en sábado, le dijo a la gente: “Hay seis días de la semana en que se puede trabajar; vengan, pues, durante esos días a que los curen y no el sábado”.

Entonces el Señor dijo: “¡Hipócritas! ¿Acaso no desata cada uno de ustedes su buey o su burro del pesebre para llevarlo a abrevar, aunque sea sábado? Y a esta hija de Abraham, a la que Satanás tuvo atada durante dieciocho años, ¿no era bueno desatarla de esa atadura, aun en día de sábado?”

Cuando Jesús dijo esto, sus enemigos quedaron en vergüenza; en cambio, la gente se alegraba de todas las maravillas que él hacía.

Palabras del Santo Padre

Detrás de la rigidez hay algo oculto en la vida de una persona. La rigidez no es un regalo de Dios. Mansedumbre, sí; bondad, sí; benevolencia, sí; perdón, sí. Pero no la rigidez. Detrás de la rigidez siempre hay algo oculto, en muchos casos una doble vida. Pero también hay algo enfermo. Cómo sufren los rígidos: cuando son sinceros y se dan cuenta de ello, ¡sufren! Porque no pueden tener la libertad de los hijos de Dios; no saben caminar en la Ley del Señor y no son bendecidos. ¡Y sufren tanto! Parecen buenos, porque siguen la Ley; pero detrás hay algo que no los hace buenos: son malos, hipócritas o enfermos. ¡Sufren! Roguemos al Señor, roguemos por nuestros hermanos y hermanas que creen que caminar en la Ley del Señor es volverse rígidos. Que el Señor les haga sentir que es Padre y que le gusta la misericordia, la ternura, la bondad, la mansedumbre y la humildad. Y que nos enseñe a todos a caminar en la Ley del Señor con estas actitudes. (Homilía Santa Marta, 24 de octubre de 2016)