Palabra del día

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Fecha17/07/2021

Lectura del Día

Del libro del Éxodo 12, 37-42

En aquellos días, los hijos de Israel partieron de Ramsés hacia Sukot; eran unos seiscientos mil hombres, sin contar a los niños. Salió también con ellos una enorme y abigarrada muchedumbre con grandes rebaños de ovejas, vacas y otros animales. De la masa que habían sacado de Egipto cocieron piezas de pan ázimo, no fermentado; pues los egipcios, al arrojarlos del país, no les dieron tiempo de dejar fermentar la masa, ni de tomar provisiones para el camino.

Los hijos de Israel estuvieron en Egipto cuatrocientos treinta años. El mismo día que se cumplían los cuatrocientos treinta años, salieron de la tierra de Egipto todos los ejércitos del Señor. Esa noche veló el Señor, para sacarlos de Egipto. Por eso, esta noche será noche de vela en honor del Señor para todos los hijos de Israel, de generación en generación.
 

Evangelio del Día

Evangelio según Mateo 12, 14-21

En aquel tiempo, los fariseos se confabularon contra Jesús para acabar con él. Al saberlo, Jesús se retiró de ahí. Muchos lo siguieron y él curó a todos los enfermos y les mandó enérgicamente que no lo publicaran, para que se cumplieran las palabras del profeta Isaías:

Miren a mi siervo, a quien sostengo;
a mi elegido, en quien tengo mis complacencias.
En él he puesto mi Espíritu,
para que haga brillar la justicia sobre las naciones.
No gritará ni clamará,
no hará oír su voz en las plazas,
no romperá la caña resquebrajada,
ni apagará la mecha que aún humea,
hasta que haga triunfar la justicia sobre la tierra;
y en él pondrán todas las naciones su esperanza.

Palabras del Santo Padre

En el momento en el que Jesús, bautizado por Juan, sale de las aguas del río Jordán, la voz de Dios Padre se hace oír desde lo alto: «Este es mi Hijo amado, en quien me complazco» (v. 17). Y al mismo tiempo el Espíritu Santo, en forma de paloma, se posa sobre Jesús, que da públicamente inicio a su misión de salvación; misión caracterizada por un estilo, el estilo del siervo humilde y dócil, dotado sólo de la fuerza de la verdad, como había profetizado Isaías: «no vociferará ni alzará el tono, [...] la caña quebrada no partirá, y la mecha mortecina no apagará. Lealmente hará justicia» (42, 2-3). Siervo humilde y manso, he aquí el estilo de Jesús, y también el estilo misionero de los discípulos de Cristo: anunciar el Evangelio con docilidad y firmeza, sin gritar, sin regañar a nadie, sino con docilidad y firmeza, sin arrogancia o imposición. ÁNGELUS 8 de enero de 2017