Palabra del día

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Fecha20/02/2021

Lectura del Día

Del Libro del Profeta Isaías 58, 9-14

Esto dice el Señor:
“Cuando renuncies a oprimir a los demás
y destierres de ti el gesto amenazador y la palabra ofensiva;
cuando compartas tu pan con el hambriento
y sacies la necesidad del humillado,
brillará tu luz en las tinieblas
y tu oscuridad será como el mediodía.
El Señor te dará reposo permanente;
en el desierto saciará tu hambre y dará vigor a tu cuerpo;
serás como un huerto bien regado,
como un manantial cuyas aguas no se agotan.

Construirás sobre tus viejas ruinas
y edificarás sobre cimientos muy antiguos;
te llamarán reparador de brechas
y restaurador de hogares derruidos.

Si detienes tus pasos para no violar el sábado
y no tratas tus negocios en mi día santo,
si llamas al sábado tu delicia
y lo consagras a la gloria del Señor,
si lo honras absteniéndote de viajes,
de buscar tu interés, de tratar tus asuntos,
entonces el Señor será tu delicia.
Te asentaré sobre mis montañas,
te haré gustar la herencia de tu padre Jacob’’.

Evangelio del Día

Evangelio según Lucas 5, 27-32

En aquel tiempo, vio Jesús a un publicano, llamado Leví (Mateo), sentado en su despacho de recaudador de impuestos, y le dijo: “Sígueme”. Él, dejándolo todo, se levantó y lo siguió.

Leví ofreció en su casa un gran banquete en honor de Jesús, y estaban a la mesa, con ellos, un gran número de publicanos y otras personas. Los fariseos y los escribas criticaban por eso a los discípulos, diciéndoles: “¿Por qué comen y beben con publicanos y pecadores?” Jesús les respondió: “No son los sanos los que necesitan al médico, sino los enfermos. No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores, para que se conviertan”.

Palabras del Santo Padre

Llamando a Mateo, Jesús muestra a los pecadores que no mira su pasado, la condición social, las convenciones exteriores, sino que más bien les abre un futuro nuevo. Una vez escuché un dicho bonito: «No hay santo sin pasado y no hay pecador sin futuro». Esto es lo que hace Jesús. No hay santo sin pasado, ni pecador sin futuro. Basta responder a la invitación con el corazón humilde y sincero. La Iglesia no es una comunidad de perfectos, sino de discípulos en camino, que siguen al Señor porque se reconocen pecadores y necesitados de su perdón. La vida cristiana, entonces, es escuela de humildad que nos abre a la gracia. (AUDIENCIA GENERAL 13 de abril de 2016)