Palabra del día

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Fecha15/12/2020

Lectura del Día

Del Libro de Sofonías 3, 1-2. 9-13

“¡Ay de la ciudad rebelde y contaminada,
de la ciudad potente y opresora!
No ha escuchado la voz,
ni ha aceptado la corrección.
No ha confiado en el Señor,
ni se ha vuelto hacia su Dios.

Pero hacia el fin daré otra vez a los pueblos labios puros,
para que todos invoquen el nombre del Señor
y lo sirvan todos bajo el mismo yugo.

Desde más allá de los ríos de Etiopía,
hasta las últimas regiones del norte,
los que me sirven me traerán ofrendas.

Aquel día no sentirás ya vergüenza de haberme sido infiel,
porque entonces yo quitaré de en medio de ti
a los orgullosos y engreídos,
y tú no volverás a ensoberbecerte en mi monte santo.

Aquel día, dice el Señor,
yo dejaré en medio de ti, pueblo mío,
un puñado de gente pobre y humilde.
Este resto de Israel
confiará en el nombre del Señor.

No cometerá maldades ni dirá mentiras;
no se hallará en su boca una lengua embustera.
Permanecerán tranquilos
y descansarán sin que nadie los moleste’’.

Evangelio del Día

Evangelio según Mateo 21, 28-32

En aquel tiempo, Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: “¿Qué opinan de esto? Un hombre que tenía dos hijos fue a ver al primero y le ordenó: ‘Hijo, ve a trabajar hoy en la viña’. Él le contestó: ‘Ya voy, señor’, pero no fue. El padre se dirigió al segundo y le dijo lo mismo. Éste le respondió: ‘No quiero ir’, pero se arrepintió y fue. ¿Cuál de los dos hizo la voluntad del padre?” Ellos le respondieron: “El segundo”.

Entonces Jesús les dijo: “Yo les aseguro que los publicanos y las prostitutas se les han adelantado en el camino del Reino de Dios. Porque vino a ustedes Juan, predicó el camino de la justicia y no le creyeron; en cambio, los publicanos y las prostitutas sí le creyeron; ustedes, ni siquiera después de haber visto, se han arrepentido ni han creído en él”.

Palabras del Santo Padre

"¿Dónde está mi confianza? ¿En el poder, en los amigos, en el dinero? ¡En el Señor! Esta es la herencia que el Señor nos promete: "Les dejaré en herencia en medio de ustedes un pueblo humilde y pobre, que confiará en el nombre del Señor". Humilde porque se siente pecador; pobre porque su corazón está apegado sólo a las riquezas de Dios y si las posee, es sólo para administrarlas; confiado en el Señor porque sabe que sólo el Señor puede garantizarle aquello que le hará bien. Y como estos jefes de los sacerdotes a los que Jesús se dirigía no admitían ni la humildad, ni la pobreza ni la confianza, Jesús tuvo que sacudirlos por su cerrrazón, diciéndoles que una prostituta entraría en el Reino de los Cielos con más facilidad que uno de ellos. Por eso, en esta espera del Señor, de la Navidad pidamos que nos dé un corazón humilde, un corazón pobre y sobre todo confiado en el Señor, porque el Señor nunca nos decepciona". (Santa Marta 15 de diciembre de 2015)