Palabra del día

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Fecha16/09/2020

Lectura del Día

De la Primera Carta de Pablo a los Corintios 12, 31–13, 13

Hermanos: Aspiren a los dones de Dios más excelentes. Voy a mostrarles el camino mejor de todos. Aunque yo hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo amor, no soy más que una campana que resuena o unos platillos que aturden. Aunque yo tuviera el don de profecía y penetrara todos los misterios, aunque yo poseyera en grado sublime el don de ciencia y mi fe fuera tan grande como para cambiar de sitio las montañas, si no tengo amor, nada soy. Aunque yo repartiera en limosnas todos mis bienes y aunque me dejara quemar vivo, si no tengo amor, de nada me sirve.

El amor es comprensivo, el amor es servicial y no tiene envidia; el amor no es presumido ni se envanece; no es grosero ni egoísta; no se irrita ni guarda rencor; no se alegra con la injusticia, sino que goza con la verdad. El amor disculpa sin límites, confía sin límites, espera sin límites, soporta sin límites.

El amor dura por siempre; en cambio, el don de profecía se acabará; el don de lenguas desaparecerá, y el don de ciencia dejará de existir, porque nuestros dones de ciencia y de profecía son imperfectos. Pero cuando llegue la consumación, todo lo imperfecto desaparecerá.

Cuando yo era niño, hablaba como niño, sentía como niño y pensaba como niño; pero cuando llegué a ser hombre, hice a un lado las cosas de niño. Ahora vemos como en un espejo y oscuramente, pero después será cara a cara. Ahora sólo conozco de una manera imperfecta, pero entonces conoceré a Dios como él me conoce a mí. Ahora tenemos estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor; pero el amor es la mayor de las tres.

Evangelio del Día

Evangelio según Lucas 7, 31-35

En aquel tiempo, Jesús dijo: “¿Con quién compararé a los hombres de esta generación? ¿A quién se parecen? Se parecen a esos niños que se sientan a jugar en la plaza y se gritan los unos a los otros:

‘Tocamos la flauta y no han bailado,
cantamos canciones tristes y no han llorado’.

Porque vino Juan el Bautista, que ni comía pan ni bebía vino, y ustedes dijeron: ‘Ese está endemoniado’. Y viene el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: ‘Este hombre es un glotón y un bebedor, amigo de publicanos y pecadores’. Pero sólo aquellos que tienen la sabiduría de Dios, son quienes lo reconocen”.

Palabras del Santo Padre

Esto es lo que hiere el corazón de Jesucristo, esta historia de infidelidad, esta historia de no reconocer las caricias de Dios, el amor de Dios, de un Dios enamorado que te busca, que busca que tú también seas feliz. Este drama no sólo ocurrió en la historia y se concluyó con Jesús. Es el drama de todos los días. También es mi drama. ¿Puede cada uno de nosotros decir: "¿Sé reconocer el tiempo en que he sido visitado? ¿Dios me visita?". Cada uno de nosotros puede caer en el mismo pecado del pueblo de Israel, en el mismo pecado de Jerusalén: no reconocer el tiempo en que hemos sido visitados. Y cada día el Señor nos visita, cada día llama a nuestra puerta. ¿He oído alguna invitación, alguna inspiración para seguirle más de cerca, para hacer una obra de caridad, para rezar un poco más? No sé, tantas cosas a las que el Señor nos invita todos los días para encontrarse con nosotros. (Santa Marta 17 de noviembre de 2016)