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El Papa: “Aprendamos de María de Guadalupe a ser Iglesia con rostro pobre”

Homilía del Papa Francisco con ocasión de la Misa por América Latina, en la fiesta litúrgica de la Bienaventurada Virgen María de Guadalupe, celebrado en la Basílica de San Pedro, en el Vaticano.

Renato Martinez – Ciudad del Vaticano

“La Madre de Dios es figura de la Iglesia y de ella queremos aprender a ser Iglesia con rostro mestizo, con rostro indígena, afroamericano… rostro pobre… para que nadie se sienta estéril ni infecundo, para que nadie se sienta avergonzado o poca cosa. Sino, al contrario, para que cada uno al igual que Isabel y Juan Diego pueda sentirse portador de una promesa, de una esperanza y pueda decir desde sus entrañas: ¡Abba!, ¡Padre!”, lo dijo el Papa Francisco en su homilía con ocasión de la Santa Misa por América Latina, en la fiesta litúrgica de la Bienaventurada Virgen María de Guadalupe, celebrado la tarde de este martes 12 de diciembre, en la Basílica de San Pedro, en el Vaticano.

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Comentando el Evangelio que la liturgia presenta para esta celebración, el Santo Padre señaló que, la Palabra que acaba de ser proclamada es el prefacio de dos grandes cánticos: el cántico de María conocido como el «Magníficat» y el cántico de Zacarías, el «Benedictus», y me gusta llamarlo, dijo el Papa: «el cántico de Isabel o de la fecundidad». Por ello, el Pontífice propuso dos aspectos importantes que emergen de estos cánticos: “Isabel, la mujer bajo el signo de la esterilidad y bajo el signo de la fecundidad”.

Isabel, la mujer bajo el signo de la esterilidad

Refiriéndose al primer aspecto de “Isabel, la mujer bajo el signo de la esterilidad”, el Papa Francisco recordó todo lo que esto implicaba para la mentalidad religiosa de su época, que consideraba la esterilidad como un castigo divino fruto del propio pecado o el del esposo. Esterilidad – subrayó el Papa – que puede tomar muchos nombres y formas cada vez que una persona siente en su carne la vergüenza al verse estigmatizada o sentirse poca cosa.

“Así podemos vislumbrarlo en el indiecito Juan Diego – precisó el Pontífice – cuando le dice a María yo en verdad no valgo nada, soy mecapal, soy cacaxtle, soy cola, soy ala, sometido a hombros y a cargo ajeno, no es mi paradero ni mi paso allá donde te dignas enviarme”. Así también este sentimiento  puede estar – como bien nos hacían ver los obispos Latinoamericanos – en nuestras comunidades indígenas y afroamericanas, que, en muchas ocasiones, no son tratadas con dignidad e igualdad de condiciones…”.

Isabel, la mujer bajo el signo de la fecundidad

Y junto a Isabel, la mujer estéril, contemplamos a Isabel la mujer fecunda-asombrada – señaló el Obispo de Roma enunciando el segundo aspecto – es ella la primera en reconocer y bendecir a María. Es ella la que en la vejez experimentó en su propia vida, en su carne, el cumplimiento de la promesa hecha por Dios. En ella, entendemos que el sueño de Dios no es ni será la esterilidad ni estigmatizar o llenar de vergüenza a sus hijos, sino hacer brotar en ellos y de ellos un canto de bendición.

De igual manera lo vemos en Juan Diego, dijo el Papa, fue precisamente él, y no otro, quien lleva en su tilma la imagen de la Virgen: la Virgen de piel morena y rostro mestizo, sostenida por un ángel con alas de quetzal, pelícano y guacamayo; la madre capaz de tomar los rasgos de sus hijos para hacerlos sentir parte de su bendición. Pareciera que una y otra vez, agrega el Pontífice, Dios se empecina en mostrarnos que la piedra que desecharon los constructores se vuelve la piedra angular.

María: Bendita eres entre todas las mujeres

Antes de concluir su homilía, el Papa Francisco puntualizó que, en medio de esta dialéctica de fecundidad–esterilidad miremos la riqueza y la diversidad cultural de nuestros pueblos de América Latina y el Caribe, ella es signo de la gran riqueza que somos invitados no sólo a cultivar sino, especialmente en nuestro tiempo, a defender valientemente de todo intento homogeneizador que termina imponiendo una única manera de pensar, de ser, de sentir, de vivir, que termina haciendo inválido o estéril todo lo heredado de nuestros mayores.

En este clima de memoria agradecida por nuestro ser latinoamericanos, el Papa Francisco invitó a entonar en nuestro corazón el cántico de Isabel, el canto de la fecundidad, y digámoslo junto a nuestros pueblos que no se cansan de repetirlo: Bendita eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.

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12 diciembre 2017, 18:30