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El interior del hospital de Ngaoundal El interior del hospital de Ngaoundal  #SistersProject

Camerún: Hospital católico es un punto de referencia para 95 mil personas

El centro de salud abierto hace ocho años por las Hermanas de la Caridad de Santa Juana Antida Thouret, en el centro del país africano, proporciona atención médica a una población extenuada por la malaria, la desnutrición y la tuberculosis. La directora, sor Christine Richard: “Nuestro agradecimiento a los benefactores y a su apoyo”.

Francesca Sabatinelli – Ngaoundal

“La verdadera pobreza en este país a menudo es la ignorancia de los padres”. Las enfermeras y los médicos lo susurran atravesando el patio al que dan las salas y los ambulatorios. Los colores de la tierra son dominantes en esta construcción baja, con muchos pasillos exteriores divididos por jardines en flor. La ternura del personal hospitalario hacia los niños hospitalizados es casi desarmante, y su reproche a padres y madres no es una acusación, sino más bien una dolorosa constatación: que en el Camerún de hoy todavía se muere porque se recurre al brujo en lugar de a los hospitales. En el hospital de Ngaoundal, en Camerún, en la provincia de Adamawa, en el centro del país, uno de los principales compromisos es precisamente salvar vidas arrebatándolas de las manos a los curanderos.

Malaria, tuberculosis y desnutrición

Inaugurado en 2016 por las Hermanas de la Caridad de Santa Juana Antida Thouret, el hospital es un punto de referencia sanitario para unas 95.000 personas, sin distinción de raza, etnia o religión, especialmente centrado en la lucha contra la tuberculosis, muy presente aquí. “La enfermedad más extendida y recurrente - explica la hermana Christine Richard, directora del hospital - es la malaria, también encontramos muchas enfermedades respiratorias y un número creciente de casos de tuberculosis”. Otra gran protagonista es la desnutrición. “Hay niños que llegan aquí con edemas, signo de la falta de aporte proteico”, causado por la grave indigencia en la que se encuentran las familias de este rincón del mundo, pero también debido, en algunos casos, a la poligamia, que en esta parte del país no es infrecuente, ya que la población es mayoritariamente musulmana. “Si no hay acuerdo entre las esposas, o si el marido prefiere una a la otra -explica la religiosa- los recursos económicos no se distribuyen equitativamente y a menudo son los más pequeños los que sufren”. La pobreza es sin duda la plaga más dramática, tanto en Ngaoundal como en todo Camerún. “No hemos recibido nuestros reembolsos en 11 meses, y el gobierno está en deuda con el equivalente a unos 46.000 euros”, explica la hermana Christine.

Pequeños pacientes del hospital de Ngaoundal
Pequeños pacientes del hospital de Ngaoundal

Los ojos de los niños

La mirada de los niños es penetrante, pero también asustada, permanecen en silencio, incluso los más pequeños, los grandes ojos oscuros abiertos al mundo, a pesar de la aguja de la cánula metida en el brazo, a pesar de que para muchos de ellos es difícil incluso caminar, vencidos por la debilidad debida a la desnutrición y las enfermedades. Junto a ellos, presencia discreta, está siempre el personal sanitario, médicos y enfermeras, laicos y religiosas, que con gracia y delicadeza, caricias y sonrisas, y también mucha compasión, se prodigan por los pacientes y las familias porque no hay una madre que no permanezca al lado de su pequeño, día y noche, proveyendo ella misma la comida, que se prepara en la estructura creada por el propio hospital. “Una de las razones por las que como hospital no ofrecemos comida a los enfermos -prosigue Christine-, además del hecho de que costaría demasiado, es porque la población, que aquí es sobre todo musulmana, no acepta comer lo que no ha sido preparado por ellos mismos”. La afluencia sigue siendo el gran drama de este lugar que ofrece todo tipo de apoyo, incluido un espacio dedicado a la oftalmología, un servicio odontológico, uno de radiología, un laboratorio de análisis y maquinaria a la vanguardia. Hay dos bloques operadores, uno de los cuales, el de emergencias, está en funcionamiento las 24 horas del día.

La cocina del hospital de Ngaoundal
La cocina del hospital de Ngaoundal

El apoyo de los benefactores

El hospital, continúa la hermana Christine, “no es lo suficientemente conocido como para que la gente realmente se aproveche de él”. En 2023 la media de la afluencia fue del 33% de la capacidad anual de la estructura, lo que, explica la religiosa, “es demasiado poco para permitirnos vivir tranquilamente”. La pobreza, pero también la plaga de los curanderos, hacen que el hospital se convierta en el lugar de aterrizaje cuando ya es demasiado tarde para sobrevivir, a menudo, además, después de gastar dinero en brujos, los enfermos ya no tienen para pagar la matrícula. La mirada de Christine no oculta la preocupación, pero está iluminada por la gratitud. “Nuestro hospital fue construido gracias a la ayuda de varios benefactores -concluye- y entre ellos está el Grupo India, sin el cual no habríamos podido comprar algunas máquinas, así como no habríamos podido construir algunos edificios y el pozo, que nos permite responder a otra urgencia importante, la dramática necesidad de agua”.

Una paciente adulta del hospital de Ngaoundal
Una paciente adulta del hospital de Ngaoundal

 

 

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02 mayo 2024, 13:08